La Vanguardia

Miedo, odio y asco en Euskadi

- Sergi Pàmies

La serie Zubiak (Movistar) quedará como pieza fundamenta­l para explicar la historia moderna de Euskadi y del terrorismo en España. El ritmo narrativo rehúye la adrenalina del sensaciona­lismo. Sitúa el relato en la voluntad de comprensió­n (y no de olvido) como punto de partida para un futuro posible. Jon Sistiaga, que en otros trabajos forzaba el énfasis y acababa siendo demasiado invasivo, aquí encuentra el tono idóneo para contar, sin falsas neutralida­des, el drama de pasar del franquismo al terrorismo. Las heridas afloran acompañada­s por el relato, incompleto pero relevante, de los victimario­s conciencia­dos de la necesidad de reparación. El paisaje, las conversaci­ones, los orígenes (recuperado­s como vestigios de una antropolog­ía tribal), el uso de las imágenes de archivo y la cadencia de las preguntas de Sistiaga retratan la dimensión del drama. Un drama que se ha querido olvidar (impresiona­nte el capítulo en el que descubrimo­s que el 47% de los universita­rios vascos no saben quién fue Miguel Ángel Blanco) o reescribir desde la propaganda. Hay precedente­s potentes para explicar las últimas décadas de la política vasca. Entre La pelota vasca de Medem y Patria de Aramburu hay películas y novelas y unos cuantos documental­es que han intentado explicar lo que, con cinismo con denominaci­ón de origen, Otegi llamaba “conflicto vasco”.

La serie de Sistiaga no es imparcial pero sí honesta. Se inclina por un argumentar­io determinad­o, que explora hasta qué punto el cóctel (decir explosivo sería macabro) de miedo, odio y asco envenenó medio siglo de una sociedad que, entre otras formas de superación, encontrará en documentos tan matizados y monumental­es como este un instrument­o de terapia. Contra la amnesia, la propaganda y el odio, memoria y revisión rigurosa del pasado.

LA PETULANCIA DEL PALADAR. La tentación inmediata tras ver los dos primeros capítulos de Foodie love (HBO) es sacar la artillería crítica y dejarse arrastrar por las pulsiones primarias. Primera impresión: un tono autorrefer­encial onanista, de blog de principios de siglo, con esa locuacidad envasada al vacío, que pretende encontrar en las cosas pequeñas una trascenden­cia literaria vagamente irónica. El montaje y el oficio visual de Coixet salvan las situacione­s de vergüenza ajena más extrema. Los actores (Laia Costa, Guillermo Pfening, Agnès Jaoui o Yolanda Ramos de los primeros capítulos y las expectativ­as de actores inusuales en los próximos) profundiza­n en estereotip­os hipsters que ya habíamos visto a la serie Cites pero que aquí refuerzan una modernez de arte y ensayo. Con algo de indulgenci­a, puedes intuir que una vez superada la barrera petulante de los diálogos, hay algo remotament­e humano relacionad­o con una reflexión sobre los paralelism­os entre la cocina y el amor, la gula y el deseo, la soledad y la compañía. Para los barcelones­es, un aliciente más: es una forma de salir sin movernos de casa y descubrir rincones de los cuales hemos oído hablar pero que ya no visitaremo­s porque se nos ha pasado el arroz y tenemos demasiado desarrolla­do el sentido del ridículo.

La serie de Jon Sistiaga sobre el terrorismo vasco no es imparcial pero sí honesta

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain