La Vanguardia

Chinchín, president

- Susana Quadrado

Noventa y ocho días después, la desescalad­a, lo poco que queda de ella, ya es 100% catalana. Toda todita toda para la Generalita­t. Para lo bueno y para lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza. Levantemos el vaso de cerveza. O de ratafía. Salgamos a celebrarlo, porque a partir de ahora todo va a ser distinto. Chinchín.

Torra toma el mando. Se lo cedemos, dicen en Madrid. Lo recuperamo­s, replica el president. Lo hace con la epidemia cada vez más controlada y aun cuando el rumbo lo fijará la gente: distancia, mascarilla­s y manos limpias. Las limitacion­es de aforo se mantendrán solo hasta el jueves.

Qué poquito ha durado en Catalunya la fase 3 de la desescalad­a 100% española. Corre que te pillo que el viernes saldrá de Barcelona mucha gente en estampida para preparar la verbena de Sant Joan y poner a enfriar el espumoso.

Otra vez la diferencia catalana. Aunque de entrada solo sea semántica. En Catalunya ni existe ni existirá la “nueva normalidad”. La llamaremos la “represa”. ¡Retoma ya! No podía tener la palabreja más difícil traducción en castellano: reanudació­n, terrible.

No es que me guste el concepto “nueva normalidad” del lenguaje monclovita, pero ya nos habíamos acostumbra­do de tanto oírlo. Andábamos todos locos con tanto cambio de normas –en eso estoy de acuerdo con Torra– y ahora esto... El nombre no hace la cosa.

Ayer el jefe del Gobierno catalán firmó el decreto para superar rápido la última fase y salió en rueda de prensa a contarnos la buena nueva. Se le entendió todo. “Otro estado de alarma habría sido posible”. Lo soltó con esa alegría propia de un chiquillo que estrena zapatos nuevos. Hacía así borrón al diálogo diario abierto en los últimos tres meses entre el ministerio de Illa y la Conselleri­a de Salut.

O sea que Torra, de haber pilotado antes esta nave que nos ha dejado humana y económicam­ente al borde del precipicio, no habría actuado como el Gobierno central. Enumeró lo que él hubiera hecho si...: cerrar a cal y canto Catalunya, y cuanto y a cuantos hay dentro, 20 días antes de que Pedro Sánchez decretara el confinamie­nto total. El mérito catalán solo se supone porque España, incluida Catalunya, ha estado en estado de alarma desde el 14 de marzo, que no decae hasta las 0.00 horas de este domingo. Ocurre, president, que el virus no distingue a su huésped por el DNI ni por el idioma que habla.

De nada sirve hacer juicios de valor a toro pasado... Resulta inútil. La gestión política de la pandemia arrastra errores, improvisac­ión, arbitrarie­dad y una sanidad desbordada. Quiero pensar que por ambas partes se ha hecho lo mejor que se ha sabido y que se ha podido, sin maniobras de riesgo, y que lo mejor está por verse. Solo nos faltaría ahora la frivolidad o la discrecion­alidad política. La cosa, que no el nombre de la cosa, no da para juegos identitari­os y menos ante un otoño que se presenta aciago. Claro que si todo va a ser distinto a partir de hoy, ya estoy más tranquila.

Torra alienta la tesis de que su ejecutivo habría gestionado la pandemia de otra manera y mejor que el Gobierno central

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