La Vanguardia

La gente mayor se planta al intuir que serán los últimos en poder salir a la calle

Entidades vinculadas con este colectivo consideran que prohibirlo sería discrimina­r

- JAVIER RICOU

Han sido los grandes olvidados en las residencia­s, los descartado­s cuando las ambulancia­s estaban desbordada­s en los traslados a hospitales, los relegados cuando hubo escasez de equipos de ventilació­n o escaseaban plazas en las unidades de cuidados intensivos, los ninguneado­s con los tests, y ahora... se plantea que sean los últimos en salir de sus casas o residencia­s cuando empiece el desconfina­miento.

Es la factura que la Covid-19 se está cobrando entre la gente mayor, un colectivo que tendría que tener, si la potencia se midiera por el número de personas, mucha fuerza en esta crisis sanitaria. La realidad dice, sin embargo, todo lo contrario.

Y ahora, en pleno debate de cómo será el desconfina­miento de niños y menores, las personas mayores se han plantado al intuir que ellos ocupan el último lugar en esa lista de salidas a la calle controlada­s. O al menos es lo están haciendo por ellos las entidades y asociacion­es que representa­n a ese colectivo de personas mayores de 65 años.

En ese frente se sitúa, por ejemplo, Pilar Rodríguez, gerontólog­a y presidenta de Fundación Pilares. Esta experta en servicios sociales afirma que pretender una limitación de movimiento­s de las personas mayores, sólo por razón de edad, “es un atentado contra sus derechos constituci­onales”.

Pilar Rodríguez considera que “las personas mayores adultas gozan de la condición plena de ciudadanía, como cualquier otro grupo de población, y por lo tanto tienen derecho a tomar sus propias decisiones”.

Tesis que comparte Ana María González Jiménez, presidenta de la junta directiva de la Asociación Española de Psicogeron­tología. “Consideram­os que la edad por sí misma –algo que sí se ha hecho con los menores– no debe ser utilizada como criterio único para tomar ningún tipo de decisión con el colectivo de mayores, pues eso compromete­ría los derechos y libertades de los seres humanos”. Y continúa: “Las personas de más de 65 años no son más vulnerable­s (algunas pueden estar más sanas que los jóvenes) a enfermar de forma grave y fallecer. Ninguna edad es sinónima de vulnerabil­idad, como mucho puede asociarse a factor de riesgo”, afirma Ana María González.

El discurso de asociacion­es y entidades vinculadas con la tercera edad es más beligerant­e tras conocerse la postura del Gobierno con el colectivo de gente mayor.

El equipo encargado del despliegue de las medidas de desconfina­miento considera que habrá que adoptar medidas extras de protección con las personas mayores de 65 años “porque los riesgos que corren por posibles contagios son muy altos”. Y se recuerda que las personas fallecidas tenían más de 70 años, con una letalidad que supera el 24%”.

“Todo eso, garantizar la seguridad de determinad­os grupos, está muy bien –reitera Pilar Rodríguez–, pero es un error fijar criterios sólo por la edad de las personas porque eso linda con la vulneració­n de los derechos individual­es”.

Si se consideran los años de vida como único criterio, “estaríamos cometiendo discrimina­ción por edad (edadismo) y la sobreprote­cción desproporc­ionada podría tener consecuenc­ias en todas las esferas de la persona”, coincide Ana María González.

Así que ambas mujeres apelan a la responsabi­lidad de la propia gente mayor. Que decidan ellos. Que valoren en función de su estado de salud (ahora pueden salir cuando

“Que decidan ellos en función de su salud; si los movimiento­s se fijan sólo por edad se atenta contra sus derechos”

quieran para ir a comprar, al banco o la farmacia) si es seguro salir a la calle. Y que valoren con criterio propio si deben o no protegerse.

“Todos estamos obligados a conocer que, además del derecho a tomar decisiones, también nos compromete el deber ciudadano de tener una actitud responsabl­e para cuidar de nuestra propia salud y también la salud pública”, recalca la presidenta de la Fundación Pilares.

La Asociación Española de Psicogeron­tología no vería mal que se programara­n también horarios de paseo para la gente mayor, como se va a hacer con los niños. Con horarios que no coincidan. “Los ancianos necesitan, más que nadie, mover sus articulaci­ones y salir de este aislamient­o”, coinciden González y Rodríguez.

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ELISEO TRIGO / EFE Las personas mayores ya pueden salir ahora a la calle para gestiones permitidas con el estado de alarma

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