“Las formas, las formas”
El PDECat volvió a sucumbir en su deseo de postergar la ley de transitoriedad para oxigenar el Parlament
Las notificaciones del Constitucional a los ayuntamientos inquietan a los organizadores
Carles Puigdemont escogió un bolígrafo de la ONCE para firmar el decreto de convocatoria del referéndum. Era “El día de su ilusión”. El presidente de la Generalitat aceptó asumir el cargo con el único propósito de conducir a Catalunya en el tránsito que definió como de la postautonomía a la preindependencia, así que ayer, con la ley del Referéndum y el decreto vigentes a la espera del TC, las cartas pidiendo la colaboración de los alcaldes enviadas, el registro de voluntarios en marcha y la campaña de participación sonando en TV3, era el día de gritar misión cumplida y comenzar a vislumbrar el camino del ansiado retorno a casa.
Si la CUP presumía de no estar en el Parlament para reproducirse políticamente, Puigdemont no ha podido emplear más vías para borrarse de los escenarios post 1 de octubre y eso es lo que marca la diferencia del resto de actores políticos implicados en el mayor conflicto institucional entre Catalunya y el Estado.
La bandera española sigue presidiendo la sala de sesiones del Parlament, pero Les Echos ya se pregunta si el Barça podría jugar la liga de fútbol francesa. Esa es la brecha de percepción que ha abierto la convocatoria del referéndum y que permitía ayer a Puigdemont ir de su despacho al hemiciclo con las manos en los bolsillos mientras en la Moncloa Mariano Rajoy comparecía al fin para asumir en primera persona la gestión de la crisis: “Sé lo que se espera de mí”, “haré todo lo necesario, sin renunciar a nada” para evitar que haya urnas.
Lo que ocurre alrededor del president en el Parlament es otra cosa. Aunque Oriol Junqueras se quedó de madrugada con el micro en la boca tras la firma del decreto, tampoco le hacía falta intervenir. Los republicanos han extendido sus tentáculos más allá de sus siglas; su secretaria general, Marta Rovira, ha asumido con éxito el papel de condescendiente fuerza de choque frente a PP y Ciudadanos, y antiguos dirigentes reconciliados con el partido se sientan en la sala de máquinas de la organización del referéndum y la movilización ciudadana que necesita.
Mientras, un PDECat diezmado avanza a tientas. En el tramo final del proceso soberanista ha perdido todas las batallas que ha librado con sus compañeros y sin embargo enemigos más allá del referéndum. Desde la remodelación del Govern limitada a sus siglas que blindó a los consellers de ERC, hasta la aceptación de la aprobación de la ley de transitoriedad antes del 1-O tal y como exigía la CUP.
El desencuentro tuvo ayer una tercera fase. El lamentable espectáculo del miércoles en el hemiciclo, que se prolongó durante más de doce horas, hizo que entre la dirección del PDECat, diputados e incluso consellers se planteara si convenía tensar aún más el Parlament socavando no sólo la imagen de la presidenta de la Cámara sino de la institución.
Se trataba de reconsiderar no el compromiso de aprobar la ley de desconexión antes del referéndum, sino los tiempos de la partida para oxigenar la Mesa. En la actual composición de la Cámara los finos estilistas parlamentarios escasean, pero no los que se aferran al valor de las formas, también en el bloque independentistas. Y esos, el miércoles, sufrieron. “Las formas, las formas”.
De nuevo en el Parlament, desde el PDECat se prefería priorizar la ventana de 24 horas que se había abierto por incomparecencia efectiva del Gobierno de Mariano Rajoy antes de que todo el peso del Tribunal Constitucional cayera sobre el Parlament, el Govern, los ayuntamientos y hasta los Mossos. Con la ley y el decreto del referéndum vigentes se había puesto en marcha la maquinaria que hacía visible la consulta y “la ciudadanía ya se siente convocada”, aseguraban fuentes de la formación. ERC volvió a eludir la confrontación, pero la CUP, que se mantuvo ajena a los golpes con la oposición a cuenta de las tramitaciones de las leyes, no estaba dispuesta a soltar la presa.
El próximo episodio correrá a cuenta del apoyo de los alcaldes al referéndum. Desde su convocatoria, más de medio millar de ayuntamientos han mostrado su apoyo al 1-O. El dato es motivo de orgullo y parte de la estrategia de socializar las responsabilidades judiciales derivadas de la organización de la jornada. Pero el Tribunal Constitucional no entiende de números y anoche lanzó más de un millar de notificaciones en las que alertaba de que participar de la consulta puede suponer incurrir en delitos de desobediencia, prevaricación y malversación de fondos. El compromiso del PDECat es total, es la primera fuerza municipalista catalana y vuelve a ser quien más arriesga, con “todo el apoyo” de la CUP.