La Vanguardia

Netanyahu, dispuesto a forzar unas cuartas elecciones

- XAVIER MAS DE XAXÀS

El coronaviru­s da una nueva vida política a Netanyahu. Cuando peor lo tenía el primer ministro para seguir gobernando Israel en solitario, la pandemia ha acudido en su rescate. La gestión de la crisis sanitaria unida a la incertidum­bre que provoca el descalabro económico (el paro se ha disparado al 25%) ha fortalecid­o su base electoral. Las encuestas le dan hasta 40 diputados, cifra que le pone en bandeja conseguir la mayoría absoluta (61) en unas nuevas elecciones. Le bastará con sus aliados habituales de la derecha nacionalis­ta y ultra ortodoxa.

El Parlamento tiene ahora tres semanas para encontrar un diputado capaz de formar gobierno. Netanyahu seguirá negociando una coalición con su gran rival Benny Gantz, pero ahora sin tanta necesidad. Le aguarda un dulce porvenir electoral. Todo lo que tiene que hacer es dejar que pasen las tres semanas. El Parlamento se disolverá y los israelíes volverán a las urnas antes del 4 de agosto. Serán las cuartas elecciones en un año y medio. Gantz y él habían prometido que las evitarían a toda costa. La pandemia les forzaba a compartir el poder. Hablaron de un gobierno de emergencia para salir de la crisis. Al final, sin embargo, lo que más preocupa a Netanyahu es controlar la cartera de Justicia y la elección de los jueces. Está procesado por corrupción y se enfrenta a diez años de cárcel. Gantz no quiere darle este privilegio. Como presidente del Parlamento podría presentar una ley que impida a un diputado procesado dirigir el gobierno. Netanyahu, a quien sólo le faltan dos diputados para alcanzar los 61 de la mayoría, también puede seducir a una pareja centrista.

La urgencia del virus no es nada para Netanyahu comparada con la urgencia de evitar la cárcel.

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