La Vanguardia

‘Los amigos de Peter’

- Jordi Évole

Quien piense que detrás de este título se esconde otro artículo sobre Pedro Sánchez y sus amiguitos comunistas, independen­tistas o bilduetarr­as se equivoca. Hoy no hay metáfora. Quiero hablar de Los amigos

de Peter, la peli de Kenneth Branagh. Ya no tengo reproducto­r, pero la conservo en VHS en mi estantería. Cada vez que hago mudanza soy incapaz de deshacerme de ella.

La vi muchas veces. En versión original con subtítulos en inglés. En el universo VHS, el menú para cambiar de idioma o quitar subtítulos era ciencia ficción. Formaba parte de una colección de películas para aprender inglés llamada Speak Up, que se compraba en los quioscos cuando en los quioscos también se vendían periódicos.

Nunca me sirvió para aprender inglés, pero adoraba esa peli. Por sus actores: Stephen Fry, Emma Thompson o Hugh Laurie mucho antes de convertirs­e en House. Por su banda sonora: The Pretenders, Cindy Lauper, Tears for Fears, Tina Turner, Queen. No sé de dónde sacaron la pasta para pagar los derechos de toda esa playlist.

Me quedaba pillado viendo cómo ese grupo de amigos se reencontra­ba años después, cómo el tiempo les había cambiado. Cómo se pasaba de la vida despreocup­ada de los 20 años a una vida con hijos, hipotecas, parejas y responsabi­lidades varias. La peli se estrenó en 1992. Tenía 18 años y entonces mepregunta­ba quién sería yosi enel futuro mereencont­rase con mis amigos de aquel momento. ¿Seguirían siendo esos amigos? ¿Serían otros? ¿Con qué tipo de mochila acudiría a la cita?

Mi pandilla de aquellos años se fue disgregand­o más o menos a partir de los 20. Fuimos tirando por caminos diferentes por cuestión de curros, estudios, parejas y otras afinidades. A pesar de que los años que compartimo­s fueron muy potentes, perdí el contacto con gran parte del grupo. Hace un año hicimos una de esas cosas que de entrada asustan: crear un grupo de Whatsapp. Y quedamos una noche para cenar. Tenemos la suerte de que Javi, que entonces trabajaba en una pequeña pizzería, se ha convertido en el chef del mejor restaurant­e de la comarca. Le hago publi porque se lo merece: restaurant­e Plats, de Cornellà. Fuimos a cenar allí y lo flipamos. La noche se alargó por bares que cierran a las tres y acabamos en una playa metropolit­ana bebiendo, cayéndonos de la risa, mi especialid­ad, y casi atropellad­os por la máquina que limpia la arena de la playa de madrugada. No hubo heridos.

Una noche, quien más quien menos, la aguanta. Pero ya de madrugada, en plena exaltación de la amistad, nos propusimos volver a quedar, pero para pasar todo un fin de semana juntos. Muchos pensamos que nunca lo haríamos. Pero la bola se fue haciendo grande: uno puso la casa, otro la bebida, otro el hielo, y Javi, cómo no, la comida. Y el finde pasado nos marcamos un Lo

samigosdep­eter de manual.

Era muy curioso observar cómo, al borde de los 50, todos nos parecíamos a lo que fuimos. Todos manteníamo­s nuestras taritas. Quien era sensible, quien era graciosa, ocurrente, quien era guapa, guapo, quien se comía la olla, quien se enfadaba, quien era intenso, quien era detallista, quien era del Atleti, quien era alto, bajo, quien era flaco, quien era de izquierdas… bueno, en las dos últimas sí que había habido cambios. Pero parecía que habíamos vuelto a 1990, a la mesa del fondo del Cuarta Avenida o de la granja Roy. El nivel de gustera fue tan alto que no se encendió la tele ni para ver el España-croacia. Ah, y por tranquiliz­ar a los cónyuges, nadie se lio con nadie. Eso sí, nos quisimos como nunca. El año que viene, más difícil todavía, tres o cuatro días en un barco. Parece que busquemos pelearnos.

Un detalle: el pelazo que conservamo­s los chicos… aunque el Grecian 2000 haya llegado a la vida de algunos para quedarse.

Es muy curioso observar cómo, al borde de los 50, todos nos parecíamos a lo que fuimos

 ?? Martín Tognola ??
Martín Tognola
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain