Cuando el ‘maître en scène’ es descubridor
El histórico David Pountney dio con ‘La pasajera’ de Weinberg que ha sacudido al Real
Con el colapso de la URSS, todas las grandes editoriales que habían monopolizado la edición musical en la Unión Soviética colapsaron o fueron compradas. En el caso de la obra de Mieczyslaw Weinberg (1919-1996), compositor ruso-polaco que fue perseguido por el nazismo por judío y censurado y encarcelado en la URSS, solo una pequeña parte quedó libre de derechos, y fue así que dio con La pasajera el histórico director de escena inglés David Pountney, el que revolucionó la ópera en los años setenta desde la English National Opera mientras el Covent Garden iba quedando obsoleto.
“Recibí solo un par de hojas con un título: ‘Ópera sobre Auschwitz de amigo de Shostakóvich’. Al googlear al compositor di con su gigantesca producción: 17 cuartetos de cuerda, 22 sinfonías, 7 óperas...”, explica Pountney. Jamás antes se había escenificado La pasajera, basada en la novela de la polaca Zofia Posmysz (1962) sobre una excomandanta de las SS en Auschwitz que sufre un flashback viajando en barco (lugar del que no se puede huir), pues cree haber visto a una de sus víctimas a bordo. Pountney decidió hacerla en el festival de Bregenz (Austria). De eso hace solo 14 años.
Que la autora y el compositor fueran protagonistas del nazismo le añade autenticidad a la obra. Son embajadores de la gran tragedia del siglo XX. El estreno del viernes en el Real, con Mirga Gražinytė-tyla en el podio, causó sensación entre el público. En la platea, Gustavo Dudamel la seguía ávido de conocer la dolorosa y original partitura. Una pieza de difícil ejecución, sobre todo en lo vocal, pero de escucha fácil. El Real dedica sus ocho funciones a la memoria de Gerard Mortier cuando se cumple, la próxima semana, una década de su fallecimiento. ●