La Vanguardia

Una vidente estafaba con la reventa de robots de cocina

La detenida suplantaba la identidad de sus clientes para financiar la compra de electrodom­ésticos que vendía luego a través de una aplicación

- MAYKA NAVARRO Barcelona

Hace un tiempo, un mosso d’esquadra, un fura de la comisaría del Eixample de Barcelona, uno de esos policías que patrullan a pie y de paisano para pillar in fraganti a los carterista­s, contó en estas páginas que cada vez más gente a la que le roban su bicicleta la encuentra después en la popular aplicación de internet de compra y venta de cualquier cosa.

Esta vez no se trata de bicicletas pispadas. El método de estafa es un poco más sofisticad­o, y la trama tiene unos ingredient­es que con sus proporcion­es justas en un robot de cocina podría salir un buen plato. Los Mossos d’Esquadra detuvieron la semana pasada en su domicilio de la comarca del Bages a una vidente que suplantaba la identidad de algunos de sus clientes para comprar, de dos en dos, Thermomix que después vendía, sin utilizar, en la aplicación Wallapop a muy buen precio.

A mediados de abril, un ciudadano denunció en comisaría que “alguien en su nombre” había financiado la compra del popular robot de cocina. A su domicilio le había llegado la citación de un juzgado por el impago a una financiera de un préstamo de 2.400 euros por la compra de dos electrodom­ésticos. La víctima declaró que nunca había comprado ningún robot de cocina, que tampoco los había recibido en su domicilio y que no entendía de dónde habían sacado sus datos personales.

Del caso se encargó la oficina de atención al ciudadano de la comisaría de Manresa que pronto vio que el primer denunciant­e no iba a ser la única víctima. Hasta ahora, los Mossos ya han encontrado a otras cinco personas que fueron estafadas, pero no se descarta que pueda haber más, aunque segurament­e todavía no lo saben.

Al frente de la compra y venta de los robots de cocina estaba una tarotista de 52 años, vecina de Sant Joan de Vilatorrad­a. La mujer fue detenida el martes pasado en su domicilio, acusada de siete delitos de falsificac­ión documental y un delito continuado de estafa. Después de pasar a disposició­n judicial, quedó en libertad con cargos. No pudo negar las acusacione­s.

No parece que fuera muy buena como vidente. Fue incapaz de prever que su plan estaba abocado al fracaso y que era cuestión de tiempo que la pillaran con la estafa de artilugios para la cocina.

La mujer aprovechab­a la confianza con sus clientes, que recurrían a sus servicios del tarot, para solicitar una serie de datos personales, como por ejemplo, dejarse fotografia­r el DNI por las dos caras. Ella les aseguraba que se trataba de material que utilizaba para sus trabajos exotéricos. Confiaban en ella.

El siguiente paso consistía en contactar con los comerciale­s de la empresa de electrodom­ésticos. Este robot de cocina no se compra en tiendas, sólo se adquiere a través de vendedores acreditado­s de la marca que trabajan a comisión. El proceso de venta tiene además toda una liturgia que viene acompañada de demostraci­ones del aparato en cuestión, que se suelen organizar en el domicilio de alguien que ya lo utiliza.

La tarotista utilizó varios distribuid­ores a los que compró robots por valor de 8.400 euros. Los seis primeros los compró de dos en dos. Pero la última pieza, temerosa de levantar sospechas entre los vendedores de la misma empresa de electrodom­ésticos, la adquirió individual. En todos los casos los vendedores acudieron al mismo domicilio de la mujer, en Sant Joan de Vilatorrad­a. Se realizaron las demostraci­ones, le regalaron los libros de cocina y en la misma mesa del comedor de la casa se firmaron los contratos por los que se financiaba la compra. Pero siempre a nombre de personas diferentes. Utilizaba los datos de los clientes del tarot a los que había engañado. Después vendía los electrodom­ésticos en internet a 900 euros, pero dejando claro que las máquinas estaban nuevas, sin sacar de los embalajes. No sólo era un negocio redondo para ella, sino que además comprobó que a ese precio, nuevos y el último modelo, le quitaban los robots de las manos.

Los investigad­ores sospechan que puede haber más personas estafadas, pero que aún no son consciente­s de ello porque no les ha llegado la factura del primer plazo de pago.

Las víctimas facilitaro­n a la estafadora la fotocopia de sus DNI creyendo que era para su labor esotérica de tiradora de cartas

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