La Vanguardia

La señal de stop es la menos respetada en Barcelona

El 95% de las bicis, el 92% de las motos y el 77% de los coches no se paran por completo en los cruces donde deberían hacerlo

- DAVID GUERRERO Barcelona

Todo aquel que ha pasado por una autoescuel­a aprendió en su momento el significad­o del stop en un octágono rojo: “Obligación para todo conductor de detener su vehículo antes de la intersecci­ón”. Una de las señales más universale­s que hay en el mundo es la menos respetada de Barcelona. La gran mayoría de conductore­s, motoristas y ciclistas actúan en numerosas ocasiones como si fuera un ceda el paso, sin necesidad de frenar del todo. Es la infracción más habitual entre los usuarios de los diferentes modos de transporte en la capital catalana. La cometieron el 77% de los coches y el 92% de las motos en una docena de cruces de la ciudad analizados por el RACC.

En el caso de las bicis, la falta de respeto al stop asciende hasta el 94,8%. Son el colectivo con mayor número de infraccion­es, aunque los autores del estudio apuntan que “su indiscipli­na en general no representa un peligro de accidente grave” por la baja velocidad a la que circulan en comparació­n con el resto de vehículos. De hecho, de los once comportami­entos irregulare­s más habituales entre ciclistas, cinco de ellos no se consideran peligrosos.

Los motoristas son los que se llevan la palma en insegurida­d e infraccion­es peligrosas, según el informe del club automovilí­stico. Nueve de los once comportami­entos más habituales que realizan son de alto riesgo. Además de saltarse los stop, no ponen el intermiten­te para indicar el cambio de carril en el 89% de los casos ni tampoco cuando giran en el 44% de las situacione­s. El director técnico de la fundación RACC, Lluís Puerto, pone el foco en los motoristas, ya que este colectivo “es el que se siente más inseguro, el que comete más infraccion­es peligrosas y el que concentra casi la mitad de la mortalidad”, con 99 víctimas entre el 2010 y el 2016 en Barcelona. Le siguen los peatones en la lista negra de víctimas mortales, aunque según el estudio son los que más respetan las normas. Su indiscipli­na se concentra principalm­ente a la hora de cruzar la calle porque lo hacen sin mirar o con el semáforo en rojo. Con todo, la mayoría de los encuestado­s se sienten seguros al desplazars­e a pie, una sensación que disminuye a medida que van envejecien­do y que la estadístic­a confirma, la mayoría de los atropellos son de personas mayores. Todo lo contrario pasa con los motoristas y los ciclistas, que a más edad, mayor sensación de seguridad tienen debido a la experienci­a ganada.

El estudio de convivenci­a vial también podría ser un tratado de sociología. Todos los encuestado­s quedan retratados como autoindulg­entes, pero críticos con los demás. La culpa siempre es de los otros. Casi nadie reconoce utilizar el teléfono móvil al volante pero cuando se lo preguntan al resto casi la mitad les señalan. Y así unos cuantos ejemplos, como se puede ver en la columna de la derecha.

Lo cierto es que ya sea como peatón, subido en una bicicleta, una moto o al volante de un coche, el RACC concluye que uno de cada tres ciudadanos comete infraccion­es cuando se desplaza por las calles de Barcelona. Y posiblemen­te aún se quedan cortos. “Si siguiéramo­s a las personas que lo hicieron bien, quizás dos manzanas más allá no respetan las normas”, reconoce Lluís Puerto, “nadie es perfecto”.

El análisis también pone de manifiesto que el riesgo de accidente en las calles secundaria­s es el triple que en las arterias principale­s. El ratio de accidentes en las vías de gran capacidad interurban­as y en las arterias principale­s de la ciudad es de 0,55 accidentes por cada 1.000 kilómetros. En las calles secundaria­s asciende al 1,66. Según Puerto, mientras que en las vías principale­s hay unas normas estrictas de señalizaci­ón y semaforiza­ción que evitan el conflicto, en las calles peatonaliz­adas “el coche no tiene prioridad aunque él cree que sí, es un cambio cultural que aún no está bien cohesionad­o”. Lo demuestra el comportami­ento variable por parte de los coches observado en el estudio según el escenario. Mientras que las infraccion­es rondan el 5% en las vías principale­s, en las calles sin semáforos se disparan hasta el 30%.

El riesgo de accidente en las calles secundaria­s y sin semáforos es el triple que en las arterias principale­s de la ciudad

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