El elixir de la juventud del cine
Una nueva generación de cineastas e intérpretes pide paso en las pantallas
En España hay jóvenes con mucho talento en la industria audiovisual. Saben que la suya es una carrera de altibajos y mucha competencia donde solo unos pocos logran destacar y vivir de ello. Pero las ganas de formar parte de un ámbito como el del entretenimiento y poder hacer realidad sus sueños muchas veces puede con el miedo a no poder contar con un sueldo estable a fin de mes y otras vicisitudes. Hay toda una generación de actores y actrices españoles menores de 30 años o de esa edad que han logrado hacerse un nombre en el sector: Anna Castillo, Greta Fernández, Miguel Herrán, Milena Smit, Carlos Cuevas, Ricardo Gómez, Elisabet Casanovas, Àlex Monner... la lista es extensa. Pol Monen (Barcelona, 1994), se dio a conocer por el drama romántico Amar (2017), de Esteban Crespo, por el que fue nominado a actor revelación y aupado a joven promesa del cine español. “La gente no sabe lo difícil que es ser actor. Hay épocas en las que te va muy bien y otras que no tanto”, contaba a este diario en el 2018. Desde entonces ha trabajado de forma asidua tanto en la pequeña como la gran pantalla. “Tengo la sensación de que ahora puedo acceder más a castings que hace unos años y que la industria está en un momento de ebullición”, asegura este actor que vive normalmente en Madrid pero se desplaza cada mes a Barcelona. “Nunca se puede dar nada por hecho en el mundo de la actuación, pero estoy feliz y he aprendido a convivir con la incertidumbre y las esperas propias de la industria”. Monen tiene dos proyectos a la vista, un biopic del grupo musical Sau, ópera prima de Elisabet Terri, donde interpretará a Pep Sala, y volverá a colaborar con Jota Linares, con el que ya hizo ¿ A quién te llevarías a una isla desierta?, en un filme basado en un texto de Alberto Conejero.
Claudia Trujillo (Barcelona, 1995) era tan extremadamente tímida de pequeña que sus padres decidieron apuntarla a clases de teatro. Y cuajó. “Todos entramos en la industria sabiendo que es una montaña rusa y una lucha constante por seguir siendo relevantes. La gente se piensa que los actores trabajamos de camareros (y otros trabajos del estilo) hasta que nos cogen en nuestra primera serie o película y entonces ya está. Pero la realidad es otra. Al menos la mía y la de muchos que conozco”, apunta. “Hay épocas en las que he trabajado mucho y he podido subsistir casi tres años seguidos solo de empleo actoral. En mi caso después de Bienvenidos a Edén, Amar es para siempre y Terminator: destino oscuro me ha venido mi época de sequía laboral más grande hasta la fecha: llevo dos años trabajando en varios restaurantes y bares nocturnos”. Trujillo confía en que “el trabajo volverá a llegar” y asegura que “es una industria difícil”, pero cree que “la perseverancia da sus frutos” y que “lo más importante es celebrar los pequeños logros”. Le gusta “cómo va encaminado el futuro de la industria en general, con la globalización de las plataformas y la cantidad de proyectos internacionales que vienen a rodar a España”.
La jovencísima Carla Quílez, de 16 años, entró como un huracán en el sector sin experiencia previa. Con su aplaudido debut en La Maternal como adolescente embarazada a las órdenes de Pilar Palomero, se llevó la Concha de Plata a la mejor interpretación protagonista y el de actriz revelación en los Gaudí. Ha acabado cuarto de la ESO, dice que su gran pasión es el baile –la descubrieron por sus vídeos virales en Instagram– , no tiene miedo a los retos y tampoco tiene prisa por saber qué acabará haciendo en un futuro. Ha rodado el corto La niña tatuada y en el 2025 estrenará la miniserie Dime tu nombre, con Michelle Jenner. “Estoy muy satisfecha de poder seguir en el mundo de la actuación, que es muy bonito”.
Clàudia Malagelada es solo un año mayor y ha vivido un sueño colocándose por primera vez delante de la cámara en Creatura, el premiado filme de Elena Martín sobre el tabú de la sexualidad femenina, por la que ganó el Gaudí a mejor actriz revelación y fue nominada en la misma categoría en los Goya. Tampoco tenía formación actoral previa. Se presentó al casting por un anuncio en Instagram. “Me encantó ponerme en la piel de alguien que no fuese yo y aprendí mucho en el rodaje”, explica de su experiencia como Mila
“He aprendido a convivir con la incertidumbre y las esperas propias de la industria”, dice Monen
adolescente. Ha acabado primero de bachillerato y también estudia danza clásica en el conservatorio del Institut del Teatre. Le asusta la incertidumbre del sector “porque da la sensación de que el hecho de ganar premios te abre puertas y de momento no he tenido esta suerte”. Quiere estudiar interpretación, aunque va muy liada en el conservatorio. Por eso intenta trabajar de momento en cortometrajes realizados por estudiantes. “Tengo muchas ganas de hacer castings y no me pongo presión pero ya hace tiempo del rodaje de
Creatura y no encuentro otro proyecto”. Está muy feliz por la “oportunidad increíble” que ha tenido en el segundo largometraje de Martín, pero ve complicado que se repita de nuevo. Igualmente aboga por “no frustrarse” y “no dejar de luchar”.
Ganarse la vida al otro lado de la cámara tras el éxito inicial tampoco es tarea fácil. Pau Cruanyes y Gerard Vidal, formados en la Universitat Pompeu Fabra, fueron reconocidos en la sección Zonazine del festival de Málaga en el 2020 y se llevaron el premio del público en los Gaudí con Les dues nits
d’ahir, su trabajo de fin de grado en Comunicación Audiovisual. “Hay que invertir mucho trabajo, energía y esfuerzo en esta industria antes de poder tener dinero para desarrollar un proyecto”, señala Vidal, de 28 años, que lleva unos tres embarcado en otro largometraje “y va para largo”. “Obviamente hay gente a la que le va muy bien pero hay otros escribiendo muchos proyectos y haciendo muchas cosas y no hay suficiente oferta”, prosigue. Le acaban de conceder una beca para estudiar un máster de cine en Nueva York y está a punto de hacer las maletas y cruzar el charco. “Es aire fresco porque aquí cuesta mucho encontrar estabilidad, un trabajo o encadenar proyectos de cara a una tranquilidad económica”. Sobre su futuro en el sector, responde: “Me gustaría pensar que mejorará pero creo que hay tanta gente y tanta demanda que es difícil que todo el mundo pueda ganarse la vida tran- quilamente en esto”.
Y recién terminado el máster de Dirección Cinematográfica por la Escac y con toda la ilusión del mundo se presenta Joel Cánovas, de 24 años. No siempre quiso ser director pero antes de hacer la selectividad se decantó por el cine porque siempre le habían gustado las películas. “Desde los 18 años el cine se ha convertido en mi vida”, admite. Agradece que en la Escac se ruede mucho y su experiencia ha sido muy positiva. Ahora está en un curso fan
tasma tras el máster y está en plena posproducción de un proyecto. Ha colaborado en cortos y videoclips. Tiene varias ideas que está desarrollando por su cuenta y espera que acaben en una película. Cita como referentes a seguir a David Fincher y Denis Villeneuve, “directores que hacen películas como de autor, pero de gran presupuesto”. No tiene prisa por hacerse un hueco, “sé que hasta de aquí unos diez años no pasará porque es algo natural”, pero sí afirma que ahora mismo le preocupa el tema de hacer películas para el cine tras la irrupción de las plataformas. “El problema es que se hacen muchas películas para ver ya directamente en casa”. No se plantea una opción B. “No pienso rendirme. Hay que tener dedicación, paciencia y mucho trabajo”, clama con optimismo.