La Vanguardia

Un comisario sitúa a Fernández Díaz al frente de la Kitchen

- JOAQUÍN VERA

El excomisari­o de la Policía Nacional Enrique García Castaño, alias el Gordo, es una de las piezas clave de la operación Kitchen, la trama policial –ajena a cualquier control judicial– que se montó supuestame­nte desde Interior para robar informació­n compromete­dora para el Partido Popular a Luis Bárcenas. El Gordo –mano derecha del excomisari­o José Manuel Villarejo– reconoció ayer en el Congreso de los Diputados haber participad­o en la trama del espionaje al extesorero, pero porque el exministro del Interior Jorge Fernández Díaz y su número dos, Francisco Martínez, ordenaron que Villarejo participas­e en el operativo parapolici­al.

Pese a haber declarado ya en 17 ocasiones en la Audiencia Nacional –seis de ellas por Kitchen–, García Castaño llegó a la comisión de investigac­ión que versa sobre dicha trama con afán de “seguir colaborand­o con la justicia”. Eso sí, advirtió a los portavoces parlamenta­rios de que por la ley de secretos oficiales no podía responder a preguntas –precisamen­te– de este asunto, tal y como leyó en un escrito que llevaba preparado. Sin embargo, minutos después cuando comenzó el interrogat­orio político, el Gordo no dejó apenas nada sin contestar.

“Me llama el DAO [Eugenio Pino, exjefe de la Policía en la etapa de Fernández Díaz] y es él quien me dice que necesita mi ayuda para culminar la investigac­ión del señor Bárcenas, que le faltaba una pata”. Ahí, según su versión, comenzó su implicació­n en Kitchen.

Fue posteriorm­ente cuando Sergio Ríos –exchófer de Bárcenas que había sido captado por la trama a cambio de un sueldo en negro a cargo de los fondos reservados– le llamó para entregarle tres móviles del extesorero de los populares, tal y como relató. Esa versión coincide plenamente con la ofrecida en la Audiencia Nacional. Tras hacer el volcado de los tres dispositiv­os, entregó un lápiz de memoria con toda la informació­n obtenida al exsecretar­io de Estado Francisco Martínez. El portavoz del PSOE, Felipe Sicilia –que también es policía–, preguntó perplejo si disponía de una orden judicial para incautarse de esa documentac­ión, a lo que García Castaño respondió que no y justificó su acción en el principio de “oportunida­d e inmediatez”. Una autorizaci­ón con la que tampoco contaba para penetrar en el estudio de Rosalía Iglesias, mujer de Luis Bárcenas, en busca de documentac­ión: “Entro porque la señora de servicio me abre la puerta, la engaño, no me hace falta orden judicial”, defendió el comisario ya ju-bilado.

LA ORDEN

“Me llama el jefe de la Policía porque necesita culminar la investigac­ión ”

SU IMPLICACIÓ­N

Volcó la informació­n de tres móviles de Bárcenas y dio un ‘pen drive’ a Interior

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