La Vanguardia

SANT JORDI VENCE AL DESÁNIMO

María Dueñas y Martí Gironell son los autores más vendidos en castellano y en catalán La fiesta se “descentral­iza” en Barcelona y ocupa nuevos espacios

- XAVI AYÉN JOSEP MASSOT

La historia de tres hermanas españolas que tienen que buscarse la vida en el Nueva York de los años treinta, y el caso real de un catalán que triunfó en California son las dos historias de las novelas más vendidas, en castellano y en catalán, en el Sant Jordi de ayer, según la tendencia de los libros más vendidos que a las 18.30 h de la tarde facilitaba el Gremi de Llibreters. Así, los lectores bendicen, por un lado, Las hijas del capitán (Planeta/Columna) de María Dueñas y La força d’un destí (Columna/Planeta) de Martí Gironell.

Gironell habla de Ceferino Carrión, santanderi­no de nacimiento y catalán de adopción, que creó el restaurant­e La Scala en California con James Dean y bajo el pseudónimo de Jean Leon se convirtió en un personaje popular en el Hollywood de Frank Sinatra, Paul Newman, Warren Beatty, Marilyn Monroe, Elizabeth Taylor y los Kennedy. María Dueñas, por su parte, hace viajar a los lectores a la Calle 14, donde vivían los españoles de Nueva York, que convirtier­on el tramo entre la Séptima y la Octava avenidas en una reproducci­ón a escala de los comercios y las costumbres de sus lugares de origen. “Cuánto me alegro –afirmaba anoche la autora–, ha sido un día fantástico, pura alegría, con lectores a montones y cargados de entu- como siempre que vengo a Sant Jordi. Me siento muy contenta, no solo por mí y por estas tres chicas del libro sino por el esfuerzo colectivo del equipo de Planeta”. La ficción está, en este caso, salpicada de personajes reales, como el músico Xavier Cugat o Alfonso de Borbón, conde de Covadonga, que vive en un hotel y que hubiera podido ser el rey Alfonso XIV.

Martí Gironell tenía una espina clavada desde hace “diez años en el Sant Jordi del 2007. Mi novela –dice– El pont dels jueus estaba entre los más vendidos y de repente, a las cuatro de la tarde, se acabaron los ejemplares, no quedaban existencia­s. Me consolaron diciéndome que era lo mejor que me podía pasar, pues en lugar de un best-seller, se convertirí­a en un long-seller. Y eso es lo que pasó, ahora acabo de recibir la octava edición en bolsillo”. De La força d’un destí, Gironell destaca la tenacidad, la fuerza de voluntad de Ceferino Carrión, que “no logró entrar en Estados Unidos como polizón hasta su octavo intento para realizar su sueño, Y después, ya instalado de vuelta en el Penedès, no consiguió crear su primer vino con cara y ojos hasta en los años 69 y 70. Reagan brindó con él en su toma de posesión como presidente en la Casa Blanca en 1981”.

El Sant Jordi de ayer, ligerament­e más descentral­izado que otros años –con más actividade­s y paradas en los barrios– se inició por la mañana en el Palau de la Virreina, donde la alcaldesa Ada Colau dio el pistoletaz­o de salida a la jornada con la –muy concurrida– foto de los escritores presentes. Allí, Colau reivindicó una ciudad “donde no está prohibido ningún color, ni el amarillo, ni el verde ni el rojo ni el lila”. Jenn Díaz, en su doble condición de novelista y diputada de ERC, urgía a formar Govern ya porque “en la situación política actual, no hay ni siquiera rutinas parlamenta­rias, es muy difícil organizars­e y no me queda nasiasmo,

da de tiempo para escribir”. Andreu Martín, tras haber anunciado el año pasado que se retiraba de Sant Jordi, admitía haber vuelto “porque mis editores me tratan muy bien y han insistido mucho en que vuelva. Es una maldición, es mi sino, ¡no puedo escapar de esto!”. Por su parte, Agustín Fernández Mallo recordaba que “una vez, en Sant Jordi, me pidieron una dedicatori­a para un muerto”.

En la Rambla, los puestos de helado ofrecían cucuruchos con sabor a rosa. Y el estand del Partit Pirata regalaba libros –uno de papel por persona y un amplio catálogo por web– para reivindica­r el libre acceso a la cultura. Pau Pérez, al frente de la parada de la Escola d’Escriptura del Ateneu, que codirige, vendía libros de unos cien alumnos y ex alumnos publicados desde septiembre hasta hoy. Joan Amargós, de la librería Campus, de Sants, exhibía músculo con su parada en Canaletes, donde firmaban destacados nombres, como la actriz Leticia Dolera, casi al mismo nivel que las vecinas Fnac o El Corte Inglés.

Dolera simboliza la fuerza de los

libros feministas, muy presentes este año de reivindica­ciones por la igualdad. Como las enormes colas provocadas por los autores influencer­s, youtubers, instagrame­rs o como quieran llamarlos, que podemos representa­r en Piel de letra, de Laura Escanes (Aguilar), el segundo libro más vendido en noficción en castellano, o por ejemplo en Dulcinea, cuya tercera novela, El día que sientas el latir de las

estrellas (Roca), provocó también varias colas. En el ensayo en catalán, son los libros sobre el procés los que se han llevado el gato al agua, en especial Operació urnes (Columna) de los periodista­s Laia Vicens y Xavi Tedó.

Este año se podía circular mejor por Rambla Catalunya y paseo de Gràcia, gracias al alargamien­to de las distancias entre casetas y la ampliación del recorrido en el Consell de Cent y en la Diagonal. También al mayor número de casetas en el paseo de Sant Joan y la aparición de iniciativa­s en otros puntos de la ciudad. Sin embargo, editores y libreros coinciden en que de cara al próximo año –un lunes de Pascua, donde se pedirá regalar una mona, una rosa y un libro– sería aconsejabl­e regresar a la esencia y los orígenes de la fiesta: el día de la rosa y del libro, y dar prioridad a floristas y librerías en las vías centrales, para que entidades de todo tipo y partidos y organizaci­ones políticas se ubiquen en otros espacios. Se recuperarí­a así la tradición del paseo familiar, sin agobios, con posibilida­d de consultar con calma los libros y charlar con los libreros y los escritores. La reordenaci­ón de los espacios extendería la fiesta por más zonas de la ciudad; satisfaría a los técnicos de seguridad (inquietos por las aglomeraci­ones de un millón y medio de personas en un espacio reducido) y evitaría el efecto San Fermín, acentuado por la nueva realidad turística de Barcelona. Representa­ntes de gremios y asociacion­es de editores como Daniel Fernández, Patrici Tixis, Montse Ayats y Joan Sala, o editores como Laura Huerga o Aniol Rafel, mostraban ayer a este diario su convicción de que la fiesta de Sant Jordi recuperarí­a así la calidad de sus raíces y llevaría los efectos benéficos a otras zonas de la ciudad.

Carme Riera asistió al almuerzo que dio el Rey al mundo editorial en Madrid y ella, como presidenta de Cedro, pidió al monarca una cita para exponerle la situación de los escritores pensionist­as, que tienen que elegir entre cobrar la pensión o las rentas recibidas por sus libros si superan el salario mínimo interprofe­sional. El jueves, Cedro dará su premio a Julia Navarro, en un acto presidido por el ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, y la probable presencia de Felipe González. Habrá que estar atento.

Entre los corrillos en los almuerzos convocados por las editoriale­s se contaba la expectació­n creada por la coincidenc­ia en una misma caseta, a la hora de firmar, de Javier Marías y Mary Beard. La divulgador­a del feminismo y latinista se levantó para saludar al madrileño, autor de un polémico artículo sobre las mujeres. No se oyó lo que decían, pero la sangre no llegó al río tal vez porque en medio de ellos había un tercer firmante, Enrique Vila-Matas, y por educación anglosajon­a.

También se comentaban las discrepanc­ias surgidas en la feria de Madrid entre libreros y editores. Estos últimos se quejan de que les han subido el alquiler de las casetas y reducido el espacio. Hasta junio hay margen de que se acaben arreglando las cosas. En Barcelona, mientras ya se daba la lista habitual de los top five, la gente seguía comprando El viernes se sabrán los resultados definitivo­s y si hay alguna sorpresa. Algunos editores solicitaba­n una lista alternativ­a de editoriale­s pequeñas para hacer visibles títulos de éxito eclipsados por los superventa­s.

COINCIDENC­IAS

Gironell recrea la vida de Ceferino Carrión y Dueñas, la emigración en EE.UU.

CIUDAD ABIERTA

Ada Colau reivindicó una ciudad “donde no está prohibido ningún color”

CONTRA LAS AGLOMERACI­ONES

Los editores ansían un Sant Jordi que regrese a las raíces: libros y rosas

DEMANDA DE IGUALDAD

Dolera simboliza la fuerza de los libros feministas, muy presentes este año

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LLIBERT TEIXIDÓ Los puestos de libros expusieron numerosas novedades y las rosas llenaron las calles. Las rojas arrasaron y se multiplica­ron las amarillas
 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Fiesta. El día de Sant Jordi fue una fiesta, con un acento en libros sobre vidas reales, vindicació­n feminista y ensayos sobre el proceso soberanist­a.
ANA JIMÉNEZ Fiesta. El día de Sant Jordi fue una fiesta, con un acento en libros sobre vidas reales, vindicació­n feminista y ensayos sobre el proceso soberanist­a.

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