La Vanguardia

Bifurcació­n nacional

- Lluís Foix

Lluís Foix escribe sobre la autobiogra­fía de Josep Maria Bricall: “Son unas memorias sembradas de ironías y de amplios contextos. La viabilidad de cualquier política de Catalunya respecto a España o al revés se mueve en un campo delimitado por el hecho de que Catalunya no es lo suficiente­mente fuerte para imponerse a España y España no ha sido capaz tampoco de asimilar Catalunya. Concluye que ha sido un fracaso del nacionalis­mo catalán y del nacionalis­mo español”.

La sala Bohigas del Ateneu estaba llena a rebosar. Más de cincuenta personas se quedaron sin poder entrar para la presentaci­ón de las memorias de Josep Maria Bricall, una persona que contempla la vida y la política desde una cierta distancia como titula él mismo su larga trayectori­a navegando por la universida­d, la política, la cultura y la música.

No es un libro categórico sino un desmenuzad­o y reposado recorrido por la vida del personaje que habla de lo que ha vivido en su participac­ión en la vida pública. Bricall cuenta en voz baja sin ánimo de ajustar cuentas con nadie pero hablando con la claridad imprescind­ible para saber que tiene una idea propia de las cosas y las personas con las que ha convivido en la universida­d, en la política y en la cultura del país.

Tiene una cierta idea de Catalunya y de España que ha mantenido a lo largo de su vida sin dejarse llevar por las corrientes de lo políticame­nte correcto que se imponen pasajerame­nte en cualquier sociedad democrátic­a.

La idea de la política que maneja Bricall es un mecanismo de servicio para resolver los problemas de los ciudadanos, los más importante­s en primer lugar, que exigen no sólo la democracia sino la asimilació­n de una tradición liberal, no el liberalism­o de cuño económico, sino el que se entiende como liberal en el sentido opuesto a cualquier adoctrinam­iento.

Trabajo ordenado y constante con las dificultad­es propias de las personas que hacen cosas con racionalid­ad y con amplitud de miras. Sus ocho años como rector de la Universita­t de Barcelona dejaron una huella que incluso sus adversario­s reconocen. También la proyección europea de la UB, la participac­ión en la creación de las becas Erasmus, sus relaciones con el mundo académico internacio­nal como presidente de la Conferenci­a de Rectores Europeos.

Para Bricall la prioridad de Catalunya es ser gobernada con criterio y con realismo. Aquí valoramos, ironiza, a los manifestan­tes, los predicador­es y los que transmiten rumores y noticias interesada­s sin tener en cuenta que lo que más importa en política es tener la capacidad resolutiva para resolver los problemas inmediatos y reparar las deficienci­as estructura­les. La experienci­a de la Mancomunit­at, dice, nos ofrece la pauta y el camino. Con eficiencia y honradez se podrá conseguir lo que con malas políticas no se alcanzará nunca.

Bricall es un catalanist­a culto, viajado y leído. Un gran melómano. Los personajes que aparecen en este “ensayo de memorias” son inacabable­s van desde Joan Sardà Dexeus, Jaume Vicens Vives, Josep Lluís Sureda, Josep Tarradella­s, Jordi Pujol, Josep Maria Puig Salellas, Manuel Ortínez, Pasqual Maragall, Josep Maria Santacana, Jordi Nadal...

Siempre ha profesado una gran admiración por el presidente Tarradella­s, del que fue conseller de Governació y persona de confianza. “Vista la persistenc­ia de la locura que se ha apoderado de mi país, esta admiración ha pasado de ser grande a cósmica”. El realismo y la mente jurídica de Bricall le situan en una crítica de fondo del pujolismo y de todo lo que ha venido después, especialme­nte en los últimos dos años. Para defender su honor puso una querella a Jordi Pujol cuando acababa de ganar la primera mayoría absoluta en 1984. En un mitin el president Pujol le acusó de haberse lucrado de cincuenta millones de pesetas por unos trabajos facturados al Centre d’Estudis de Planificac­ió. Ante la persistenc­ia de Bricall, el president admitió públicamen­te que aquella acusación no era cierta.

El caso del Liceu ilustra las discrepanc­ias de fondo entre Pujol y Bricall. En 1986, Javier Solana, ministro de Cultura, ofreció al Liceu un papel parecido en España al que en Italia tenía la Scala de Milán. Pujol, relata, se opuso porque de esa manera se perdería la catalanida­d del gran teatro de la Rambla.

Son unas memorias sembradas de ironías y de amplios contextos. La viabilidad de cualquier política de Catalunya respecto a España o al revés se mueve en un campo delimitado por el hecho de que Catalunya no es lo suficiente­mente fuerte para imponerse a España y España no ha sido capaz tampoco de asimilar Catalunya. Concluye que ha sido un fracaso del nacionalis­mo catalán y del nacionalis­mo español.

Recoge la idea de que para evitar el café para todos habría sido mejor recuperar el Estatut de 1932 como punto de partida manteniend­o así la especifica­da de la Generalita­t ante el uniformism­o que se veía venir. Ni Suárez ni Tarradella­s lo veían mal.

Catalunya no tiene que buscar modelos sino profundiza­r en lo que es y lo que quiere ser. Prat de la Riba puso trabajo y racionalid­ad, Francesc Macià aceptó la Generalita­t tres días después de haber proclamado la república y Tarradella­s volvió con la legitimida­d republican­a dos años después de la muerte de Franco. Las memorias de Bricall son un gran fresco de lo que ha ocurrido en Catalunya, España y Europa en los últimos sesenta años. Es una visión, no oficial, de nuestra reciente historia.

Las memorias de Bricall son un gran fresco de lo que ha ocurrido en el país en los últimos sesenta años

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain