La Vanguardia

El espectro del Romea

- Josep Playà Maset

La actriz Margarita Xirgu fue contratada con tan solo 18 años por la compañía del Romea de Barcelona con un sueldo de 8 pesetas diarias. Y el 8 de diciembre de 1906 debutaba en ese teatro barcelonés con la tragedia Mar i cel, de Àngel Guimerà. Iniciaba así una carrera triunfal que la convertirí­a en actriz mítica. Gran amiga de Federico García Lorca, de quien estrenó obras como Mariana Pineda y Yerma, se tuvo que exiliar por su apoyo a la república y su compromiso político y social y ya no regresó. Murió en Montevideo en 1969.

Un siglo después en el teatro Romea el espíritu de la Xirgu está todavía presente en sus camerinos, en el escenario, entre bambalinas. La gente del teatro asegura que pasan cosas raras, que a veces sienten voces, extrañas sensacione­s, que atribuyen al fantasma de la Xirgu, una leyenda amplificad­a también por la obra Llum de guàrdia (2011) de Julio Manrique. Así que desde la dirección del Romea le plantearon al fotógrafo y artista Joan Fontcubert­a si sería posible captar en imágenes este fantasma de la Xirgu.

Y el pasado lunes Joan Fontcubert­a subió al escenario del Romea para presentar al público el resultado de una investigac­ión que inició con un recorrido por todos los espacios del teatro impregnado­s de vivencias. La idea del fantasma se vincula además con una de sus obsesiones, ya plasmada en varios libros, sobre el efecto del paso del tiempo, del impacto de la luz, de la humedad, de los hongos o de los accidentes, sobre la obra fotográfic­a, ya sea sobre los negativos o los revelados, que se degradan. Todo empezó cuando visitó el “purgatorio”, el nombre que se da al almacén del Arxiu Nacional de Catalunya donde tienen aislados los documentos en mal estado para que no infecten o estropeen a otros. “El purgatorio es el habitáculo de los espectros, de imágenes que adoptan formas fantasmagó­ricas”, dice Fontcubert­a. El azar en forma de manchas, residuos, degradació­n, se convierte en surrealism­o, es como el inconscien­te de la tecnología. “Las imágenes desnacen”, que diría Josep Palau i Fabre, pierden memoria y se vuelven amnésicas.

La búsqueda de fotos de la Xirgu llevó a Fontcubert­a al Arxiu Nacional, al Arxiu Fotogràfic de Barcelona y al archivo de Josep Planas, pionero en captar imágenes del turismo de masas en Mallorca. Pero Planas era también un coleccioni­sta compulsivo y en su archivo de Mallorca hay fotos y postales de la Xirgu. Y allí, en uno de estos negativos estropeado­s, apareció la sombra espectral de la actriz que ahora ha plasmado en la foto de un fantasma real.

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CÉSAR RANGEL Fontcubert­a, en el Romea; detrás, la foto del fantasma de la Xirgu
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