Malaga Hoy

Otro neorrealis­mo es posible Crítica de Cine

- M. J. Lombardo

El rigor no sólo no flaquea, tampoco está reñido con el brote de la emoción y la calidez

SOLE | ESTRENO EN FILMIN

Drama, Italia, 2020, 90 min. Dirección: Carlo Sironi. Guion: Antonio Manca, Giulia Moriggi, Carlo Sironi. Fotografía: Gergely Pohárnok. Intérprete­s: Claudio Segaluscio, Sandra Drzymalska, Vitaliano Trevisan, Barbara Ronchi, Bruno Buzzi, Marco Felli. Productora: Coproducci­ón Italia-Polonia; Kino Produzioni, Lava Films, Polski Instytut Sztuki Filmowej.

No tiene mucho sentido seguir haciendo una y otra vez la misma película neorrealis­ta de siempre, algo que no todos los jóvenes (y no tan jóvenes) cineastas italianos tienen claro a la hora de emparentar con la más célebre y exportable tradición del cine nacional. El debutante Carlo Sironi es una excepción, un cineasta que nace ya con ideas (propias) de puesta en escena que trasciende­n el retrato y el relato frontal y descarnado de esos márgenes sociales donde los nuevos ragazzi di vita, siempre tentados por el lado oscuro de la delincuenc­ia o las mafias, vagabundea­n buscando un refugio o unas raíces que los salven literalmen­te del abismo.

Sole, último (y merecido) premio Discovery de la EFA, es un filme más que estimable en su asimilació­n natural de formas depuradas, precisas, minimalist­as y silenciosa­s a la hora de retratar la relación entre una joven embarazada de origen polaco y el también posadolesc­ente que ha de cuidarla y vigilarla hasta que dé a luz un bebé destinado a una adopción fuera de la ley.

Unas formas que asumen el plano en formato 1:33:1 como territorio de pleno sentido, el gesto o el detalle como sustitutos del diálogo, la autenticid­ad de los actores no profesiona­les, la palabra medida y parca como un tesoro preciado y la observació­n de la periferia romana y su fisonomía urbana más despersona­lizada y fea como territorio que, a la manera de un Antonioni o un Olmi, revela espacios y rincones donde caben la fantasmago­ría, el trampantoj­o o la metáfora.

Y lo mejor de todo es que este rigor no sólo no f laquea, sino que tampoco está reñido con el brote de la emoción y la calidez, fuerzas que se cuecen a fuego lento aunque de manera poderosa entre estos dos personajes desplazado­s que encontrará­n el uno en el otro el espejo, la empatía y el tacto necesarios para la autoafirma­ción y la posibilida­d de sentido para unos cuerpos y unas vidas que parecían no pertenecer­les.

 ?? M. H. ?? Claudio Segaluscio y Sandra Drzymalska en una imagen de ‘Sole’.
M. H. Claudio Segaluscio y Sandra Drzymalska en una imagen de ‘Sole’.

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