La llamada de Montserrat
Xavier Caballé y Jordi Puigdevall son desde ayer dos nuevos monjes de la comunidad
El monasterio de Montserrat acoge desde ayer a dos nuevos monjes: los hermanos Xavier Caballé y Jordi Puigdevall. Los dos firmaron su compromiso definitivo con la comunidad benedictina, en la solemnidad de San Benito, y fueron consagrados como monjes por la plegaria de Padre Abad y la profesión solemne. A la ceremonia, presidida por el abad Josep M. Soler, asistieron los monjes de la comunidad y los escolans, además de los familiares y amigos.
Durante la celebración, los dos hermanos leyeron la cédula de profesión: “Prometo ante Dios y los santos de los cuales conservamos aquí las reliquias, y en presencia del P. Abad de este monasterio y de sus monjes, vincularme a esta comunidad, vivir como monje y ser obediente según la Regla de San Benito”. Al acabar, el abad les hizo entrega de los signos de su condición de monjes: la cogulla y el libro de plegaria.
Antes habían firmado ante notario que estaban limpios de propiedades y de deudas, que no tenían ahorros ni cuentas bancarias, siguiendo la regla benedictina.
Xavier Caballé i Micola nació en Terrassa el 24 de agosto de 1969. Estudió las carreras de Química y técnico informático y antes de entrar en el noviciado era consultor de seguridad informática en una multinacional.
“No sufrí ninguna crisis ni tuve ninguna revelación, simplemente notaba que me faltaba algo. Y Montserrat me vino a buscar. Primero vine como huésped, después a hacer el servicio monástico y a tener charlas con monjes, hasta que entré como postulante”.
“Cuando vivía fuera podía salir a cenar con los amigos, era yo quien controlaba mi vida, si tenía ganas de ir a cine a ver otra de Star Trek iba. Ahora, lo hago todo con el resto de la comunidad”.
“Yo trabajaba con empresas de informática, acostumbradas a la movilidad laboral. Nunca había estado en un trabajo más de 5 años, y ahora adopto un compromiso de por vida. Seré siempre monje de Montserrat y Dios estará en el centro de mi vida”.
“No sé si la pandemia ha provocado un aumento de la espiritualidad, pero si que puedo decir que he notado gente no creyente que me ha pedido que rogara por ellos y pusiera una lamparilla a la Madre de Dios”.
Jordi Puigdevall i Roca nació en Porqueres el 9 de enero de 1983 y es licenciado en economía. Proviene de una familia cristiana. Antes de entrar en Montserrat, trabajaba de contable en una empresa.
“Hacía tiempo que estaba dentro del movimiento de cursillos de cristiandad y una de las actividades de cada año era ir a Montserrat. El contacto con la vida monástica me confirmó el sentimiento que tenía dentro ser monje”, señala.
“No puedo en absoluto decir que antes no fuera feliz, pero es una felicidad diferente. La vida en el monasterio me sirve para seguir a Jesucristo en la vocación de monje, en la plegaria y el trabajo con el resto de hermanos”.
“La comunidad es como una familia, de los mayores aprendes la experiencia, los conocimientos, la guía. Recuerdo una frase de un monje: lo más bonito es aprender a amar al otro tal como es”.