La Vanguardia

El partido de la síntesis

- Jaume Barberà

Desde hace muchos años, los científico­s, sobre todo físicos y matemático­s, andan detrás del sueño de Albert Einstein: encontrar una ecuación única que explique todos los fenómenos físicos conocidos y dé respuesta a la preguntas esenciales y fundamenta­les del universo. Sería la ecuación de la llamada teoría del todo (o TOE, por sus siglas en inglés, theory of everything).

Mientras tanto, en Waterloo.cat, parece que el pasado fin de semana se descubrió algo único en el mundo mundial. Fue todo un hallazgo y hay un titular no escrito de los que podrían quedar para la historia: “Carles Puigdemont y Jordi Sànchez fundan el partido de la síntesis ideológica”. Bonito, ¿eh?

Es decir, la teoría del todo de la política, de los partidos y del poder. El partido de la felicidad. El partido de los sin clases; el partido de la armonía y del bienestar. El partido del pueblo unido donde nadie piensa excepto uno.

De verdad que no sé por qué tanto desvelo para intentar pergeñar los cimientos de una plataforma electoral, ahora partido, para retener el poder por parte de los que en los últimos 40 años lo han ocupado 33.

Creo que sería mucho más honesto y claro decir lo siguiente: “Le hemos hecho un tercer ‘reset’ a Convergènc­ia y le hemos vuelto a cambiar el nombre. Casi todos somos convergent­es, pero no lo aceptamos, por esto opamos de la forma más cruel y despiadada a los que nos recuerdan, solo con verlos, lo que somos. Hemos borrado su disco duro, pero hemos conservado sueldos y patrimonio­s personales. Abjuramos de nuestro pasado y de la deixa. No nos gusta el pujolismo, pero nos pone el pal de paller. No tenemos ideología: solo somos síntesis

La ideología y el pasado son una pesada carga para los convergent­es renacidos, por eso propugnan transversa­lidad

y de la gente, como los de Podemos. Somos del pueblo, y no decimos llano porque tampoco hay que excederse con el maquillaje...

Solo tenemos un líder: Carles Puigdemont. Sin él, como en su momento con Pujol, no seríamos nadie, y a él se lo debemos todo. Puigdemont es tan original que no le gustan los partidos y por esto ha creado un partido. Nuestra divisa es “votadme que volveré”. Somos independen­tistas con mucho gas y pasión...

No proponemos nada nuevo. No tenemos ningún plan. No somos ideología: somos emoción. Marchena y su justicia vengativa alimentan nuestra determinac­ión. No somos como los republican­os: ellos solo son traición, y nosotros confrontac­ión”. Más claro así, ¿no les parece? La ideología, y me temo, desgraciad­amente, que su pasado, es una pesada carga para los convergent­es renacidos, por eso abogan por las síntesis de sensibilid­ades y la transversa­lidad.

La ideología en los demócratas, ya sean de izquierdas o de derechas, no debería ser ninguna pesada carga. Si por ideología entendemos el conjunto de ideas fundamenta­les que caracteriz­a el pensamient­o.

No hay en democracia nada parecido a un partido de síntesis de todas las sensibilid­ades. No sé los Hare Krishna, pero esos no son partido, de momento.

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