El virus de la discordia
China acusa a EE.UU. de propagar el miedo en lugar de ayudar
El coronavirus de Wuhan ya es asunto de fricción entre las dos mayores potencias mundiales. Después de un fin de semana en el que varios países anunciaron cierres de fronteras a todas las personas provenientes de China, Pekín cargó ayer con dureza contra Washington y sus políticas con respecto al virus. En su opinión, en vez de ofrecerles una ayuda significativa, las medidas estadounidense sólo alimentan el miedo y aíslan al gigante asiático.
En China escuece que Estados Unidos fuera el primer país en anunciar que evacuaba a su personal consular de Wuhan, la ciudad donde surgió el brote, y que fuera el primero en prohibir la entrada en su territorio de aquellos viajeros que hayan estado en China en las dos últimas semanas, especialmente cuando la propia Organización Mundial de la Salud dejó claro que no recomendaba aplicar restricciones a los viajes.
“El Gobierno de Estados Unidos todavía no ha ofrecido ninguna ayuda sustancial a la parte china”, subrayó ayer en rueda de prensa la portavoz del Ministerio de Exteriores, Hua Chunying. “Todo lo que ha hecho solo sirve para crear y propagar el miedo. (...) Ante una crisis de salud pública, los países deben trabajar juntos para superar las dificultades en lugar de empobrecer al vecino y sacar ventaja de las dificultades de los demás”.
Este toma y daca entre ambos tiene lugar cuando el número de víctimas de la epidemia en China no deja de crecer. Según el último recuento, la cifra de fallecidos ya asciende a 361 víctimas, 57 más que el domingo, y el de infectados a 17.205, casi 3.000 más que el día anterior. Están en observación otras 21.558 personas que podrían haber contraído el virus al haber estado en contacto con portadores del patógeno.
Espoleados por la decisión tomada por Washington, países como Japón, Australia o Filipinas, que el domingo registró el primer fallecido por el virus fuera de China, tomaron medidas similares durante el fin de semana.
En la República Checa, el Gobierno prohibió ayer todos los vuelos directos con China desde el 9 de febrero. A miles de kilómetros, Nueva Zelanda anunció un veto de 14 días para entrar a su territorio a cualquier persona procedente del gigante asiático. Destinos turísticos como Seychelles y Maldivas, que cada año reciben a miles de turistas chinos, tomaron una decisión similar. E incluso el territorio chino semiautónomo de Hong Kong, donde ya se han registrado 15 infectados, anunció el cierre de la mayoría de sus puestos fronterizos con la China continental el mismo día en el que el personal sanitario empezó una huelga para exigir el cierre total de los accesos.
Mientras, en el interior de China, millones de ciudadanos se reincorporaron ayer a sus puestos de trabajo tras el final de las vacaciones de Año Nuevo lunar, aunque hay ciudades que han pospuesto el regreso con el fin de evitar aglomeraciones y facilitar un retorno de la población escalonado. Los centros escolares y universitarios siguen cerrados hasta nuevo aviso.
Las autoridades tienen especial interés en que las fábricas de material sanitario alcancen el pico de su producción cuanto antes dada la escasez que afrontan tras semanas de crisis. Durante su comparecencia, Hua dejó entrever que el Gobierno chino quiere que le echen una mano desde el extranjero. “Lo que China necesita urgentemente son mascarillas, gafas y trajes de protección”, señaló. Hasta la fecha, países como Francia, Reino Unido, Japón y Corea del Sur ya han enviado suministros a China, donde ayer también llegaron partidas procedentes de Pakistán y el Vaticano.
En Wuhan, la ciudad más afectada por el coronavirus, ayer comenzaron a trabajar unos 1.400 médicos y sanitarios del ejército en el hospital Huoshenshan, que ha sido levantado en tan sólo 10 días y suma mil camas. Se espera que un segundo hospital construido a contrarreloj esté operativo a partir del jueves, aportando otras 1.300 camas para los afectados por el coronavirus.
Estados Unidos fue el primer país en prohibir la entrada a viajeros que hayan estado en China