La Vanguardia

“Poner el foco en Gaza disimula el avance judío en Cisjordani­a”

Cardenal P. Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén; se ofreció como rehén a Hamas

- Lluís Amiguet

Tengo 58 años: enseñan paciencia. Soy de Bérgamo, donde eres católico antes de nacer. Ayudamos al millar de católicos gazatíes bajo las bombas que se niegan a abandonar su tierra. Participo en el Sent la Creu de jóvenes del Arquebisba­t de Barcelona unidos al sufrimient­o de los pueblos de Tierra Santa

Por qué se ofreció como rehén a Hamas a cambio de un niño judío de los secuestrad­os? Hice ese ofrecimien­to en el contexto de una conversaci­ón en la que se me preguntó en noviembre pasado si estaba dispuesto a ser intercambi­ado por un niño secuestrad­o por Hamas.

¿Está aún dispuesto?

Haría cualquier cosa para frenar este conflicto y frenar el absurdo que vivimos y creo que esa es parte de mi misión como pastor.

¿Qué pasó después de su oferta?

Que la situación se ha deteriorad­o, pese a las ventanas de oportunida­d de los alto el fuego. Me temo que vamos a peor.

¿Por qué?

Lo que vivimos es impredecib­le, pero nuestra misión es siempre la misma: los israelíes se sienten amenazados en su existencia y algunos ven ahora la oportunida­d para expulsar a los palestinos. Lo cual es irrealizab­le.

¿Nos estamos perdiendo algo aquí en la forma en que se informa sobre la guerra? Me temo que al poner el foco en Gaza se est· disimuland­o que muchos colonos judíos hacen ahora lo que quieren y est·n avanzando en Cisjordani­a de forma agresiva.

¿Podría mediar el Vaticano?

Estamos en continuo contacto con el papa Francisco y con todas las partes en conflicto siguiendo la situación día a día. Y también tenemos nuestra propia comunidad ·rabe católica en Gaza a la que debemos socorrer y socorremos. Es un empeño cotidiano.

¿Cuántos son? ¿Cómo les ayudan?

Son alrededor de un millar de ·rabes católicos gazatíes sometidos a la invasión y el fuego israelí a diario en la franja de Gaza.

¿Les han ofrecido ayuda para salir? Hablamos con ellos a diario. Y les ofrecimos esa posibilida­d al iniciarse la invasión; respondier­on que si los israelíes habían bautizado su invasión de Gaza “The flood” (la inundación), ellos serían “El arca de Noé”.

¿Y cómo sobreviven ahora?

Est·n apiñados en una iglesia sin agua, electricid­ad ni alimentos, así que dependen de lo que les podemos hacer llegar con dificultad­es, y a veces no hay m·s remedio que pagar fortunas en el mercado negro por ellos.

¿No los pueden evacuar?

El Vaticano no puede ordenarles que abandonen su tierra...

¿Cuántas bajas han tenido?

Hemos perdido ya 25 católicos en Gaza por los bombardeos y tiroteos, con decenas de heridos; pero adem·s de a los católicos...

Estamos con ellos: dígaselo.

Nosotros estamos con todas las víctimas: las judías, también.

También estamos con las víctimas judías. Es importante que no nos rindamos a ninguna de las narrativas en conflicto.

¿Qué quiere decir?

Que en esta guerra no aceptamos que únicamente haya víctimas de un solo bando. Estamos junto a todas: nadie tiene el monopolio del sufrimient­o, pero los católicos estamos juntos ayudando a todas las víctimas incluso si nuestra actitud es rechazada por otros.

¿Participa usted en los esfuerzos diplomátic­os para frenar la escalada?

Desde luego, somos muy activos en ellos, pero si los revelara dejarían de ser efectivos. Solo puedo decirle ahora que todas las partes nos escuchan, pero también que est·n cada vez m·s distantes.

¿Cómo llegó usted a Jerusalén?

Por obediencia franciscan­a hace 35 años, durante la guerra del Golfo y la primera intifada.

¿En algún momento vislumbró la paz? Los acuerdos de Oslo fueron una oportunida­d, pero concebida desde el poder: les faltó implantaci­ón territoria­l y liderazgo en los ·rabes y en los judíos para hacerla posible. Después, siempre se fue a peor.

¿Por qué?

Porque los acuerdos no considerab­an la dimensión religiosa, identitari­a, del conflicto y su vinculació­n al territorio: no se defendiero­n en los colegios, los templos, la calle, los hogares...

¿No había israelíes y árabes laicos?

Aquí incluso los judíos o musulmanes ateos, que los hay, son antes que ateos judíos o musulmanes. Esa dimensión identitari­a es previa a la geopolític­a y debemos trabajarla. Esa es la gran tarea pendiente.

¿Y ahora la religiosid­ad cada vez más radical se adueña de la política contra la paz?

En los dos bandos los partidos religiosos imponen su intransige­ncia al Estado y hacen imposible la convivenci­a.

¿Le ha resultado difícil su ministerio allí? Viví en el barrio judío de Jerusalén mientras estudiaba en la Universida­d Hebrea y a veces me sentía esquizofré­nico, pero aprendí hebreo, ·rabe y a vivir en contradicc­ión tras haber sido educado en la fe de una verdad. Los judíos no creen, sino que interpreta­n su fe. Y entender otras fes me ayudó a mejorar la mía.

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Àlex Garcia

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