Seleccionar no es discriminar, pero requiere coraje
BARCELONA
TENEMOS LA VANA AMBICIÓN DE HACER DE TODOS LOS ESCOLARES UNIVERSITARIOS
En estudios de posgrado y en ciertos ámbitos de investigación científica, Barcelona goza de prestigio internacional. Pese a que la enseñanza primaria y secundaria ha mejorado en los últimos 20 años, los resultados PISA, que evalúan el nivel escolar en secundaria, nos colocan en un modesto lugar , ligeramente por encima de la media de la OCDE. Las instituciones han instrumentalizado el sistema escolar y han politizado la estrategia educativa con un activismo legislativo nefasto. El sistema tiene la vana y remota ambición de hacer de todos nuestros escolares universitarios de carrera. No nos atrevemos a seleccionar a tiempo y dilapidamos el talento de alumnos con vocaciones varias. Nos falta el valor para reconocer que no todos nuestros hijos tienen potencial académico y que su futuro podría estar en una formación no universitaria.
ZURICH
COMBINA LA FORMACIÓN ESCOLAR CON LA ACTIVIDAD LABORAL
Zurich tiene una de las mejores universidades politécnicas del mundo. Veintiún premios Nobel han salido de sus filas, entre ellos Albert Einstein. A ello hay que contraponer el hecho de que sólo el 20% de los alumnos de secundaria de Zurich tienen un bachillerato que les permite acceder a la universidad.
Todos los demás siguen una educación vocacional (lo que antes llamábamos formación profesional) que se implementa a través de un sistema dual que durante tres años combina la formación escolar con la actividad laboral remunerada como aprendiz en una empresa. Suiza está a la cabeza de los rankings de mejores electricistas, pasteleros, delineantes, maestros de obras, fontaneros… Los galardonados son jóvenes inteligentes y astutos a los que el sistema escolar mostró a tiempo dónde estaban sus talentos innatos.
‘TO DO’
EL MEJOR UNIVERSITARIO PUEDE SER UN PÉSIMO OPERARIO
Barcelona ha de encontrar la vía para hacer caudal del talento a todos los niveles. Tiene que dejar de ser socialmente reaccionario aceptar que quizás necesitemos menos sociólogos, geólogos o filólogos, y más –¡y mejores!ebanistas, electromecánicos, contables .... A lo largo de milenios los grupos de población más prósperos fueron aquellos que identificaron a tiempo la necesidad de especializar y canalizar las aptitudes de sus miembros y de distribuir funciones.
La sociedad debe reconocer y retribuir adecuadamente el talento de sus miembros, ya que en tema de competencia profesional es fallido creer que quien puede lo más, puede lo menos. Barcelona necesita recursos humanos expertos y especializados, y la sobrecualificación laboral está lejos de ser una garantía de calidad. El mejor universitario puede ser un pésimo operario.