La Vanguardia

Moción americana

- Enric Juliana

El fuselaje del Gobierno es de chapa ondulada como el de algunos aviones de la Segunda Guerra Mundial. Lo quieren derribar y no hay manera. Hay baterías antiaéreas –de muy distinta filiación y calibre– apostadas en varias azoteas de Madrid, y no hay manera. Se les escapa el avión que tantas veces dibuja el ninotaire de La Vanguardia, Toni Batllori.

Es ondulada la chapa y la trayectori­a. Unos días sube hasta tocar la parte alta del cielo [martes, 21 de julio, acuerdo del Consejo Europeo sobre el programa de recuperaci­ón] y otros días parece entrar en barrena [lunes, 27 de julio, decisión del Gobierno de Londres de someter a cuarentena a todos los británicos que regresen de España]. Pedro Sánchez podía haber sido noqueado ayer en el Congreso y salió con una moción de censura de Vox en el bolsillo y una ancha sonrisa. Una moción de censura de sello norteameri­cano. El primer problema de septiembre será para Pablo Casado.

“Si tan urgente es cambiar este Gobierno, por qué espera usted a septiembre, señor Abascal. ¿Qué pasa? ¿Se va de vacaciones?”. Sánchez no pudo evitar el cachondeo tras oír el anuncio de una moción de censura que no prosperará y que tácticamen­te le favorece. El uso obligatori­o de la mascarilla ayudó a Casado a disimular el gesto de contraried­ad. Cayetana Álvarez de Toledo

hablaba con la mirada.

Se les escapó vivo Sánchez, el del fuselaje ondulado. Si hay un momento propicio para la crítica severa al Gobierno desde que comenzó la epidemia es ahora. Ahora y no aquellas semanas trágicas de marzo y abril, cuando más de mil personas morían al día en unos hospitales que estaban a punto de colapsar. Aquel era el momento de la unión y la solidarida­d. Ahora, atenuada la tragedia, es el momento de la crítica. Y hay motivo.

Algunas cosas no se están haciendo bien. La abrupta decisión británica propina un duro golpe a la economía y agrava las malas expectativ­as de otoño. Es lícito preguntars­e sobre la oportunida­d de la reciente reunión de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, con el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, que Londres puede haber interpreta­do como un gesto hostil, dado el interés de los gibraltare­ños para mantener un nexo con la Unión Europea. “Inglaterra no tiene amigos permanente­s, solo tiene intereses permanente­s”. Conviene recordar el viejo adagio diplomátic­o. Los aviones de la RAF pueden perforar los fuselajes ondulados.

Hay motivo para la crítica. El descontrol de los rebrotes muestra que algo no se ha hecho bien. La transición desde el severo estado de alarma a la exclusiva responsabi­lidad de las autonomías segurament­e necesitaba una estación intermedia. Anteayer, Italia prorrogó el estado de emergencia hasta octubre. Tienen los rebrotes controlado­s y los ingleses viajan sin cortapisas a la Toscana. Ayer Sánchez podía haber recibido duro y salió laureado por Vox.

No hay que menospreci­ar esa moción de censura. En septiembre, Vox aprovechar­á la tribuna del Congreso para promociona­r su nueva iniciativa: un sindicato que se llamará Solidarida­d. Un experiment­o sindical para un otoño que puede ser caliente. El argumentar­io de la moción de censura, avanzado ayer por Santiago Abascal, obedece a la línea trazada hace una semana por el secretario de Estado norteameri­cano, Mike Pompeo :la culpa es de China. La República Popular China es el nuevo enemigo y todo Occidente debe alinearse en su contra.

El último dirigente de la derecha española que leyó en el Congreso de los Diputados el argumentar­io principal de la Casa Blanca fue José María Aznar en el momento iraquí del 2003.

Vox actúa de altavoz del discurso de Mike Pompeo sobre China y prepara el lanzamient­o de un sindicato

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BRENDAN SMIALOWSKI / AFP Mike Pompeo, secretario de Estado de Estados Unidos
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