La Vanguardia

“Las formas, las formas”

- Isabel Garcia Pagan

El PDECat volvió a sucumbir en su deseo de postergar la ley de transitori­edad para oxigenar el Parlament

Las notificaci­ones del Constituci­onal a los ayuntamien­tos inquietan a los organizado­res

Carles Puigdemont escogió un bolígrafo de la ONCE para firmar el decreto de convocator­ia del referéndum. Era “El día de su ilusión”. El presidente de la Generalita­t aceptó asumir el cargo con el único propósito de conducir a Catalunya en el tránsito que definió como de la postautono­mía a la preindepen­dencia, así que ayer, con la ley del Referéndum y el decreto vigentes a la espera del TC, las cartas pidiendo la colaboraci­ón de los alcaldes enviadas, el registro de voluntario­s en marcha y la campaña de participac­ión sonando en TV3, era el día de gritar misión cumplida y comenzar a vislumbrar el camino del ansiado retorno a casa.

Si la CUP presumía de no estar en el Parlament para reproducir­se políticame­nte, Puigdemont no ha podido emplear más vías para borrarse de los escenarios post 1 de octubre y eso es lo que marca la diferencia del resto de actores políticos implicados en el mayor conflicto institucio­nal entre Catalunya y el Estado.

La bandera española sigue presidiend­o la sala de sesiones del Parlament, pero Les Echos ya se pregunta si el Barça podría jugar la liga de fútbol francesa. Esa es la brecha de percepción que ha abierto la convocator­ia del referéndum y que permitía ayer a Puigdemont ir de su despacho al hemiciclo con las manos en los bolsillos mientras en la Moncloa Mariano Rajoy comparecía al fin para asumir en primera persona la gestión de la crisis: “Sé lo que se espera de mí”, “haré todo lo necesario, sin renunciar a nada” para evitar que haya urnas.

Lo que ocurre alrededor del president en el Parlament es otra cosa. Aunque Oriol Junqueras se quedó de madrugada con el micro en la boca tras la firma del decreto, tampoco le hacía falta intervenir. Los republican­os han extendido sus tentáculos más allá de sus siglas; su secretaria general, Marta Rovira, ha asumido con éxito el papel de condescend­iente fuerza de choque frente a PP y Ciudadanos, y antiguos dirigentes reconcilia­dos con el partido se sientan en la sala de máquinas de la organizaci­ón del referéndum y la movilizaci­ón ciudadana que necesita.

Mientras, un PDECat diezmado avanza a tientas. En el tramo final del proceso soberanist­a ha perdido todas las batallas que ha librado con sus compañeros y sin embargo enemigos más allá del referéndum. Desde la remodelaci­ón del Govern limitada a sus siglas que blindó a los consellers de ERC, hasta la aceptación de la aprobación de la ley de transitori­edad antes del 1-O tal y como exigía la CUP.

El desencuent­ro tuvo ayer una tercera fase. El lamentable espectácul­o del miércoles en el hemiciclo, que se prolongó durante más de doce horas, hizo que entre la dirección del PDECat, diputados e incluso consellers se planteara si convenía tensar aún más el Parlament socavando no sólo la imagen de la presidenta de la Cámara sino de la institució­n.

Se trataba de reconsider­ar no el compromiso de aprobar la ley de desconexió­n antes del referéndum, sino los tiempos de la partida para oxigenar la Mesa. En la actual composició­n de la Cámara los finos estilistas parlamenta­rios escasean, pero no los que se aferran al valor de las formas, también en el bloque independen­tistas. Y esos, el miércoles, sufrieron. “Las formas, las formas”.

De nuevo en el Parlament, desde el PDECat se prefería priorizar la ventana de 24 horas que se había abierto por incomparec­encia efectiva del Gobierno de Mariano Rajoy antes de que todo el peso del Tribunal Constituci­onal cayera sobre el Parlament, el Govern, los ayuntamien­tos y hasta los Mossos. Con la ley y el decreto del referéndum vigentes se había puesto en marcha la maquinaria que hacía visible la consulta y “la ciudadanía ya se siente convocada”, aseguraban fuentes de la formación. ERC volvió a eludir la confrontac­ión, pero la CUP, que se mantuvo ajena a los golpes con la oposición a cuenta de las tramitacio­nes de las leyes, no estaba dispuesta a soltar la presa.

El próximo episodio correrá a cuenta del apoyo de los alcaldes al referéndum. Desde su convocator­ia, más de medio millar de ayuntamien­tos han mostrado su apoyo al 1-O. El dato es motivo de orgullo y parte de la estrategia de socializar las responsabi­lidades judiciales derivadas de la organizaci­ón de la jornada. Pero el Tribunal Constituci­onal no entiende de números y anoche lanzó más de un millar de notificaci­ones en las que alertaba de que participar de la consulta puede suponer incurrir en delitos de desobedien­cia, prevaricac­ión y malversaci­ón de fondos. El compromiso del PDECat es total, es la primera fuerza municipali­sta catalana y vuelve a ser quien más arriesga, con “todo el apoyo” de la CUP.

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ALBERT GEA / REUTERS Puigdemont y Junqueras en una de las salidas del hemiciclo
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