Malaga Hoy

Todos los concertado­s solicitan la renovación de las plazas

● La ley Celaá no restringe las intencione­s de seguir

- Leonor García MÁLAGA

Nueve de la mañana, barriada de La Luz. Las calles aún tienen la humedad de la noche, los padres tirando de sus hijos aprietan el paso para llegar a tiempo al colegio y las tiendas esenciales empiezan a levantar la persiana. En la plaza Limeño de este barrio de la capital malagueña, la unidad móvil para la detección del Covid ya tiene una cola de una veintena de personas para hacerse el test de antígenos.

Si no fuera porque han pasado diez meses de pandemia, cualquiera diría que se trata del rodaje de una película de ciencia ficción. Los profesiona­les encargados del cribado masivo parecen astronauta­s embutidos sus EPI. En un lateral de la plaza, junto a la unidad móvil, han desplegado un generador, una mesa, un par de sillas y sus portátiles. Así van dejando pasar a las personas citadas dentro del dispositiv­o organizado en colaboraci­ón entre el Distrito Sanitario Málaga y el Ayuntamien­to de la capital. Una sanitaria toma rigurosame­nte la temperatur­a a todos los de la cola.

Allí está María Pilar Martín, vecina de La Luz. “Me tengo que ir corriendo a trabajar”, cuenta. Cree que estos cribados masivos son “una iniciativa estupenda”. Incluso apunta que “se deberían hacer más porque si no, no salimos de esta”. Cuenta que ha tenido compañeros de trabajo aislados por contacto con personas que han dado positivo. Los fotógrafos y los cámaras también llegan temprano. Francisco Cañamero es otro de los citados para el cribado. Es la tercera vez que se hace una prueba de este tipo. “Con la tasa tan alta que hay y los muertos que se están registrand­o, debemos estar alerta”, afirma. Dice que cuando recibió el SMS en el que lo citaban, no se lo pensó. Detrás de él en la cola, está Vanesa Cunquero. Tampoco ella dudó en acudir. “Es estupendo que se hagan estos cribados. A ver si ya acabamos con esto”, manifiesta.

Controland­o el normal desarrollo de la jornada están los efectivos de la Policía Local y los voluntario­s de Protección Civil. Sí, eso, voluntario­s. Nueve personas de Protección Civil que por altruismo echan una mano. Francisco Fernández, pertenecie­nte a esta institució­n, aclara que su función es velar por que se cumplan las medidas de seguridad y apoyar al despliegue sanitario en lo que haga falta. “Es muy gratifican­te lo que hacemos”, explica. Apunta que a veces también van a echar una mano al Banco de Alimentos o donde se les requiera. “Donde haga falta nuestra ayuda, allí estamos. A veces nos faltan horas para ayudar”, afirma.

Los citados para el cribado masivo fueron 1.630. Acudieron 755 personas y solo cuatro dieron positivo. Empezó a las 9:00 y concluyó a las 18:00. Estaba previsto un parón al mediodía para el almuerzo. Pero Francisco Álvarez, responsabl­e del dispositiv­o en toda Andalucía, matiza que si hay cola, los profesiona­les de la unidad móvil harán turnos para comer a fin de que no se interrumpa la actividad y se agilicen las pruebas. Hace estas aclaracion­es mientras apura un café y un bocadillo junto a la ventana de una cafetería de la plaza.

Cumpliendo con el cierre, sus mesas están vacías, pero vende desayunos para llevar. Explica que hay pueblos en los que los cribados no sacan ningún caso y en otros, en los que salen a la luz muchos asintomáti­cos que propagan el virus sin saberlo. La participac­ión en el cribado es voluntaria. Acude en torno al 60% de los citados, precisa. “Deberían responder un poquito más”, opina. Aunque a continuaci­ón admite que algunas personas no pueden porque tienen que ir a trabajar. La prueba es un test de antígenos y consiste en el ya conocido palito que se introduce por la nariz. “Es un poco molesto”, reconoce María García, cuando ya sale por el otro lado de la unidad móvil. “Pero se sobrelleva y hay que hacérselo porque si no esto no se termina nunca”, añade. Ella es la segunda vez que se hace esta prueba. Insta a que la gente acuda a los cribados masivos por responsabi­lidad social. Cuenta que su cuñada que es auxiliar de enfermería en el Hospital Regional contrajo el virus al principio de la pandemia y también que conoce a una persona que ha fallecido por el Covid 19. “Hay que tomárselo en serio”, insiste.

Los participan­tes en el cribado no tienen que esperar el resultado. Se pueden marchar y a los 15 minutos reciben un SMS en el que se les comunicada si son negativos o positivos. En este caso, se les informa las medidas a seguir. El sol va apretando y seca la humedad de las calles. Los niños están en el cole. Algún vecino algo rezagado pasea a su perro. En las tiendas esenciales no se habla de otra cosa que del Covid y del cribado que hay esta jornada en la plaza. Las cafeterías de la zona –que a media mañana suelen estar llenas y animadas con un vecindario que tiene más espíritu de pueblo que de capital– no admiten público. Pero por la ventana venden desayunos para tratar de que el impacto económico sobre sus ingresos sea el menor posible. En la de la esquina junto a la fuente, cuatro personas hacen cola para llevarse churros. Todos, comerciant­es y vecinos, intentan, a su manera, seguir sus vidas adaptándos­e a la nueva normalidad.

Francisco Fernández Protección Civil Donde haga falta nuestra ayuda, allí estamos. A veces nos faltan horas para ayudar”

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FOTOGRAFÍA­S: JAVIER ALBIÑANA Una mujer se somete a la prueba para detectar el Covid.
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Un hombre se somete a la PCR.

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