“Perdono a los futbolistas que hacen teatro”
Hace tiempo que Cesc Casanovas (Barcelona, 1974) perdió la cuenta de los personajes a los que ha dado vida en Polònia (TV3). Sí le es más sencillo recordar sus imitaciones en el extinto
Crackòvia porque fueron menos (Ancelotti, Maradona, Zubizarreta...). Una relación más profesional que personal con el deporte rey.
¿Le interesa el fútbol?
Me gusta, pero hay tanto bombardeo mediático que dejé de verlo. Lo seguía sobre todo de pequeño; coleccionaba cromos o camisetas. Tenía la mítica de Arconada, me gustaba la estética de los porteros. De mayor vi muchos partidos de los tres bajitos: Xavi, Iniesta y Cesc.
¿Eso era arte?
Hay un punto artístico en algunas acciones, como el caño o el regate. Es un aliciente para el espectador ver cómo uno es capaz de
mearse a otro.
Es uno de los deportes donde se hace más teatro.
El foco de atención es tan
heavy que los jugadores a veces actúan más de la cuenta. A veces tienen razón. Una vez me pegaron una patada en la espinilla, ¡cómo dolía! Y al cabo de un rato se me pasó. Entiendo que no todo es cuento, hay golpes que duelen y luego no va a más. Los perdono.
En el fútbol femenino es todo menos exagerado.
Las mujeres son más resistentes. Un argumento cutre salchichero diría que los hombres acabarían a bofetadas, pero como no pueden hacerlo tienen que hacer más teatro. Ellas son más deportivas. ¿Para cuándo el fútbol mixto?
¿Qué tal el Mundial?
Estoy desconectado, aunque he seguido las polémicas. Por mí que no lo viera ni Dios, me genera antipatía. La parte positiva de la globalización es que a veces en lugares más aislados que pasan a ser el centro de atención alguien enciende una mecha y la gente empieza a despertar, como ha sucedido en otros países.