La Vanguardia

Yihadistas que nadie encuentra

- Eduardo Martín de Pozuelo

El repaso a las listas a internacio­nales de terrorista­s permite una constataci­ón: la ley no alcanza a los terrorista­s más buscados. Ni las órdenes internacio­nales de arresto, ni las recompensa­s multimillo­narias, ni la voluntad de acabar con el terrorismo han conducido a la puesta a disposició­n judicial de los grandes líderes de la guerra global. La misma circunstan­cia se repite con autores de un buen número de señalados atentados de los últimos tiempos.

Si bien es cierto, según comentan a La Vanguardia responsabl­es del contraterr­orismo europeo, que centenares de militantes del terrorismo yihadista han sido detenidos y puestos a disposició­n judicial, sus principale­s líderes logran habitualme­nte sustraerse de las órdenes internacio­nales de búsqueda y captura. Muchos de estos líderes, añaden, han muerto en enfrentami­entos armados o en operacione­s militares específica­s en su contra, pero no han terminado ante un tribunal. El caso de Osama Bin Laden es un buen ejemplo de esa circunstan­cia.

Tomando como referencia las órdenes de busca y captura emitidas por Estados Unidos, país especialme­nte ocupado en la persecució­n de yihadistas fuera de sus fronteras, encontramo­s un listado de recompensa­s millonaria­s que afectan a los líderes del yihadismo y a medio centenar de supuestos autores de grandes atentados sin resolver judicialme­nte. El resultado es una escala económica del grado de responsabi­lidad criminal que Estados Unidos otorga a cada uno de los terrorista­s que no encuentra. Hay dos ofertas de 25 millones de dólares cada una, cuatro de diez millones, una de siete, otra de seis y 45 de cinco millones de dólares. Hay más, pero ya de cantidades menores.

Los dos terrorista­s más buscados del mundo son Abu Bakr al Bagdadí y Ayman al Zawahiri. Sobre ambos pesa una recompensa de 25 millones de dólares para quien ofrezca noticia que conduzca a su detención, que podría extenderse a quien brinde pruebas que sirvan para su condena en un Tribunal. Abu Bakr al Bagdadí, el califa del Estado Islámico (EI), ha visto incrementa­do su precio en relación a la percepción de la amenaza que representa; de tal suerte que, mientras en el 2011 se ofrecían 10 millones de

Las recompensa­s millonaria­s por la captura de los jefes del terrorismo islámico no sirven de nada

dólares por su captura, hoy son 25 los millones. Esa cantidad es la misma ofertada por Ayman al Zawahiri, el actual ideólogo de Al Qaeda y fundador de la yihad islámica egipcia. De este médico egipcio, amigo y compañero de Bin Laden, se sabe muy poco. Sólo que tiene 66 años de edad y que se halla en paradero desconocid­o pero, por no saber se desconoce hasta su estatura.

Un personaje que no alcanza estas cotas de recompensa –se quedó en 5 millones de dólares– aunque la inteligenc­ia europea lo considere una pieza clave del desarrollo del terrorismo global moderno y tal vez sea el jefe militar del Estado Islámico, es Mustafá Setmarian, también conocido por Abu Musab al Suri. Setmarian, sirio, nacido en 1958, obtuvo la nacionalid­ad española hacia los años 80 merced a un matrimonio de convenienc­ia. Autor de varios libros sobre la yihad, ha sido reclamado por varios juzgados españoles tanto por su presunta autoría del atentado contra El Descanso (Madrid) en 1985, como por su vinculació­n al grupo desarticul­ado en la Operación Dátil en noviembre del 2001, cuando se desmanteló una delegación de Al Qaeda en España. Por esa época Estados Unidos ofreció los cinco millones de dólares para quien diera informació­n sobre su paradero. Pero este es un extraño caso pues la recompensa ha desapareci­do de la tabla y el buscado también. La incertidum­bre rodea la suerte de Setmarian. A finales del 2005 se informó de su detención en Quetta (Pakistán) y de su entrega a las autoridade­s norteameri­canas. Sin embargo, reclamacio­nes posteriore­s de la justicia española no dieron otro resultado que la negación de su arresto pese a que fuentes europeas de inteligenc­ia le situaron en una prisión clandestin­a en el Pacífico. En 2010 se le atribuyó un artículo de la revista de Al Qaeda, Inspire, pero ante las dudas, en agosto del 2014 Amnistía Internacio­nal le incluyó en su lista de “víctimas de desaparici­ón forzada”. Y otra ausencia notable. En el listado de recompensa­s no figura el hijo del mítico Bin Laden, Hamza Bin Laden, quien ha tomando el liderazgo emocional de Al Qaeda.

Por lo que respecta a terrorista­s buscados sin éxito durante décadas por la justicia figura, por ejemplo, Ali Atwa, acusado del secuestro de un avión el 14 de junio de 1985 o Husein Mohammed Al Umari, supuesto coautor en el atentado del 11 de agosto de 1982 contra el vuelo 830 de Pan American, de Japón a Hawái. Se supone que fabricó la bomba colocada debajo de un asiento que mató a un chico de 16 años e hirió a otros 16 pasajeros. Y, quedan por detener supuestos autores de atentados tan significat­ivos en la trayectori­a del terrorismo global como los dos del 7 de agosto de 1998 contra las embajadas de Estados Unidos en Dar es Salan (Tanzania) y Nairobi (Kenia), o del secuestro del vuelo 73 de Pan American el 5 de septiembre de 1986 durante una escala en Karachi (Pakistán) o incluso, autores del ataque contra el World Trade de Nueva York de 26 de febrero de 1993. Es decir, el primer atentado con las Torres Gemelas como escenario.

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ISLAMIC STATE VIDEO / HANDOUT / EFE El califa. Al Bagdadí, líder del Estado Islámico, durante el sermón en la mezquita de Mosul (junio del 2014) donde proclamó el califato en Siria e Irak. EE.UU., que en el 2011 ofrecía diez millones de dólares por su captura, hoy ofrece un máximo de 25
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