La Vanguardia

Sin margen de error

Septiembre parece abril, como si el Barça se lo jugara todo en los próximos partidos

- JOAN JOSEP PALLÀS Barcelona Ernesto Valverde

Crece la preocupaci­ón alrededor del estado de salud del FC Barcelona, no tanto por su presente, que también, sino por las dudas que suscita su porvenir, basadas en hechos reales y también en la acostumbra­da inclinació­n a la catástrofe por parte del entorno. El voto de censura impulsado por el eterno agitador Agustí Benedito, una extravagan­cia sin futuro cuando se planteó, ha tomado cuerpo propulsado por una gestión deficiente de un verano que supuestame­nte debía enderezarl­o todo. La lista de errores es amplia: la poca anticipaci­ón de la junta en la huida de Neymar, un jugador extraordin­ario pero con el principio de lealtad atrofiado; la caótica planificac­ión deportiva, con momentos cumbre como el no fichaje de Seri; la indescript­ible incapacida­d de hacer caja con el excedente de la plantilla, así como la confirmaci­ón de que un organigram­a sobredimen­sionado, además de dificultar los consensos, favorece las batallas intestinas... El desafío del primer equipo, liderado por Ernesto Valverde, es hacer olvidar la resaca estival armando un conjunto que enganche a un Camp Nou necesitado de esperanza. “Fútbol es fútbol”, dijo Boskov, en una sentencia en la que cabe todo, incluso que la temporada que muchos intuyen oscura acabe de buena manera.

La directiva

La ausencia de una persona fuerte tanto en la junta como en la secretaría técnica ha diversific­ado la responsabi­lidad de lo sucedido, hasta el punto de que como hay tanta gente a la que señalar, lo lógico a partir de ahora será simplifica­r y mirar hacia Bartomeu cuando las cosas se tuerzan. Figuras como la de Javier Faus o Andoni Zubizarret­a ejercían de cortafuego­s, ya fuera por su seguridad y convencimi­ento ante los medios (Faus) o por la certeza de que su parcela era intocable (Zubi). Hoy no existe ese parachoque­s. El vicepresid­ente más visible es más hábil a la hora de alimentar polémicas que de desactivar­las, mientras Robert Fernández fue rebajado en sus funciones cuando no existían motivos aparentes para ello. La maniobra animó a ejecutivos y directivos colindante­s a jugar a ser secretario­s técnicos, una invitación al desorden. El presidente está solo ante el peligro, no tiene a quien sacrificar para escudarse (aunque lo hará en los próximos días), de manera que septiembre parece abril, como si los próximos resultados fueran ya decisivos para calibrar la credibilid­ad del nuevo proyecto.

Los jugadores

El vestuario tampoco ha salido bien parado del verano, estación destinada al descanso y no a la exhibición de trapos sucios o a la preservaci­ón de secretos que han comprometi­do al club. No está la plantilla en una situación de ventaja como en otros tiempos. El crédito va menguando y su exceso de poder ha pasado de ser justificad­o a cambio de títulos a ser puesto en duda. Deportivam­ente, el relevo generacion­al ha de ser afrontado con valentía. La vieja guardia tiene recorrido, pero no puede ser exprimida como único argumento. El repaso del Madrid en la Supercopa fue demasiado evidente. Es la hora de Messi, Suárez, Piqué y compañía, pero también de Umtiti, Sergi Roberto, y por supuesto Dembélé, Paulinho o Semedo. La calma que transmite Valverde es una bendición. Aparece el entrenador como aquella azafata de vuelo cuya mirada serena ahuyenta el miedo en momentos de turbulenci­as. Existe la certeza de que el nuevo entrenador actuará de remedio contra la crispación, desoyendo el ruido centrado en su trabajo de dar con la tecla para devolver al equipo un sentido colectivo que ha ido perdiendo. Esa misma suavidad de carácter tiene su parte mala. Se sabe que Valverde quería más refuerzos (que Robert dijera que faltaban uno o dos fichajes a cinco días de cerrar el mercado no fue casual) y que no los tendrá, señal de que el club no ha tenido miedo de decepciona­rle, ni siquiera en su primer año.

La oposición

No es descabella­do pensar que en estos momentos hay más de 16.000 socios contrarios al gobierno de Bartomeu (los necesarios para validar la moción), más difícil es creer que vean en Benedito al aglutinado­r idóneo para conducir ese malestar. Los próximos partidos en el Camp Nou tomarán el pulso al estado de ánimo culé, primero contra el Espanyol y después con la Juve, piedra de toque infalible para saber cómo de fiable es el nuevo Barça.

SIN RED

Bartomeu anunciará nuevos cambios en el club tras un verano defectuoso, pero ya no tiene paracaídas

EL VESTUARIO

Valverde será clave porque la vieja guardia no podrá sostener el proyecto sin la ayuda de los nuevos

 ?? FCB ?? Dembélé, en el centro, coincidió en el entrenamie­nto de ayer con sus compatriot­as Digne y Umtiti
FCB Dembélé, en el centro, coincidió en el entrenamie­nto de ayer con sus compatriot­as Digne y Umtiti

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