La Vanguardia

El verdadero Santa Claus

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

Ainicios de diciembre, un personaje religioso de vestimenta roja y barba blanca se acerca sigilosame­nte a las casas alemanas y deja a los niños dulces y regalitos en los zapatos, reluciente­s de limpieza y bien colocados por sus dueños para la ocasión. El prodigio ocurre en la noche del 5 al 6, tres semanas antes de Navidad, y de que otra figura masculina similar ejecute una misión parecida. El visitante inicial en Alemania, Austria, Bélgica, Países Bajos y zonas de Francia e Italia, entre otros lugares, presenta los atributos legendario­s de san Nicolás de Myra (ciudad de la actual Turquía), un obispo del siglo IV generoso con los pobres. En él se inspira el barbudo personaje que llega después por Navidad, Santa Claus.

La costumbre de regalar del heiliger Nikolaus (así se le conoce en Alemania), o de Sinterklaa­s, su nombre en Bélgica y Países Bajos, procede de un acto caritativo atribuido a Nicolás de Myra, también llamado Nicolás de Bari, pues en esa ciudad italiana se custodian desde el siglo XI sus supuestas reliquias. Con ligeras variantes, la leyenda cuenta que un padre de tres hijas, muy pobre, no tenía dinero para pagar la dote, e iba a prostituir­las. El obispo Nicolás les arrojó por la chimenea trocitos de oro, que cayeron en los calcetines y las botas de las chicas, puestos allí a secar. Y así las salvó.

“La historia del caritativo Nicolás se expandió rápidament­e, con su generosida­d y su amistad con los niños como rasgos especiales”, señala el teólogo católico Fabian Brand, coautor junto a la teóloga Esther Schulz de Das Nikolaus-buch, libro que relata los entresijos del personaje. En la edad media san Nicolás era venerado como protector; y con el tiempo se convertirí­a en patrón de Rusia y Grecia, naciones ortodoxas.

Se estima que a partir del siglo XII se empezó a celebrar su fiesta el 6 de diciembre, día de su muerte, ya con intercambi­o de obsequios. Durante la Reforma protestant­e, Martín Lutero, poco amigo del culto a los santos, intentó desplazar el hábito de los regalos de Nicolás a la Navidad. Pero las zonas católicas siguieron con la tradición, y en los Países Bajos al calvinismo no le molestó el apego a Sinterklaa­s.

¿Cómo fue que el mito de san Nicolás –sin por ello desaparece­r– cuajó en Santa Claus, el emisario navideño de los regalos, personaje mucho más global y, quizá a su pesar, heraldo del consumismo? Se debe en buena medida a una campaña publicitar­ia de la marca Coca-cola en Estados Unidos en 1931, aunque las raíces de la mutación se hallan en Alemania. “A inicios del siglo XIX, Nicolás se usaba cada vez más con fines pedagógico­s, para la educación de los niños; en el libro Struwwelpe­ter de Heinrich Hoffmann de 1845, Nicolás se convirtió en el Señor Invierno, un personaje que castigaba a los niños en lugar de hacerles regalos”, explica Fabian Brand.

El dibujante Thomas Nast (1840-1902), nacido en Alemania y emigrado a Estados Unidos en la infancia, creó allí la iconografí­a de Santa Claus basándose en el Señor Invierno, si bien no le pintaba la ropa de rojo, sino de marrón. La palabra Santa Claus procede probableme­nte del Sinterklaa­s llevado por inmigrante­s holandeses a Nueva York. Fue el ilustrador de la campaña de Coca-cola quien vistió a Santa Claus de rojo.

Y así se quedó. “El Papá Noel que se popularizó en el mundo a partir de la campaña de Coca-cola tiene su origen en san Nicolás de Myra”, reafirma el teólogo Brand. Pero san Nicolás –en cierto modo el verdadero Santa Claus– siguió triunfando en países de Europa en la noche del 5 al 6 de diciembre, con su barba blanca, su traje de obispo, su mitra y su báculo. Resultado: los niños aquí reciben regalos dos veces en tres semanas, un lapso de tiempo no tan corto si se piensa que en España los regalos de Reyes llegan dos semanas después de Navidad.

En Alemania, sobre todo en el sur, a partir del siglo XVII le surgió a Nicolás un siniestro acompañant­e, Knecht Ruprecht o Krampus. “Va envuelto en túnicas oscuras y asusta a la gente; es quizá una figura precristia­na relacionad­a con el diablo –explica el teólogo–. Mientras el obispo Nicolás defiende lo bueno y hace feliz a la gente, Knecht Ruprecht simboliza lo malo y lo terrible”. Su máscara terrorífic­a goza ahora de una renovada popularida­d en las fiestas callejeras o campestres de diciembre.

En Alemania y otros países el 6 de diciembre san Nicolás deja regalos a los niños en los

zapatos

Un anuncio de 1931 de Coca-cola fijó la imagen de Santa Claus, cuyo origen es el obispo de Myra

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hombres disfrazado­s del obispo san Nicolás en Hauzenberg (Baviera). Debajo, el siniestro Krampus en Munich
JOHANNES SIMON / GETTY Con mitra y báculo. Dos hombres disfrazado­s del obispo san Nicolás en Hauzenberg (Baviera). Debajo, el siniestro Krampus en Munich
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