La diáspora de los hermanos Pi i Sunyer
Una exposición y un libro rememoran el exilio en 1939 de una familia de la burguesía ilustrada y catalanista
Lo escribió August Pi i Sunyer a su hermano Carles en carta fechada en Caracas el 27 de septiembre de 1947: “Franco ha hecho mucho daño a tantos y tantos. Pero en lo que se refiere a nuestra familia, el mayor mal es el de la dispersión a la que nos ha obligado y que no tiene remedio”. A principios de febrero de 1939, a punto de acabar la guerra, los tres hermanos Pi i Sunyer, August, Carles y Santiago, con sus respectivas familias, más de treinta miembros, se fueron al exilio y se disgregaron por varios países. Ahora, una exposición y un libro reconstruyen el itinerario de estas familias, a través de cartas, fotografías, objetos y testimonios personales.
Vides errants. Postguerres i exilis del germans Pi i Sunyer es el título de la exposición que puede verse en el Museu Memorial de l’Exili (Mume) de La Jonquera hasta el 2 de julio y que luego irá a Roses, Barcelona y Girona. El catálogo que la acompaña fue presentado hace unos días por los profesores Maria Campillo y Alfonso Zarzoso.
Los tres hermanos descienden de una familia liberal, de origen ampurdanés, cuyo abuelo fue Francesc Sunyer i Capdevila, ministro de la I República. El hermano mayor, August (1879-1965), fisiólogo, fue diputado por el Partit Republicà Català. Marchó al exilio y residió en París, Caracas y México, donde murió. Carles (1888-1971), ingeniero industrial, fue diputado por ERC, ministro de Trabajo en 1933 y durante la guerra alcalde de Barcelona y conseller de Cultura. Huyó en 1939 a Francia y residió en Londres, donde preside el Consell Nacional de Catalunya (1941-1945), y Caracas, donde murió. El hermano pequeño, Santiago (1893-1981), médico, fue subsecretario de Instrucción Pública durante la República. En el exilio estuvo en Francia, Bolivia y Panamá y fue el único de los tres que regresó discretamente a España en 1962. “Nosotros hemos sigo íntegros”, escribió a sus hermanos.
Pese a esta dispersión toda la familia permaneció en contacto y se ha conservado una amplia correspondencia en la que siempre aflora una añoranza por el pasado, simbolizado en los veranos que pasaban en Roses y navegaban en el yate Els Tres Germans. Lo explica con un deje de tristeza Carles Pi i Sunyer: “Antes, todos nosotros, los que constituíamos la gran familia, el clan o la tribu, vivíamos la mayoría en Barcelona, en verano acostumbrábamos a ir a Roses y La Jonquera, los dos pueblos del mismo pequeño rincón del Empordà. Pero ahora todo eso era el pasado. Una mala racha nos disgregaba como arena sin alma y sin recuerdo. Los hados nos eran hostiles, el destino enemigo y rencoroso”. Si al principio confiaban en poder volver, con el paso de los años tomaron conciencia de la supervivencia del franquismo, de la necesidad de “renunciar a sueños románticos” y empezaron a preocuparse por otras cuestiones como el peligro de “descatalanización”de sus hijos y nietos.
La exposición y el catálogo recuperan el compromiso de una familia republicana y catalanista, pero constituyen también un retrato de la represión franquista y el exilio.
La correspondencia familiar refleja una añoranza por el pasado, simbolizada en los veranos en Roses