Los peligros de la Liga
La Liga española, para muchos la mejor liga del mundo, la que concentra a los cracks más seguidos del planeta, rezuma una extraordinaria cantidad de quilates en las piernas de un selecto grupo de futbolistas, pero en cambio exhibe algunas hechuras de tercera división. El último estrambote lo ha protagonizado el propietario del Málaga, como ustedes ya sabrán, al estallar de rabia y pronunciar que la escoria catalana no iba a catar esta Liga para el Barça. Declaraciones fuera de tono acostumbran a producirse a lo largo de una temporada. Jugadores enfadados, comentarios en caliente, periodistas con la camiseta de un equipo vociferando en programas de radio y televisión, hinchas exaltados que atentan contra el buen gusto y en ocasiones contra el código penal con determinados cánticos e injerencias en la vida privada de los futbolistas. Todo ello forma parte del caleidoscopio macabro de la mejor Liga del mundo. Pero Al Zani rizó el rizo. De un presidente de club o de un propietario de equipo, en la Liga de las estrellas, se espera que luzca un comportamiento ejemplar, con rasgos de fair play y de saber estar. Nada de ello pudo atisbarse en el irritante comentario de Al Zani y nada de ello debería aceptarse en una Liga que presume con razón de poseer el foco mundial de la atención futbolística.
Las declaraciones, con el atenuante igualmente lesivo de que sólo se dirigía a la prensa catalana, merecen sanción de la Liga y me atrevería a decir que deberían también responder en los tribunales por un delito que está tipificado como incitación al odio. Esta sociedad nuestra vive demasiadas veces bajo el síndrome del doble rasero. Se puede montar una zarabanda espectacular en las redes sociales, y con razón, si una persona golpea a un perro, pero en
Botarates como Al Zani amenazan el futuro del mejor campeonato del mundo
cambio no se produce un clamor inapelable y descomunal cuando un dirigente de baja estofa es capaz de herir a un pueblo o a un colectivo. El propietario del Málaga está en su derecho de desear que gane la Liga el Madrid, de detestar al Barça, pero tiene la obligación moral y legal de ser respetuoso públicamente por el cargo que ocupa. Si no es capaz de entender cómo debe comportarse un dirigente deportivo en España, quizás debería afrontar las consecuencias de su actitud y no valdrá que exprese que sus amigos dicen lo mismo o que escucha a diario esos comentarios en el bar donde desayuna.
Sea quien sea el atacante y el ofendido, el fútbol nacional, y en general cualquier disciplina, debe poder sobrevivir a tipos que confunden el púlpito de la notoriedad con lo que puedas contar en el salón de tu casa. Debe poder sobrevivir a tipos que se creen intocables por el dinero que tienen o por la posición que ocupan. Si no hay mano dura con estos botarates, nuestra Liga siempre carecerá de dos elementos tan importantes como los goles: respeto y ética.