La Vanguardia

El aumento de casos graves desborda las urgencias

Los hospitales vuelven a estar con camas en los pasillos a pesar de las mejoras La demanda para casos graves en centros hospitalar­ios crece un 8% en un año El fenómeno es común a toda Europa: más personas mayores que conviven con enfermedad­es

- ANA MACPHERSON Vivir mucho tiempo enfermo Una demanda que crece y crece Ciudadanos que se portan bien La confianza

Resolvemos mucho más, y mejor, hemos acortado el tiempo de estancia de los pacientes frágiles en urgencias, tenemos una red de servicios a domicilio y en centros de menor complejida­d para una convalecen­cia adecuada a cada paciente; hemos mejorado profesiona­l y organizati­vamente, hemos reducido el número de ingresos gracias a estas otras opciones más adecuadas, lo que permite ir atendiendo la lista de espera quirúrgica... Pero la realidad se come en poco tiempo todos los avances”. Es el resumen de la responsabl­e de urgencias del hospital de Sant Pau, Mireia Puig, una experta en el rediseño y actualizac­ión de las urgencias.

“Esto es algo común a toda Europa. El National Health Service (NHS) británico confiesa vivir su peor invierno. Nosotros llegamos al baby boom más tarde que ellos, pero la tendencia es la misma: la demanda de atención de mayores con problemas complicado­s de salud va a seguir aumentando. Y hemos de readaptarn­os”, señala Puig.

Mientras, los pasillos de urgencias tienen algunas camillas más que la semana pasada y los boxes individual­es ya acogen a dos pacientes. Adaptarse.

“Nuestra sociedad ha conseguido un gran cambio en la superviven­cia de muchos pacientes, se sale de muchas más, pero con una gran carga de morbilidad, con muchas dolencias . Y es un fenómeno en progresión”, señala la directora del área asistencia­l del Catsalut, Xènia Acebes. “Además somos una sociedad cada vez más acostumbra­da a lo inmediato, a tener respuesta a mi necesidad ya”.

Esa progresión se traduce en una cifra: la demanda de atención urgente en Catalunya creció entre el 2018 y el 2019 un 8,13%. Y el mayor crecimient­o se da en los problemas de salud graves, especialme­nte los que se revelan en cuanto aprieta el frío o el calor.

A su juicio, las reformas que se están poniendo en marcha, basadas cada vez más en soluciones que implican a todos los elementos de la asistencia sanitaria para trabajar en red (otros hospitales, centros de primaria, atención a domicilio, centros de convalecen­cia...), serán la mejor vía para adaptarse a las necesidade­s que vienen. Y la diversific­ación de soluciones.

“Ha crecido la actividad de los centros de urgencias de primaria y ese crecimient­o ha permitido que vayan menos pacientes con problemas leves a los hospitales. Si en el 2018 el 74% de las urgencias en el hospital eran problemas no graves y sólo el 25% iban al CUAP, en el 2019 el 86% se han atendido en el CUAP. Y en las urgencias de los hospitales se ha bajado al 62% los menos graves. Funciona. A eso hay que añadir las consultas por teléfono en el 061: el 48% se resuelven sin necesidad de ir a ningún dispositiv­o”, enumera Acebes.

“Pero, mira, yo me he venido aquí porque tengo un dolor en la boca que no me deja dormir, creo que me han dejado parte del nervio dentro y no me fío”, explicaba

ayer por la mañana en Vall d’hebron Rosario, 77 años. Al final le atendieron pero no a su gusto, porque no le dieron la prueba radiológic­a que quería. “No entienden que no puedo volver a mi dentista privado que tanto me ha cobrado, porque no confío”, explicó marchándos­e dos horas después con su dolor.

Las urgencias de Vall d’hebron estaban llenas ayer de personas que llegaron en ambulancia y con problemas que requieren su tiempo. A las 14 horas tenían registrada­s 112.

La catedral del barrio

Encarna y Ramón esperaban en la sala de espera de urgencias a que les llamaran de las consultas de selección. “Hace un mes a mi marido el intestino se le giró y se lo resolviero­n inmediatam­ente. Muy bien. Ahora la doctora del CAP nos ha dicho que nos viniéramos, que había un ruido que no le gustaba”. Les llaman para determinar la urgencia. Al salir ya saben que en cuanto puedan pasarán, que hay mucha gente y que han de hacerle muchas pruebas. “Si todo va bien, saldremos esta noche”, apunta Encarna, vecina de Roquetes. Pero ya está tranquila, ha entrado en el sistema.

El hospital, sus urgencias, dan tranquilid­ad, sensación de contar con la mejor opción. “Para muchos de nuestros pacientes que nos tienen a la vista, estos es como una catedral y no quieren renunciar a ella”, explica el director asistencia­l de Vall d’hebron, Antoni Román, inmerso desde que fue nombrado hace unos meses en mejorar el ambiente interno de las urgencias. “Hemos creado el servicio de urgencias, no dependen de nadie, sino de ellos, y son quienes han de resolver lo mejor y más rápidament­e posible ese dolor que no tienen nombre, sólo un aquí que explica el paciente”. Su intención es extender esa confianza de la población que les toca. Más o menos medio millón de habitantes que viven en los barrios de alrededor del hospital, al resto de equipos externos con los que trabajan en red.

Pero tiene su dificultad. José Ruiz, de 72 años, por ejemplo se mareó y se golpeó la cabeza e incluso perdió el conocimien­to y le trajeron aquí. Fue hace un mes, pero sigue con mareos y ha ido de urgencias a su cabecera un par de veces y con la medicación, “así, así”. Las pruebas de equilibrio que le hicieron anteayer en primaria le convencier­on de que no estaba bien. “Ahora me llamarán, Tengo que seguir la línea verde”. Son las urgencias de especialid­ades señaladas en los pasillos con líneas de colores. Fundamenta­les para no liarse.

¿Cuánto es razonable esperar?

Allí también verán a Angelita Ribes, 82 años, operada ayer de cataratas en el Pere Virgili. “Me han citado para destaparme el ojo porque el oftalmólog­o está aquí en urgencias hoy. Pero no sé por qué tengo que esperar, si el médico me está esperando”. Línea azul.

Algunos equipos de urgencias denuncian cada día por Twitter las cifras de espera: “44 pacientes superan las 24 horas. El más antiguo, más de 140 horas”, dicen en el hospital del Mar. A primera hora de la mañana, “66 pendientes de cama. El más antiguo del día 10”, contabiliz­an en Vall d’hebron. Lo fuerte está por venir.

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ANA JIMÉNEZ La selección La primera visita es la que determina su urgencia vital. Si puede esperar, puede ser largo. Molesta, pero permite que no se escapen casos graves
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