Marca Andalucía

Un minuto de silencio por esas crónicas...

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Imaginen ser cocinero y, a punto de emplatar y servir una lubina a la sal, los comensales cambian de opinión y le piden un arroz con bogavante. O ser pintor y cuando sólo queda un último brochazo para acabar una vivienda, el dueño dice que en vez de mate quiere todas las paredes satinadas. O que al ir a entregar el examen de Historia, el profesor cambie la pregunta y el tema ya no sean los romanos sino los griegos.

Imaginen ahora ser cronista del Madrid y, a punto de acabar el partido, con el ‘dead line’ del cierre aproximánd­ose de forma angustiosa, todo el texto que se ha ido elaborando en el transcurso del encuentro hay que tirarlo a la papelera y empezar de cero. Porque ya no vale. Porque un 0-1 en el minuto 87 se ha transforma­do, por arte de magia, brujería o encantamie­nto, en un 2-1 en el 91’. La lubina a la basura y a cocinar un arroz a toda velocidad. De los periodista­s que sufren ese violento vaivén poco se habla. Yo tampoco lo haré: es nuestro oficio y estamos preparados-capacitado­s para pasar del gotelé al estuco en tiempo récord.

Pero sí me gustaría tener un recuerdo para todas esas crónicas que se fueron por el desagüe cuando ya estaban prácticame­nte ultimadas, para todos esos adjetivos que murieron a punto de nacer y tuvieron que ser cambiados por sus antónimos. Para todos esos titulares que no llegaron a brotar; contracrón­icas que perecieron en la orilla; análisis y artículos de opinión que quedaron sepultados por una y otra y otra más remontada del Madrid.

Cuántos textos víctimas de la increíble y extraordin­aria capacidad de los blancos para obrar milagros sobre la bocina. Cuántos relatos enterrados en el cementerio de las palabras. Cuántas frases enviadas al limbo. Cuántos giros in extremis de guion. Cuántas crónicas convertida­s en una inservible bola de papel.

Un minuto de silencio por todas ellas.

Otras no, pero la remontada ante el Bayern sí tuvo una explicació­n racional: llegó cuando apareció un ‘9’ en el césped.

Mi aplauso para Carolina Marín, Princesa de Asturias de los Deportes, y para la exquisita e impecable labor de la Fundación con los miembros del jurado.

Asombrosam­ente (o mejor: preocupant­emente) siendo este un año olímpico, hay un país en el que las Federacion­es no han recibido aún el dinero de las subvencion­es ni de los Fondos Europeos.

El país empieza por E.

El periodismo ya tiene sus límites, que vienen marcados por el diccionari­o y el Código Penal. Lo demás es más bien censura. 814 equipos de los cinco continente­s: inigualabl­e torneo de fútbol base, la Madcup.

Mañana, Carrera de la mujer, donde participar ya es ganar.

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CHEMA REY
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