La poesía como norte
Las tórridas tierras del cementerio de Calaceite albergan ya, desde hace unos días, las cenizas de Pilar Gómez Bedate, profesora de literatura, poetisa, crítica literaria, editora y traductora. Sus restos reposan al lado de los de su marido, el poeta Ángel Crespo, fallecido en Barcelona en 1995. Juntos desempeñaron un papel muy importante en la dinamización cultural de esta pequeña ciudad del Matarraña aglutinando, durante los años noventa, a toda una pléyade de escritores y artistas en torno a la fundación cultural Noessis, que ayudaron a fundar.
Desde la muerte de su marido han sido varios los actos que se realizaron allí rememorando su vida y su obra. En Calaceite se presentó por primera vez la edición de la obra poética completa de Ángel Crespo, con la presencia imprescindible de su mujer, y a finales del pasado mes de julio la misma Pilar Gómez coordinó en Calaceite la I.ª Bienal de Poesía y Traducción, organizada en homenaje a su esposo. Durante esta su última visita a tierras aragonesas, la escritora sufrió un derrame cerebral que se complicó con una neumonía. Tuvo que ser trasladada de urgencia al hospital Miguel Servet de Zaragoza, donde falleció el pasado 13 de agosto.
Mujer de gran sensibilidad intelectual y muy trabajadora, volcó su actividad en su gran pasión, la literatura, en sus diversas facetas de investigadora, divulgadora y docente. Doctora en Filosofía y Letras, fue catedrática de Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico (1967-1988), profesora titular de Filología Española en la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, y catedrática de Literatura española en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, donde se jubiló.
En los últimos años decidió trasladar su residencia de Barcelona a Madrid, donde mantuvo constante relación con sus amigos escritores y preparaba diferentes ediciones de la obra de su marido, el poeta y traductor Ángel Crespo, y escribía sus propios cuentos y poemas que aparecerán en el próximo otoño en el sello Polibea.
Pilar Gómez Bedate nació en Zamora en 1936. Se trasladó a Madrid en los años sesenta, donde ejerció la crítica de arte en revistas como Ínsula y Cuadernos Hispanoamericanos. En esa época conoció y unió su destino al de Ángel Crespo. Juntos vivieron posteriormente en Puerto Rico, en Upsala (Suecia), en Brasil y finalmente en Barcelona.
A mitad de los años ochenta y siguiendo los pasos que antes emprendieron otros amigos suyos como el escritor José Donoso, el pintor Ràfols Casamada, el editor y narrador Toni Marí o el escultor Fernando Navarro, la pareja comenzó a visitar la villa de Calaceite, en el Matarraña turolense, donde acabaron comprando una vivienda en la que pasaron largos veranos leyendo, escribiendo y organizando actividades culturales que dinamizaron la vida social de esta población.
Como filóloga y crítica literaria, Pilar Gómez Bedate se especializó en lenguas románicas. Editó y tradujo a Giovanni Bocaccio, entre otras su obra maestra, El Decamerón ,ya Stéphane Mallarmé, uno de sus poetas favoritos. Preparó la edición de varios libros de Juan Ramón Jiménez, José Luis Giménez Frontín y Carlos de la Rica y es autora de una antología de la poesía modernista. En los últimos años coordinó la reedición de varios libros de su esposo, poeta de inspiración simbolista. Asimismo participó en el consejo de redacción de varias revistas literarias y perteneció al comité asesor de editoriales como Igitur. Desde su inauguración en 1984, colaboró activamente en las sesiones de las Jornadas de Poesía de Cuenca, patrocinadas por la delegación provincial de la Consejería de Educación y Cultura de Castilla La Mancha y ha formado parte del consejo de redacción de la revista Hora de Poesía (Lentini Editor, Barcelona) y de la revista Salina, editada por la Facultat de Lletres de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona. Fue socia de la ACEC y formó parte de la junta directiva. Como traductora, vertió al español al escritor João Guimarães Rosa y a los italianos Primo Levi y Natalia Ginzburg. Autora del poemario La peregrinación (1966), en los últimos años decidió publicar un nuevo volumen,
Las aguas del río (2011), en la prestigiosa editorial aragonesa de poesía Olifante. De esta obra, el poeta y crítico José Corredor Matheos dijo: “Un homenaje, ya explícito, rememoración de una vida en la espera del amado y de rápido recorrido vital en su compañía, que finaliza en la soledad de su recuerdo. Pero no se trata de un libro elegiaco, porque, aunque lo empañe a menudo la tristeza, puede más la presencia del Ausente, que sigue marcando con fuerza su silueta”.