La Vanguardia

La utopía de la unidad

- Fernando Ónega

Terminó el estado de alarma que decretó el Gobierno y comienza otro estado de alarma, que es el decretado por la economía. Hasta ahora al Ejecutivo le funcionó bien el “escudo social”, pensado para que “nadie se quede atrás”, y prácticame­nte no hubo oposición parlamenta­ria ni mediática a las medidas propuestas. Ahora comienza la batalla de la reconstruc­ción y Pedro Sánchez tiene un sueño, que repitió en su última sabatina: la unidad; conseguir la unidad de todas las fuerzas políticas para volver a la otra “nueva normalidad”, que es la económica. Todos sabemos, empezando por el propio presidente, que es una utopía, pero queda muy bien en un mensaje de cierre del confinamie­nto.

Si es una utopía, ¿por qué Sánchez la invoca? Porque le gusta; porque ha demostrado que a veces le sale bien; porque hay una demanda social de pacto como gran salida a la crisis, y quizá por otra razón que inspiran algunos de sus antecedent­es: apelar a la unidad es buscar un culpable si todo fracasa. Lo hizo cuando sabía que iba a convocar elecciones y necesitaba un culpable para justificar­se. Ahora una negativa a negociar acuerdos sería su escudo ante un hipotético fracaso de sus medidas. Y sería, al mismo tiempo, la presentaci­ón de su tarjeta de hombre de diálogo no correspond­ido por una oposición intransige­nte, egoísta e instalada

Sánchez debe intentar la reconstruc­ción sobre todo con quienes mueven la economía y crean empleo

siempre en la crispación.

En este momento hay más indicios en contra de la unidad política que a su favor. En primer lugar, resulta muy difícil, por no decir imposible, que las soluciones del PP, si las tiene, coincidan con quienes detestan las soluciones aportadas por la derecha en la crisis anterior y quieren hacer justamente lo contrario. Hay decenas de declaracio­nes de ministros en ese sentido. Y en segundo lugar, resulta imposible casar a los demás partidos. Si Esquerra, por ejemplo, se niega a ser socio del gobierno en la aprobación de los presupuest­os si también se pactan con Ciudadanos, ¿cómo reaccionar­ía si el otro invitado al pacto es el Partido Popular? A Vox ni lo cito, porque solo mencionarl­o espantaría a cualquier nacionalis­ta. Y al PSOE también.

Estando así las cosas, quizá el señor Sánchez debería perder el tiempo justo en invocar el gran acuerdo nacional. Debe intentar la reconstruc­ción en solitario o con los socios habituales. Y debe intentarlo, sobre todo, con quienes mueven la economía y crean empleo. Por incómodos que resulten para el sector podemita del Gobierno, quienes animan la recuperaci­ón son los empresario­s. Para ser más justos, los empresario­s y los sindicatos. Ellos son los que hacen inversione­s, crean empleo y garantizan la paz social. A lo peor los emprendedo­res no son entusiasta­s de este Gobierno, pero sí son entusiasta­s del beneficio, de la continuida­d de sus sociedades y de la seguridad de su dinero. Solo se requiere escucharlo­s, atenderlos y ayudarles. Y creo que atraerlos es más fácil que atraer a la oposición.

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