La CND se examina de clásico en el Liceu con un dinámico ‘Don Quijote’
El director José Carlos Martínez saca a bailar a los solistas jóvenes de la compañía
La Compañía Nacional de Danza pone a prueba este fin de semana en el Liceu su renovado métier en el repertorio clásico con el montaje de Don Quijote que firma su director, José Carlos Martínez. Inspirándose en las versiones de Marius Petipa y Alexander Gorski, aunque también en los montajes de Rudolf Nureyev o ese más teatral de Mijail Baryshnikov que él mismo bailó en su día, Martínez propone una versión más dinámica “que hoy cause en el público las mismas impresiones que causó en tiempos de Petipa”.
Este Don Quijote se estrenó en el 2015 y se vio al año siguiente en Sant Cugat. Aún así, es ahora, después de 55 funciones por el mundo y habiendo sido revisado y depurado que el espectáculo está maduro como para presentarse a examen en los grandes coliseos líricos. El Liceu lo acoge de mañana viernes al día 17, como aperitivo de la temporada.
No es la primera vez que la CND visita el Gran Teatre en la etapa de Martínez, pero sí es su debut con lo que supone su retorno al repertorio clásico tras dos décadas convertida en compañía de autor... de Nacho Duato. El Teatro Real, el otro gran coliseo lírico de la península, acoge este noviembre su segunda producción clásica, el Cascanueces que la compañía prepara para la rentrée.
José Carlos Martínez (Cartagena, 1969) llega a su octava temporada al frente de la CND con la moral alta y el ánimo tranquilo. Sabe que aquel aterrizaje en Madrid tras culminar su carrera como étoile de la Ópera de París no fue de los más felices. Coincidía con la crisis económica y su misión era nada menos que devolver a la compañía la capacidad de interpretar clásicos. Y ahí estuvo, haciendo gala de su talante afable y voluntarioso, templando las aguas que el portazo de Duato había dejado revueltas, recuperando el interés del Inaem y renovando poco a poco los activos humanos.
Su balance es positivo. Si tenía 42 bailarines hoy tiene 50, un refuerzo necesario para hacer posible el repertorio clásico. Y más importante: de esos 50 hay 34 que o bien son artistas bregados que han decidido que vale la pena regresar de la diáspora para bailar en la CND, o bien son jóvenes bailarines que llegan de los conservatorios pisando fuerte. “Los últimos años hemos constatado que hay un montón de jóvenes muy bien preparados que vienen a nuestras audiciones”, dice Martínez. En este sentido, la compañía ha dejado de invitar a figuras para los papeles protagonistas de este Don Quijote, como fue el caso de la valenciana Elisa Badenes, principal del Stuttgart Ballet –se la vio en la última gala de IBStage–, quien probablemente ya no tenga fechas para venir a bailar Quiteria.
“Es momento de empujar bailarines jóvenes –indica Martínez–. Es motivador tener a invitados pero me gusta ir alternando, de lo contrario se crea cierta desmotivación. Y además se trata de mostrar en Barcelona lo que es hoy la compañía”.
Así pues, de los tres elencos que bailarán en el Liceu hay dos que son fresquísimos. Ángel García, por ejemplo, un joven de 20 años que entró con 17 en la CND y al que Martínez ha potenciado generosamente, será Basilio. “Es mi papel soñado desde que lo descubrí por Baryshnikov en aquel video con Cynthia Harvey y el American Ballet”. Ángel bailará el viernes y el domingo haciendo pareja con otra joven promesa,
“Los últimos años se ha visto que hay muchos jóvenes muy bien preparados que vienen a nuestras audiciones”
la japonesa Haruhi Otani.
Y otra Quiteria será Cristina Casa, la ex bailarina de la Ballet de Corella que pasó un tiempo en el Royal Ballet de Flandes, haciendo la producción de Don Quijote “en una versión muy rusa y tradicional”, señala. “Cuando pude ver la de José Carlos me resultó muy especial, la sentí como algo muy mío. Volver y bailar este papel de esta manera es lo más bonito que me ha podido pasar”.
¿Qué manera es esa? Martínez ha querido darle un toque especial; la escena de los gitanos en el segundo acto, por ejemplo, la ha rehecho, “había que darle mas dinamismo”, apunta. “Además el personaje de Don Quijote ya no es sólo de pantomima, sino que baila con Dulcinea, una Dulcinea no tan imaginaria a la que toca y ve, de manera que vive su sueño”. La CND ha contado además con Mayte Chico de la Compañía Antonio Gades para perfeccionar el movimiento de mantón, el braceo o el aire en las seguiriyas, boleros o fandangos de la pieza... esto es, la danza española que Petipa había aprendido y transmitido a los rusos.
En cuando a la producción, no hay que olvidar que la CND tiene 1,7 millones de euros de presupuesto anual. Así que recicla el vestuario, utiliza telones con impresión digital y se ahorra un par de decorados, como en la escena de las Driadas. “Así estamos en un sitio anónimo, sólo con las estrellas... lo prefiero, es más contemporáneo, te transporta, te lleva al sueño de Don Quijote”.