La presidenta del Congreso insta a Vox a cumplir el reglamento de la Cámara
La advertencia de Batet no logra contener el tono tabernario del hemiciclo
Al término del enésimo debate encendido en la Cámara, la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, instó a los miembros del grupo parlamentario de Vox a cumplir el reglamento y preservar la “cortesía y el respeto” que exige.
Su discurso no logró calar en el ánimo de sus señorías del partido ultranacionalista, pero tampoco en el de los otros grupos que también protagonizaron otros incidentes.
Al final de la sesión, la presidencia de la Cámara había obligado a retirar de las actas el término “filoterrorista” y el término “fascista”. El primero fue pronunciado por un diputado de Vox, el segundo por un diputado de la izquierda.
La situación vivida ayer es descriptiva de la dificultad de los representantes políticos y de la propia presidencia de esta Cámara para hallar el modo de moderar los debates sin que, a la vez, se coarte el derecho a expresar las opiniones políticas.
Aunque Vox se lleve en estos últimos días la palma en el desmán, el problema atañe a todos los grupos, como se puso de manifiesto en la sesión del miércoles en la intervención de la ministra Irene Montero y en otras que han tenido lugar en estos días especialmente encendidos.
Batet intervino al final del debate de una ley tan poco proclive a la algarada como la del sector ferroviario en la que, aún así, tuvo sus momentos incendiarios protagonizados, nuevamente, por una diputada del grupo ultranacionalista Patricia de las Heras. A ella se dirigió expresamente Batet cuando pidió un compromiso para “colaborar y dignificar, y estar a la altura de lo que representamos y se espera de nosotros”.
La presidenta de la Cámara recordó a sus señorías que el artículo 16 del reglamento insta a respetar al adversario y la cortesía, y, a modo de advertencia, señaló que la presidencia va a hacer cumplir esos límites.
La intervención de Batet no obtuvo el apoyo unánime de los grupos del Parlamento. El primero en protestar fue el portavoz de Vox, Espinosa de los Monteros, al que Batet ni tan siquiera le dio el derecho de réplica.
Ya fuera del hemiciclo, otros grupos, la mayoría encuadrados en la izquierda, también discrepaban de las palabras y los actos de la presidencia –en particular la retirada del término fascista empleada por un diputado de la izquierda para definir a los representantes de Vox–, al entender que la presidenta había metido a todas sus señorías en el mismo saco.
Todo ello ocurrió en la misma sesión en la que el diputado y miembro de la Mesa del Congreso Adolfo Suárez Illana se despidió de la Cámara tras anunciar su retirada de la política. Suárez se llevó el aplauso de gran parte de los diputados.c
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