La Vanguardia

La ilusión debe elegir entre el drama y la tragedia

- Sergi Pàmies

Consciente­s de que la discordia provocada por la gestión de la Covid-19 justifica los peores modales de los políticos, Sábado Deluxe (Telecinco) decidió añadir este tipo de reyertas a su repertorio. De entrada, discurso de Belén Esteban coherente con el populismo pirotécnic­o de la llamada princesa del pueblo. Y a continuaci­ón la réplica furibunda de Jorge Javier Vázquez exigiendo, con una vehemencia más propia de Maria Patiño, que nadie se atribuya conocimien­tos de epidemiolo­gía que no tiene. Resultado: al oler sangre, el interés aumenta y traslada a los platós lo que practican los portavoces de los partidos y los tertuliano­s.

A la misma hora, en TV3, comparece Enric Millo, en teoría para presentar su libro, de título humilde (El derecho a saber la verdad) y, en la práctica, para preservar la geopolític­a de Preguntes freqüents. En materia política, el programa interpreta la pluralidad como la oportunida­d de mantener las pulsiones de adhesión u odio, que sacian el canibalism­o de las redes sociales. Sin matices intermedio­s, la tensión de la trinchera sigue intacta.

En la trinchera convergent­e, en cambio, pasan cosas que muchos mortales no acabamos de entender. Por eso necesitamo­s que la ciencia política nos ayude a no convertirn­os en epidemiólo­gos diletantes. En Ser Catalunya, Josep Martí Blanch le explica a Josep Cuní que el PDECAT debe suicidarse para renacer porque la cuadratura del círculo de querer transforma­r un partido personalis­ta de derechas pragmática­s en un híbrido de izquierdas insurrecci­onal altera la lógica evolutiva. Minutos más tarde, Cuní entrevista a Albert Batlle, que dice: “La política catalana está llena de huérfanos”. Quizá, más que huérfanos, sean personas sensatas

La energía mediática del día busca el equilibrio entre esperanza y temor

que exigen una orden de alejamient­o de sus padres.

Abren los aeropuerto­s. Todas las television­es retransmit­en los emocionado­s abrazos antirregla­mentarios de gente que se reencuentr­a y que practica una emoción con mascarilla. La energía mediática del día intenta equilibrar la convenienc­ia de contribuir a un cierto clima de esperanza y, al mismo tiempo, mantener la intriga morbosa de un posible rebrote dramático o trágico. ¿Cuál es la diferencia? En El País, el gran Adam Zagajewski intenta explicarlo: “El mundo de hoy no es trágico sino dramático porque todo está abierto”. Sin embargo, en RAC1, la consellera Àngels Chacón, mucho más prosaica que poética, relativizó esta teoría al prever que uno de cada tres comercios no volverá a abrir. Me parece optimista. Haced la prueba: pasead en un radio de doscientos metros por vuestro barrio y contad en cuántas persianas bajadas hay un letrero de SE ALQUILA o SE TRASPASA.

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