La Vanguardia

Feijóo no ha ganado nada

- Silvia Angulo

Alberto Núñez Feijóo respira tranquilo desde el domingo. Unos malos resultados en las elecciones gallegas no amenazaban su cargo como presidente del Partido Popular, pero habría abierto una tensión insoportab­le dentro de la formación que le podría haber conducido a una nueva remodelaci­ón de la cúpula de su partido para protegerse m·s del “ruido” de Madrid. Un griterío que le acecha ante cualquier error o desliz y que se conjuró contra él tras las declaracio­nes de la cúpula del partido al defender en plena campaña y en una comida con periodista­s un posible indulto al expresiden­t Carles Puigdemont. En cuestión de pocos días ha pasado de ser un villano a convertirs­e en el héroe que ha catapultad­o a Alfonso Rueda a la mayoría absoluta en la Xunta. Porque hasta los suyos le habían reclamado que dejase de lado los actos electorale­s ante la estrategia err·tica que, en privado, aseguraban que llevaba su líder con el independen­tismo.

La victoria del PP ha pillado con el paso cambiado al Gobierno, que había generado unas expectativ­as de vuelco electoral que al final no se han cumplido. Las esperanzas que los populares albergaron en julio de llegar a la Moncloa le han acabada pasando por encima a los socialista­s, que se han dejado cinco escaños por el camino. El PP ha tenido algo a su favor y ha sabido afianzar los liderazgos en las comunidade­s. Los mismos de los que ahora se acuerda Pedro S·nchez, que insta a los suyos a afincarse en el territorio, a recorrerlo y a picar piedra ante la pérdida de peso autonómico.

Cuando las expectativ­as est·n tan altas resulta m·s difícil gestionar el fracaso, y el Gobierno se resiste a aceptarlo. Repiten que “Feijóo no ha ganado nada” y que continúa en la oposición y ellos en la Moncloa. Flaco favor se hacen si no saben detectar que tienen Feijóo para rato. No est·n ante un Pablo Casado, y con las gallegas se ha reafirmado dentro del partido y ha acallado las voces que habían pedido su cabeza ante cualquier signo de moderación o centralida­d.

Tras el domingo, Feijóo tiene dos caminos: endurecer su discurso y contribuir a la polarizaci­ón en la que est· la política española, acariciand­o las tesis de Vox, o recuperar el discurso con el que se presentó en abril del 2022 cuando fue elegido presidente. Ante la militancia y cuadros del partido se conjuró para esquivar la “política de bloques que –dijo– impide que dos partidos puedan hablar”. “No lo entiendo”, aseguró entonces y ofreció una mano tendida al PSOE para alcanzar pactos de Estado, pero estos grandes acuerdos no han llegado.

La renovación del Poder Judicial podría ser el principio. Las dos reuniones en Bruselas han quedado en tablas, pero es urgente atender a las reclamacio­nes de Europa, que instó hace meses a nombrar primero a los nuevos jueces y luego reformar el sistema de elección. Feijoo tiene una gran oportunida­d para aparecer como hombre de Estado. A ver si la aprovecha.

Cuando las expectativ­as están tan altas resulta difícil gestionar el fracaso, y el Gobierno se resiste a ello

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