La Vanguardia

Ana Rosa y las cosas del directo

- Joaquín Luna

Tras esperar la intemerata, el invitado soltó la grosería y por poco no enseña el pene

Adiferenci­a del Gran Ducado de Luxemburgo, en España la ciudadanía quiere y sueña con salir en televisión, a ser posible en directo. Y los de las television­es lo saben...

¿Por qué a estas alturas los españoles se pirran por salir en televisión? Es lo atávico. Los abuelos viendo Eurovisión –Spain, zero

points!–; los sesudos, La Clave ;el parte del tiempo, todos.

Roger Pons, 27 años, ha salido en televisión. Y nada menos que en las mañanitas de Ana Rosa Quintana, la Ayuso televisiva, donde soltó una frase del acervo que se transmite de generación en generación peninsular:

–Llevo aquí dos horas esperando. ¡Me vais a comer la p .... !

(En eso estaba yo, miembro de la audiencia, pensando).

El tal Roger lleva una semanita complicada y estalló en vivo y en directo porque los de Ana Rosa le habían prometido unos minutos de gloria pero le tuvieron esperando la intemerata. Así que soltó la frase y se levantó de la mesa, con el infortunio de dar la impresión de que iba a mostrar su miembro viril, en nombre del colectivo de víctimas de los retrasos y abusos en las aparicione­s televisiva­s, club fundado por el gran Umbral.

Consciente de que el Ministerio de Igualdad no le daría cobertura a lo Rocío Carrasco, Ana Rosa Quintana mandó parar la música de la faena y se limitó a decir, tranquila, como las guapas con tablas, que su invitado era un “tarado” (como para ir a cenar con ella) y la debía tener “muy fea” (digo yo que propia de una sardinada popular en la Costa Brava).

El ciudadano estaba convocado para explicar, como testigo y por videoconfe­rencia, el incidente en un bus nocturno de Barcelona cuya conductora hizo bajar a un pasajero dicharache­ro que la incomodaba a los gritos de “reina”, “guapa” y cosas por el estilo, en lugar de preguntarl­e, debajo del cartel “Prohibido hablar con el conductor”, si el autobús paraba en la Barcelonet­a o donde Trauma, antiguo hogar del divorciado.

Roger quería salir en televisión pero en la hora convenida y expresó de mala manera su malestar por la espera. Suerte que ya no era la hora del desayuno porque media España le escuchó la frase...

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