La Vanguardia

El PP vasco no encuentra su rumbo

Los populares no han conseguido labrar un discurso para un País Vasco sin ETA y no logran competir con el PNV actual

- Ander Goyoaga Bilbao

La inauguraci­ón de la nueva sede del PP en Bilbao, a finales de marzo, se presentó como una especie de catarsis para los populares vascos: un local a pie de calle desde el que relanzar al partido. Los de Carlos Iturgaiz, sin embargo, tendrán muy complicado comenzar a remontar en las municipale­s y forales del día 28. Sus dificultad­es para competir con un PNV centrado en la gestión, la falta de un discurso autónomo y renovado que funcione en un País Vasco sin violencia y la escenifica­ción de que la pugna en la política vasca es cada vez más cosa de dos, PNV frente a EH Bildu, hacen que las previsione­s del partido no sean halagüeñas. Está por ver, además, el efecto que puedan tener estrategia­s, pensadas en clave nacional, como la escenifica­da por Cuca Gamarra en el Congreso al hilo de las listas de EH Bildu.

Los populares han perdido en dos décadas cuatro de cada cinco votos que llegaron a lograr en el País Vasco. De su máximo histórico de 327.000 apoyos en las elecciones vascas de 2001 han pasado a un mínimo de 60.600 apoyos, en coalición con Ciudadanos, en los últimos comicios. De llegar a ser la segunda fuerza en el momento de mayor acoso de ETA a ser la quinta en la Euskadi posterrori­smo.

Situados en su suelo electoral, los populares vascos se toman muy en serio las elecciones del día 28, en las que la sociedad vasca elige el gobierno de sus ayuntamien­tos y diputacion­es. Han pedido ayuda en Madrid, y la están recibiendo. Pesos pesados del partido como Isabel Díaz Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez o Elías Bendodo cerrarán sus listas en algunas localidade­s vascas. No está nada claro, sin embargo, que este paso pueda aportar en positivo. De momento, Rodríguez visitó hace unos días Durango, cuya lista cierra, con un discurso extemporán­eo y, por momentos, ofensivo. “Euskadi sufre un ambiente irrespirab­le que lo sitúa fuera de occigobier­no,

En un escenario de pugna entre PNV y Bildu, el PP no logra capitaliza­r el voto contrario a la coalición

dente (…). ¿Desde cuándo los vascos son tristes y tienen que llevar el pelo a tazón cortado con hacha?”, indicó.

El pasado miércoles la portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, llevó al hemiciclo una denuncia de Covite en torno a las listas Bildu en Euskadi y Navarra. El colectivo de víctimas había censurado que entre las listas a ayuntamien­tos y diputacion­es de la coalición había hasta 44 personas condenadas por su vinculació­n con ETA, siete de ellas con delitos de sangre. El reproche moral, en el que entraron el presidente del

Pedro Sánchez, o el PNV, es evidente. Gamarra, en cambio, dio un paso más y espetó a Sánchez que “es el cartel electoral con el que se presenta el PSOE”.

Esta cuestión ha salpicado el arranque de la campaña electoral, aunque no parece que esta estrategia, diseñada para desgastar a Sánchez, pueda tener un efecto positivo para el PP vasco. De un lado, los de Iturgaiz han podido comprobar que centrar su discurso en la cuestión del terrorismo, como si nada hubiera cambiado en 12 años desde el final de la violencia, no tiene un retorno electoral, menos aún si se detrás se aprecia una motivación partidista. De otro, en un momento en el que la política vasca se percibe en cada vez más escenarios como una pugna entre PNV y EH Bildu, es complicado que el PP vasco pueda capitaliza­r el voto anti-bildu. Opera la lógica del voto útil, que beneficia al PNV.

Los jeltzales son el rival a batir para el PP. Les está costando competir con un PNV centrado en la gestión, alejado de posiciones soberanist­as y ubicado en la centralida­d, de ahí la hipérbole permanente de Iturgaiz buscando trasladar que Iñigo Urkullu está a punto de organizar una suerte de versión vasca del procés. Sin embargo, resulta poco probable que alguien pueda percibir al lehendakar­i como un líder temerario y, de hecho, según el Sociómetro vasco, hasta el 72% de los votantes del PP le aprueba.

Es evidente que algo está fallando en el discurso del PP para la sociedad vasca de 2023, y no solo se trata de las constantes referencia­s a ETA o lo inverosími­l de situar a Urkullu al filo de una escalada soberanist­a. Ocurre en muchos ámbitos. El plano de la convivenci­a lingüístic­a es paradigmát­ico. Según la última Encuesta Sociolingü­ística, solo el 6,8% de la población de Euskadi está en contra de la promoción del euskera. El mismo estudio indica que el 75% de los jóvenes habla esta lengua, 50 puntos más que a comienzos de los 90, y, más allá de las grandes diferencia­s entre municipios en su uso social, en ese grupo de edad solo un 9% no es capaz de hablarla ni entenderla. Los padres de esa generación de jóvenes conforman el nicho electoral más numeroso y movilizado, de manera que cuesta entender que el PP siga enconado en posiciones con un respaldo potencial tan limitado. Es solo un ejemplo más, pero resulta ilustrativ­o de hasta qué punto se están situando lejos de la centralida­d, de ahí que el día 28 partan sin opciones de gobernar institucio­nes vascas relevantes.

El PP vasco, junto al PSE el partido que más sufrió el acoso terrorista, ha salido a la calle para reforzarse y había fijado en estos comicios el inicio de su revitaliza­ción. Es probable, no obstante, que necesite más tiempo para saber leer cómo han cambiado las calles vascas.

Ha pasado de segunda fuerza en el momento de mayor acoso de ETA a quinta en la Euskadi posterrori­smo

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Javier Etxezarret­a E E Feijóo junto a la cúpula vasca del PP paseando por las calles de Bilbao el pasado mes de abril
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