La Vanguardia

Portugal gira hacia la derecha sin que sea seguro que el PS salga del poder

El desprestig­io demoscópic­o y el alza del ultra Ventura alimentan la incertidum­bre

- Anxo Lugilde Bar l na

Las derechas avanzan en Portugal por el carril del extremismo. Su progresión amenaza el dominio que el centroizqu­ierda mantiene desde el otoño del 2015 y propicia que el candidato conservado­r Luís Montenegro aparezca como el favorito para relevar al dimisionar­io primer ministro socialista, António Costa, si bien no se pueden descartar las opciones del también socialista Pedro Nuno Santos. Éstas son las únicas certezas a una semana de las elecciones parlamenta­rias lusas, envueltas en la bruma demoscópic­a, tras los repetidos errores graves de las encuestas, y bajo las dudas sobre la resistenci­a del cordón sanitario para garantizar que el pujante partido ultraderec­hista Chega, liderado por André Ventura, no disponga de la llave del poder.

Esa niebla atlántica que envuelve la política portuguesa tiene buena parte de su origen en los aún no aclarados hechos del decisivo 7 de noviembre, que llevaron a la inesperada renuncia de Costa tras ocho años. Era todo un récord para el Partido Socialista (PS), que había gobernado como máximo seis años y medio con el hoy secretario general de la ONU, António Guterres. Costa dimitió tras anunciar la Fiscalía que le investigar­ía por su presunta implicació­n en una red de corrupción relacionad­a con inversione­s públicas y permisos mineros. Las sospechas quedaron en entredicho poco después y arreciaron las críticas a la Fiscalía por su jaque mate al primer ministro, aunque en el despacho del jefe de gabinete de Costa se hallasen 75.000 euros de procedenci­a desconocid­a.

Sin previo aviso, con un año de antelación como mínimo, Portugal se vio abocado a estas elecciones con una renovación inédita de liderazgos y con las encuestas más que desprestig­iadas. En el 2022 hicieron el ridículo, al anunciar la posible caída de un Costa que sacó la mayoría absoluta. La memoria demoscópic­a suele resultar frágil, pero en Portugal el desastre no solo es reciente, sino que hubo otro hace menos de un mes, en las regionales de las Azores. Cuatro días antes, la encuesta de la televisión pública RTP situaba al PS tres puntos por delante de la alianza de derecha que ganó en las urnas por seis.

En este contexto resulta temerario tomar al pie de la letra el vuelco radical hacia la derecha que anuncian ahora los sondeos, al pasar del 43% de los votantes del 2022 al 55% en la media de encuestas que elabora Rádio Renascença. Tampoco es muy plausible que el centroizqu­ierda se desplome al 38%, desde el entre el 52% y el 54% que mantenía desde el 2015. La certeza, esa palabra tan portuguesa, reside en que las derechas suben y los progresist­as bajan, pero no se sabe en qué medida, ni tan siquiera qué bloque se impondrá.

Lo mismo sucede, hasta convertirs­e en el máximo misterio, en lo que atañe a las candidatur­as. La Alianza Democrátic­a del conservado­r Montenegro aparece primera en las encuestas, con un promedio de 2,5 puntos más que el PS de Santos, ventaja que Expresso, el semanario de referencia, reduce a un punto. En principio, Montenegro y Santos están en empate técnico. La coalición conservado­ra parece retener el porcentaje que sumaron sus componente­s en el 2023, mientras que al PS se le anuncia un fuerte varapalo, de incluso 14 puntos, si bien el precedente de Costa de hace dos años invita a una prudencia total.

Al mismo tiempo se antoja desmesurad­a el alza que se atribuye a la extrema derecha del antiguo tertuliano televisivo de fútbol, André Ventura. Según la media de Renascença, el Chega se multiplica­ría por 2,5 veces, desde el discreto 7% de hace dos años hasta un considerab­le 18%.

Intentar interpreta­r los posibles errores de las encuestas constituye siempre un ejercicio de altísimo riesgo, pues se trabaja con una materia prima quizá radioactiv­a. Apenas se pueden tener en cuenta las tendencias globales, pues coinciden con la dinámica de la campaña electoral. En ella las derechas están a la ofensiva, en busca del poder, que tratan de mantener unas alicaídas izquierdas, para las que los desastres demoscópic­os constituye­n el mayor consuelo. Los ejes temáticos están escorados hacia estribor, como se observa en la inédita polémica sobre la inmigració­n, que marcó los debates entre los candidatos.

La promesa de Montenegro de no entenderse con los ultra y la disposició­n de Santos a permitir que su rival gobierne si la derecha democrátic­a supera a la suma del centroizqu­ierda generan un cordón sanitario para impedir que Ventura sea el amo de la situación. Pero Montenegro se muestra ambiguo ante al escenario de que solo pudiese llegar al poder aliándose con el Chega. La bruma ante el domingo no solo es demoscópic­a, sino también política, con un enorme nivel de indecisión y una por lo general colosal tasa abstención. ●

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Car os García / EFE El candidato conservado­r Luís Montenegro en campaña

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