La Vanguardia

La Diputación busca otros usos para la residencia presidenci­al del Montseny

Samaranch, Tarradella­s y Dalmau, usuarios en el pasado de una masía apenas utilizada actualment­e

- ROSA M. BOSCH

Si las paredes de la finca del Vilar, en el corazón del Montseny, hablaran trascender­ían jugosos pasajes de la historia política reciente. La que todavía es, al menos formalment­e, residencia de asueto del presidente de la Diputación de Barcelona, en el término municipal de Fogars de Montclús, ha alojado desde principios de los años setenta del pasado siglo a Juan Antonio Samaranch, Josep Tarradella­s, Antoni Dalmau, Manuel Royes y también a Jordi Pujol, entre otros. Actualment­e, se abre ocasionalm­ente para celebrar algunas reuniones y, según afirman fuentes de la Diputación, se le busca otro uso más acorde con los nuevos tiempos.

Las construcci­ones que conforman El Vilar, una discreta atalaya desde la que se divisa el mar, reciben cada día la visita de un vigilante de la Diputación para controlar que nadie ocupe la casa y que todo esté en orden por si llega el presidente o se solicita celebrar allí algún encuentro. Con el jardín y la zona boscosa, la propiedad ocupa una superficie de 148.000 metros cuadrados.

El Vilar consta de dos edificios, uno de los cuales dispone de dos grandes salas de reuniones, y el otro está habilitado como vivienda, con tres habitacion­es, una de ellas reservada para el escolta y el chófer; salón; comedor; cocina, y un espacio destinado a los masoveros. Desde que se jubiló la masovera, Maria Rosa Pujol, que vivía allí con su marido, Josep Planas, y sus dos hijos, ya nadie habita de manera perma-

EN LA DÉCADA DE LOS SESENTA El marqués de Castell-Florite encargó la rehabilita­ción de la casa, del siglo XVII

DE 1977 A 1980 Tarradella­s y su familia disfrutaba­n de la finca del Vilar en verano y fines de semana

nente en El Vilar. Sólo el citado vigilante acude de lunes a viernes.

La directora de Comunicaci­ón de la Diputación, Mònica Gallardo, afirma que últimament­e El Vilar sólo se ha abierto puntualmen­te para alguna reunión, que ya no tiene un uso residencia­l, aunque formalment­e no se ha modificado el destino que se le dio en los años sesenta.

Fuentes de la Diputación comentan que fue bajo el mandato de Joaquim Buxó Dulce de Abaigar, marqués de Castell-Florite, que se decidió destinar la masía a residencia presidenci­al de vacaciones. También para reuniones de la Diputación y de otras institucio­nes. “La rehabilita­ción se prolongó durante unos diez años pues la casa prácticame­nte estaba en ruinas. Fue en 1973, en época de Samaranch, cuando empezaron a venir los presidente­s”, indican las mismas fuentes.

“Nosotros, mi mujer y nuestros hijos, nos instalamos en El Vilar en 1972 antes de que acabaran las obras, para vigilar que todo estaba en orden”, explica Josep Planas, que trabajó como guarda del Parc Natural del Montseny hasta el 2011. Con Josep Maria de Muller, presidente entre 1967 y 1973, culminó la rehabilita­ción, pero según cuenta Planas apenas visitó la masía un par de veces.

“Samaranch sí se quedaba a dormir, aquí mantenía reuniones de trabajo. Tarradella­s subía los fines de semana y también en verano con su esposa, Maria Antònia Macià, y con su hija, Montse, que se encontraba muy a gusto en la finca. Tarradella­s me decía que la Casa dels Canonges era muy oscura y que aquí disfrutaba de la luz natural y del ai- re puro”, sigue relatando Planas, que habitó con su familia El Vilar durante unos 30 años.

Planas recuerda que las visitas de Jordi Pujol, que nunca ocupó la presidenci­a de la Diputación, y de su familia a la masía causaron algún “tira y afloja” . “Venía con Marta y sus hijos, a Pujol le gustaba mucho andar, salíamos al Matagalls, al Turó de l’Home al Pla de la Calma... Preguntaba mucho, lo quería saber todo”, añade.

También Antoni Dalmau y Manuel Royes acudían con los suyos a El Vilar. Precisamen­te fue en época de Dalmau (1983-1987) cuando el inmueble pasó de depender del Servei de Parcs de la Diputación a estar bajo el control de Presidènci­a. En esas fechas, Maria Rosa Pujol, la masovera, iba a trabajar a las oficinas del parque, lo que impedía que pudiera dedicarse todo el día a atender la residencia y a recibir la los huéspedes. El cambio permitió que Pujol estuviera a jornada completa en El Vilar.

La presidenci­a de Dalmau, que pasaba periodos de vacaciones familiares en El Vilar, coincidió con el momento en que se gestaba la candidatur­a de Barcelona a los Juegos Olímpicos de 1992. “Aquí Maragall y su equipo se reunían con Dalmau... ”, añade Planas.

Los masoveros dejaron El Vilar en el 2002 y desde entonces nadie ocupa permanente­mente esta reservada finca. El actual vigilante explica que a partir de Montilla, la utilizació­n de la masía ha sido escasa. Sus dos salas han sido escenario de reuniones pero al no haber un registro oficial sobre las entradas y salidas, según afirman desde la Diputación, se desconoce el uso que han hecho de esta propiedad los posteriore­s presidente­s.

Personas que han tenido o tienen alguna vinculació­n con El Vilar sí señalan que en este paraje a 940 metros de altura han descansado desde los citados presidente­s de la Diputación y de la Generalita­t hasta algún alto mandatario europeo, entre otros políticos. Pero la actividad de hace años ha menguado relegando el recinto, que se mantiene impecable, a una situación de infrautili­zación. La última reforma de la casa se acometió en época de Corbacho (2004-2008).

Gallardo apunta que es una masía sin una función concreta y asume que hay que darle nuevos usos. Una de las posibilida­des que se estudian es adecuar el espacio a residencia de escritores.

La Diputación, que es propietari­a del 10% de la superficie del parque natural del Montseny, ha ido adquiriend­o fincas para rehabilita­rlas y ha recibido otras fruto de donaciones (ver informació­n adjunta). Este es el caso de la Masia Mariona, una casa señorial rodeada de un jardín-bosque de 3,5 hectáreas, que acoge las oficinas del parque natural. Las otras están destinadas a albergues, casa de colonias o escuelas de naturaleza, principalm­ente, y son gestionada­s por entidades o particular­es. También

REMODELACI­ÓN La última reforma de la masía se realizó durante el mandato de Celestino Corbacho

PREPARACIÓ­N DE BARCELONA’92 El masovero recuerda las reuniones de Antoni Dalmau con Maragall y su equipo

cuenta con tierras alquiladas a agricultor­es y ganaderos.

Pero una de las joyas de la corona es El Vilar, que allá en sus orígenes, en el siglo XVII, pertenecía a una familia que se dedicaba a la venta de hielo. Sus muros han sido testigos de episodios de la historia como el que relata Antoni Dalmau. “Recuerdo una comisión de gobierno en la que Antoni Farrés , del PSUC, se opuso a votar a favor de una propuesta de Tarradella­s. El presidente reaccionó muy airadament­e porque quería unanimidad en todos los acuerdos. Se lo tomó muy mal y al final Farrés dio su apoyo”.

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R.M.B. Con vistas. Un día sin nubes desde la terraza de la finca se alcanza a ver la costa
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R.M. B. Entrada principal del complejo que también cuenta con una casa para los vigilantes
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JAUME SOLER /DIPUTACIÓ DE BARCELONA Josep Tarradella­s y Mª Antònia Macià con Antoni Dalmau y su familia

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