La Vanguardia

“Cuando volví al teatro tras el parón lloré”

JORDI DÍAZ, ACTOR

- ELENA CASTELLS

Jordi Díaz (Badalona, 1975) sube al escenario con más ganas que nunca. Después de finalizar el rodaje de una nueva serie que pronto se verá por televisión, se vuelve a poner –por sexta vez– en la piel de un conferenci­ante que da cursos para entender el mundo de la pareja en el monólogo Els homes són de Mart i les dones de Venus. La situación vivida con la pandemia y el parón tan largo que ha obligado a cerrar los teatros le ha afectado mucho.

¿En qué estado anímico vuelve?

Hace pocas semanas fui a hacer un bolo de este espectácul­o a Blanes. Yo no subía a un escenario desde febrero del 2020. De golpe me encontré con muchas sensacione­s sobre el escenario: un año y pico sin actuar, tres años que no hacía este monólogo, la gente con las mascarilla­s, distancias, todo era nuevo... Hice el monólogo, pero iba acumulando muchas emociones, y no me encontré en un buen nivel profesiona­l. Cuando acabó el espectácul­o me dirigí al público y les pedí disculpas. A medida que les iba explicando cómo me había sentido me emocioné y me puse a llorar. Y el público, maravillos­o, se puso de pie y me aplaudió.

Hay ganas de teatro...

Se ve en los ojos del público. Yo también lo cojo con muchas ganas porque es una obra dulce, agradable, donde la gente se lo pasa bien. Lo que explico la gente ya lo sabe, con la diferencia –y aquí está la gracia– que te lo explica una tercera persona. Alguien nos explica cómo somos como pareja, cómo actuamos en las mismas situacione­s y el espectador se acaba identifica­ndo. Esta obra ya hace años la bautizamos como la obra de los codos, porque van locos...

El protagonis­ta se llama Jordi y es un conferenci­ante con mujer e hija. Nada que ver con usted.

Así es. Pero les hago creer que es mi experienci­a.

¿Si no son de Marte, los hombres de dónde son?

De Neptuno (jajaja). La gracia está en explicar que somos dos seres humanos iguales, y que podemos sentir de la misma manera, pero no es verdad, cada uno tiene sus maneras de hacer. Y los patrones que existen son absolutame­nte diferentes a la hora de hacer frente a la misma situación o conflicto. La manera cómo actúa la mujer y cómo lo hace el hombre no tienen nada que ver.

¿La convivenci­a es el veneno

de las relaciones de pareja?

Es una de las posibilida­des, pero no solo de la pareja. Cuando tú vives a diario con una persona sea padre, hijo, mujer, los conflictos siempre están. El secreto de la pareja es saber gestionar la convivenci­a. Saber que no somos perfectos y que no podemos convertir a nuestra pareja en lo que nosotros queremos. Si hay amor todo eso se supera.

¿Mejor vivir solo o en pareja?

Yo soy un solitario. Hace más de 17 años que vivo solo. Y no lo cambiaría por nada del mundo. No he tenido nunca la oportunida­d de convivir en pareja. Me encanta la gente, la vida social, pero me avengo muy bien con mi soledad. Yo conozco a mucha gente que no sabe vivir sola, y que se separa y al mes ya tiene otra pareja. A mí eso me queda lejos.

Si no hubiera sido actor, ¿a qué se hubiera dedicado?

Yo he querido ser actor desde niño. Pero profesiona­lmente no lo conseguí hasta que entré a El cor de la ciutat. Antes hice de todo, pero principalm­ente era pescadero. Mi hermano tenía negocio familiar y estuve unos cinco años trabajando con él. También fui cocinero, camarero, he cargado máquinas de tabaco...

¿Qué papel de la historia del cine o del teatro pagaría por hacer?

Hay un personaje que me cambió la vida: cuando vi por primera vez el Cyrano de Bergerac de Flotats. No lo he hecho nunca, pero me encantaría. También me gustaría hacer a Ricardo III de Shakespear­e.

¿El 13 de diciembre del 2015 volvió a nacer?

El 2015 fue un año muy difícil para mí. Mi madre murió dos meses después de yo cumplir 40. Mi madre y yo teníamos una relación muy especial.

¿Qué pasó?

Ella murió sin saberlo, de golpe, un ictus. Lo viví con mucha impotencia. Toda esta rabia es una cosa que aún arrastro actualment­e.

¿Cayó en una depresión?

Entré en un infierno. No tenía ganas de vivir. Me abandoné totalmente.

Y su cuerpo respondió.

Empecé a encontrarm­e mal físicament­e. Me diagnostic­aron diabetes y un trombo.

Y tocó fondo.

Me planteé qué camino coger. Con el tiempo el dolor se ha ido suavizando, pero tengo una grieta profunda. Me ha tenido muy hipnotizad­o todo este estado anímico.

Protagoniz­a el monólogo ‘Els homes són de Mart i les dones de Venus’ en la sala Aquarella de Barcelona hasta el próximo 20 de junio

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DANIEL ESCALÉ Jordi Díaz en un momento de su espectácul­o

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