Defensor del civismo del Camp Nou
Valverde, que sólo ha perdido dos partidos en casa, cree que se debió jugar el 26-O
La serenidad de Ernesto Valverde le hace bien a los clásicos. La desmesura y la grandilocuencia que acompañan a estos partidos, y en la que es fácil caer o dejarse arrastrar, no casa con su estilo. Prefiere desdramatizar a rasgarse las vestiduras. Nada parece sacarle de sus casillas. Y por encima de todas las cosas confía en el civismo de la afición del Barça y de la sociedad catalana para protestar. El entrenador del Barcelona siempre creyó que el partido se pudo haber jugado el 26 de octubre y sigue pensando que hoy, en la fecha determinada por el Comité de Competición, no habrá mayor inconveniente para que el encuentro se dispute. “En aquel momento yo pensaba que lo mejor era jugar y ahora también. Estoy convencido que se va a jugar con normalidad y de que la gente se va expresar con libertad, sin problemas”.
Centrado en lo que puede pasar en el verde, afirma que el ruido que rodea al clásico, esta vez mayor si cabe, no le perturba. “No pensamos en otra cosa que no sean los 90 minutos”, insiste.
Y ni por asomo se imagina un desenlace similar al del Rayo-albacete del domingo, suspendido por los gritos de la grada a Zozulia. “No temo nada para el Camp Nou. Desde dentro siempre pedimos que haya respeto para los que estamos en el campo y para la afición contraria. No sé qué pasará a partir de ahora. Pero sí que creo que el fútbol debe servir para unir y no para separar”, apunta de cara al futuro.
Para Valverde, no hay que darle mayor importancia a la alteración de rutinas que ha provocado la convocatoria de Tsunami Democràtic. El Barça se concentrará a mediodía pese a jugar en el Camp Nou. “Es un pequeño cambio pero no muy significativo. Se parece a lo que hacemos fuera de casa: comeremos en el hotel e iremos hacia el partido”.
En su noveno clásico, vuelve a encontrarse con Zinédine Zidane, con el que se vio las caras cuatro veces antes de golear a Lopetegui y chocar tres veces con Solari. Por recomendación policial, los dos equipos vivirán las horas previas al partido en el mismo hotel, el Sofía. Aunque
Valverde no cree que vaya a toparse por los pasillos con el francés. “Antes del partido será difícil que nos encontremos los entrenadores y jugadores”.
Haciendo honor al apodo de Txingurri (hormiga), ha construido su fortaleza y cuenta con el apoyo del Camp Nou a su favor, donde sólo ha perdido dos de los 68 partidos en los que se ha sentado en el banquillo blaugrana. En casa tiene un 86% de victorias. Valverde, que descartó a Arthur y ha encontrado la estabilidad con Rakitic, tiene bastante claro el once –podría repetir el de San Sebastián–, aunque siempre ha sorprendido con algún as como Deulofeu, André Gomes, Vermaelen, Coutinho, Rafinha, Malcom o Dembélé. Esta vez es el Madrid el que tiene más alternativas. “Pueden jugar Bale, Isco, Rodrygo o Vinícius arriba o jugar con cuatro centrocampistas. Ya lo decidirá su entrenador. Aquí el Madrid siempre juega bien, con intensidad”, avisa, y quiere atar a Benzema.
El entrenador sí que admite que el calendario ha jugado a favor del Barcelona. “Tener cuatro días es una ventaja a tener tres. Sí que influye. Pero en el partido de octubre los perjudicados éramos nosotros. En este partido se impone la motivación. Los jugadores lo ponen todo”.
Con una lucha tan igualada en la Liga, Valverde cree que el que gane dará “un paso adelante”, aunque “todavía estamos en la primera vuelta”, recuerda.
Estoy convencido de que se jugará con normalidad. El fútbol debe servir para unir y no para separar”