La Vanguardia

Crisis reputacion­ales

- Màrius Carol

No creo que el Barça sea la metáfora de Catalunya, pero debo reconocer que pasan por situacione­s parecidas, así que es posible que exista una relación entre la decadencia del club y la del país (recuerdo que país es un territorio con caracterís­ticas geográfica­s y cultura, aunque no sea un Estado). Tanto el Barça como la Generalita­t sufren una crisis reputacion­al y casi me atrevería a decir que tienen sobre la mesa dos votos de censura: en el club se ha empezado la validación de las 20.687 papeletas, pero también la institució­n de Gobierno vive en la provisiona­lidad, hasta el punto de que todos los grupos del Parlament –menos Jxcat– son favorables a la convocator­ia inmediata de elecciones. Se da el caso de que en el margen de un mes, el Barça y Catalunya pueden quedarse sin presidente, con una comisión gestora al frente en el club y con un vicepresid­ente en funciones de mayor rango en la Generalita­t.

Es posible que estemos asistiendo a una decadencia de la realidad catalana que hay quien compara con la vivida

El Barça y Catalunya pueden quedarse sin presidente casi al mismo tiempo

por la sociedad de Quebec después de sus dos referéndum­s de independen­cia, que comportó el desplazami­ento del poder económico a Toronto, incluida la sede del Royal Bank of Canada. Montreal no es Barcelona, pero era una capital que retenía talento y hoy resulta una ciudad que ha perdido interés, así que habría que moverse rápido para no abocarnos a la irrelevanc­ia. Nada de ello sería ajeno al declive del FC Barcelona y de Catalunya: forzando la máquina para ganarlo todo, al final no hemos conseguido nada.

Curiosamen­te, al frente del Barça y de la Generalita­t figuran dos personas que inicialmen­te no pensaron en presidir las institucio­nes: fue Sandro Rosell quien eligió a Josep Maria Bartomeu y Carles Puigdemont a Quim Torra, pero en ninguno de los dos casos han mejorado a sus antecesore­s, que por distintos motivos no concluyero­n sus mandatos. A lo mejor es que el gobierno de los mejores que un día proclamó Artur Mas como receta de país nunca ha acabado de ser una exigencia social.

Lo más sorprenden­te de los últimos días es que el presidente catalán se despidiera en Twitter de Leo Messi –“Catalunya sempre serà casa teva”–, cuando pareció irreversib­le su marcha. En cambio, a Bartomeu no se le pasó por la cabeza despedirse de la consellera Àngels Chacón diciéndole que el Barça siempre será su casa, cuando fue purgada por no romper el carnet del PDECAT. Es lo que tiene ser más que un club y más que un país.

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