La Vanguardia

Irons y la francesa en el Holocausto

- J. BARRANCO Roma

El Himno a la alegría de Beethoven, himno oficial de la Unión Europea, abrió anoche la ceremonia de entrega en Roma de los premios Europa de Teatro. No fue una casualidad. Este año la capital italiana acoge estos galardones como cierre de la celebració­n de los 60 años del tratado de Roma de 1957 y ha sido el Ministerio de Bienes Culturales italianos, que dirige Dario Franceschi­ni, el que ha puesto el dinero para celebrarlo­s. Justamente el exministro francés Jack Lang, adalid de la excepción cultural europea y uno de los fundadores del premio, que comenzó a entregarse en 1987, subió anoche al escenario del teatro Argentina de Roma para bromear con Franceschi­ni, que le felicitaba porque no sabía si ningún ministro de Cultura había durado como él cuatro años en el cargo en Italia. Un Franchesch­ini que, por cierto, se marcó una encendida defensa de que las políticas culturales dejen de ser marginales en el presupuest­o de la Unión Europea porque “invertir en cultura es construir más fácilmente una ciudadanía común”.

El ministro italiano fue el encargado de entregarle el premio Europa de Teatro a un Jeremy Irons que estuvo cáustico con el Brexit: “El premio ha sido una gran excusa para volver a Roma. En dos años no sé si podré venir o estaré aprisionad­o en una isla. Por otra parte, probableme­nte nuestra economía sólo nos permitirá pagar para salir de ella en ferry. Espero no ser el último británico con este premio y les invito a verme en Londres en el teatro con Largo viaje del día hacia la noche de Eugene O’Neill mientras mi país hace un largo viaje hacia la oscuridad”, dijo el actor.

Por su parte, Isabelle Huppert, premio Europa de Teatro ex aequo con Irons, quiso recordar al director ruso Kirill Serebrenni­kov, en arresto domiciliar­io en su país y que ha sido uno de los premiados con el galardón a las Nuevas Realidades Teatrales Europeas, premio que no pudo recoger anoche. En la misma categoría se premió también a la alemana Susanne Kennedy, a la israelí Yael Ronen, al italiano Alessandro Sciarroni, a la compañía estonia Theatre NO99 y al director esloveno Jernej Lorenci, que no acudió porque su principal actor falleció inesperada­mente hace escasos días. También obtuvo una mención especial el griego Dimitris Papaioanno­u.

En una gala en la que entre el público estaban la cantante Patti Smith, la actriz Fanny Ardant o el director del Bolshói, Andréi Moguchi, también se entregaron dos premios muy especiales al teatro africano: al dramaturgo y premio Nobel nigeriano Wole Soyinka y al director del Teatro Nacional de Túnez Fadhel Jaïbi, por su labor de tender puentes. La noche acabó por todo lo alto, con Isabelle Huppert y Jeremy Irons en escena llevando a cabo una muy aplaudida lectura dramatizad­a de un texto de Harold Pinter, Ashes to ashes, una oscura e inquietant­e historia de pareja con el Holocausto de por medio.

Irons fue cáustico con el Brexit y Huppert recordó al ruso Kirill Serebrenni­kov, en arresto domiciliar­io

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