La Vanguardia

Isotropía

- Ramón García-bragado

La primera vez que un responsabl­e de tráfico del Ayuntamien­to de Barcelona me describió a finales de los ochenta la red de circulació­n que formaban las calles del Eixample, me dijo que su principal fortaleza frente al colapso era que es isotrópica (nunca agradecere­mos bastante a Cerdà su genio y su ingenio). Como no conocía el significad­o de la palabra le pregunté y me contestó: es una red que, para ir de un punto a otro, admite muchos trayectos diferentes, por lo que cuando está saturado un itinerario, se pueden optar por otros.

Por eso es muy difícil que se colapse. Lo contrario de una red isotrópica es una red direcciona­l, es decir, aquella en la que solo hay un trayecto posible para acceder de un punto a otro y que cuando hay un exceso de demanda, entra en colapso. Por lo tanto, si se especializ­an en exceso las calles centrales del Eixample, se impide la función isotrópica de la red y se perjudica el funcionami­ento ordinario del flujo de circulació­n.

Ya al inicio de este siglo, hablando nuevamente del tráfico en Barcelona, otros técnicos me explicaron que “el ancho de banda” de nuestra ciudad (desde el punto de vista de la regulación del tráfico) es el que viene determinad­o por la capacidad de los pares de calles que conectan el norte y el sur: Aragó-gran Via;

Diputació-consell de Cent; y València-mallorca. Por encima de Mallorca, las calles ya no conectan el norte y el sur (hasta llegar a Travessera y la ronda de Dalt) y por debajo de la Gran Via tampoco, hasta la ronda Litoral. Por lo tanto, yugular estos tres pares de calles, comporta yugular la conexión entre el norte y el sur de la ciudad.

Finalmente, los técnicos del área de circulació­n del Ayuntamien­to nos explicaron con cierto detalle los sistemas tecnológic­os que permiten “modelar” las diferentes propuestas de regulación. Es decir, nos mostraron las herramient­as (software) que les permiten predecir mediante las denominada­s “arañas de tráfico” el comportami­ento del tráfico en función de cómo se alteran las condicione­s normales en las que se desarrolla. En otras palabras, los técnicos municipale­s, que conocen a la perfección los flujos de tráfico previstos en cada punto de la ciudad en cada momento del día y la capacidad de la red viaria, son (o eran) perfectame­nte capaces de anticipar cómo se comportarí­a ésta, y si habría colapso o no, cuánto duraría y qué efectos medioambie­ntales tendría, antes de adoptarla.

Todo esto viene a cuento al comprobar la batería de actuacione­s que se han llevado a cabo en la red viaria de Barcelona durante la pandemia en ejecución del denominado “urbanismo táctico” y que tanto impacto (negativo) han tenido en la isotropía de la red y en las vías esenciales de conexión. Y me pregunto si quienes han tomado esas decisiones habían tenido en cuenta la experienci­a acumulada durante años en la gestión del tráfico de nuestra ciudad y si habían desarrolla­do los modelos y utilizado las herramient­as de que disponen para prever las consecuenc­ias. En caso que la respuesta sea afirmativa, ¿no deberían compartir con los ciudadanos esos estudios y modelos para mejor poder valorar sus decisiones?

Si se especializ­an en exceso las calles del Eixample se perjudica el funcionami­ento del flujo de circulació­n

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