Sin margen de error
Septiembre parece abril, como si el Barça se lo jugara todo en los próximos partidos
Crece la preocupación alrededor del estado de salud del FC Barcelona, no tanto por su presente, que también, sino por las dudas que suscita su porvenir, basadas en hechos reales y también en la acostumbrada inclinación a la catástrofe por parte del entorno. El voto de censura impulsado por el eterno agitador Agustí Benedito, una extravagancia sin futuro cuando se planteó, ha tomado cuerpo propulsado por una gestión deficiente de un verano que supuestamente debía enderezarlo todo. La lista de errores es amplia: la poca anticipación de la junta en la huida de Neymar, un jugador extraordinario pero con el principio de lealtad atrofiado; la caótica planificación deportiva, con momentos cumbre como el no fichaje de Seri; la indescriptible incapacidad de hacer caja con el excedente de la plantilla, así como la confirmación de que un organigrama sobredimensionado, además de dificultar los consensos, favorece las batallas intestinas... El desafío del primer equipo, liderado por Ernesto Valverde, es hacer olvidar la resaca estival armando un conjunto que enganche a un Camp Nou necesitado de esperanza. “Fútbol es fútbol”, dijo Boskov, en una sentencia en la que cabe todo, incluso que la temporada que muchos intuyen oscura acabe de buena manera.
La directiva
La ausencia de una persona fuerte tanto en la junta como en la secretaría técnica ha diversificado la responsabilidad de lo sucedido, hasta el punto de que como hay tanta gente a la que señalar, lo lógico a partir de ahora será simplificar y mirar hacia Bartomeu cuando las cosas se tuerzan. Figuras como la de Javier Faus o Andoni Zubizarreta ejercían de cortafuegos, ya fuera por su seguridad y convencimiento ante los medios (Faus) o por la certeza de que su parcela era intocable (Zubi). Hoy no existe ese parachoques. El vicepresidente más visible es más hábil a la hora de alimentar polémicas que de desactivarlas, mientras Robert Fernández fue rebajado en sus funciones cuando no existían motivos aparentes para ello. La maniobra animó a ejecutivos y directivos colindantes a jugar a ser secretarios técnicos, una invitación al desorden. El presidente está solo ante el peligro, no tiene a quien sacrificar para escudarse (aunque lo hará en los próximos días), de manera que septiembre parece abril, como si los próximos resultados fueran ya decisivos para calibrar la credibilidad del nuevo proyecto.
Los jugadores
El vestuario tampoco ha salido bien parado del verano, estación destinada al descanso y no a la exhibición de trapos sucios o a la preservación de secretos que han comprometido al club. No está la plantilla en una situación de ventaja como en otros tiempos. El crédito va menguando y su exceso de poder ha pasado de ser justificado a cambio de títulos a ser puesto en duda. Deportivamente, el relevo generacional ha de ser afrontado con valentía. La vieja guardia tiene recorrido, pero no puede ser exprimida como único argumento. El repaso del Madrid en la Supercopa fue demasiado evidente. Es la hora de Messi, Suárez, Piqué y compañía, pero también de Umtiti, Sergi Roberto, y por supuesto Dembélé, Paulinho o Semedo. La calma que transmite Valverde es una bendición. Aparece el entrenador como aquella azafata de vuelo cuya mirada serena ahuyenta el miedo en momentos de turbulencias. Existe la certeza de que el nuevo entrenador actuará de remedio contra la crispación, desoyendo el ruido centrado en su trabajo de dar con la tecla para devolver al equipo un sentido colectivo que ha ido perdiendo. Esa misma suavidad de carácter tiene su parte mala. Se sabe que Valverde quería más refuerzos (que Robert dijera que faltaban uno o dos fichajes a cinco días de cerrar el mercado no fue casual) y que no los tendrá, señal de que el club no ha tenido miedo de decepcionarle, ni siquiera en su primer año.
La oposición
No es descabellado pensar que en estos momentos hay más de 16.000 socios contrarios al gobierno de Bartomeu (los necesarios para validar la moción), más difícil es creer que vean en Benedito al aglutinador idóneo para conducir ese malestar. Los próximos partidos en el Camp Nou tomarán el pulso al estado de ánimo culé, primero contra el Espanyol y después con la Juve, piedra de toque infalible para saber cómo de fiable es el nuevo Barça.
SIN RED
Bartomeu anunciará nuevos cambios en el club tras un verano defectuoso, pero ya no tiene paracaídas
EL VESTUARIO
Valverde será clave porque la vieja guardia no podrá sostener el proyecto sin la ayuda de los nuevos