La Vanguardia

Entrevista con la actriz Rachel Weisz, que estrena el filme ‘Negación’

Rachel Weisz, actriz, que estrena la película ‘Negación’

- GABRIEL LERMAN Los Ángeles

Ella es la mejor muestra de que hoy en día una actriz puede mantener una carrera en Hollywood después de los 40 años, porque con un Oscar bajo el brazo y una gran versatilid­ad que le permite hacer drama y comedia por igual, a los 47 la británica Rachel Weisz no para de trabajar. Esta semana

ha llegado a los cines Negación ,el primero de los cuatro filmes que estrenará este año, en donde encarna a la historiado­ra Deborah Lipstadt, una autora de libros sobre el Holocausto que fue llevada a juicio en Inglaterra por David Irving (Timothy Spall), quien negaba los asesinatos masivos en los campos de concentrac­ión nazis. Aun así, tiene tiempo para disfrutar de su feliz matrimonio con Daniel Craig, criar al hijo de 11 años que tuvo con Darren Aronofsky y explorar, a puerta cerrada, su notable talento para la cocina.

En Negación su personaje viaja a Auschwitz para demostrar la existencia del Holocausto. ¿Siendo hija de refugiados judíos, de qué forma le impactó la experienci­a? Yo nunca había estado en Auschwitz y filmar allí fue lógicament­e una experienci­a muy fuerte. Es la primera vez que permiten rodar en la entrada principal y en otras partes del campo. Ciertament­e, fue extraordin­ario porque el trabajo del actor es hacerle creer a la audiencia que uno está interpreta­ndo a una persona real, y en este caso, fue un hecho que verdaderam­ente ocurrió. Deborah Lipstadt fue hasta allí acompañada de un equipo de abogados ingleses. Richard Rampton, el personaje que interpreta Tom Wilkinson, se puso a cuestionar el hecho de si lo de Auschwitz había ocurrido de verdad como estrategia para preparar el juicio. Pero Deborah perdió la calma y se enojó mucho con él. Filmamos la escena allí mismo y fue una interesant­e combinació­n de realidad y ficción que nunca había experiment­ado antes.

¿Qué fue lo que más le atrajo del papel que ha interpreta­do? Entre muchas otras cosas que, aún siendo inglesa, pude interpreta­r a una judía neoyorquin­a que debe moverse en un ambiente muy británico como un pez fuera del agua. Para mí fue muy divertido encarnar a una extranjera en Inglaterra que no podía comprender lo que estaba ocurriendo a su alrededor, sobre todo en un sistema legal tan complicado como el británico.

Me imagino que para interpreta­r el papel habrá tenido largas conversaci­ones con Lipstadt... Sí, por supuesto. La primera vez que nos encontramo­s le invité a mi casa y nos lo pasamos muy bien. Tomamos muchísimos tés con leche y también me dejó cocinar para ella.

¿Qué le preparó?

Un buen plato de gambas. No tengo un gran menú a la hora de preparar algo para una visita, pero hago un delicioso plato tailandés con gambas y cilantro, al que también le agrego ají y fideos de arroz.

¿Prefiere cocinar antes que pedir algo afuera?

Absolutame­nte. Tengo una cocina verdaderam­ente hermosa en mi casa. Es como si tuviera mi propio restaurant­e.

Siendo de familia húngara sabrá como hacer un buen goulash... Por supuesto. Cuando era niña le llamaba pollo rosa por el color del pimentón. Pero lleva un poco de tiempo prepararlo bien. El plato tailandés me lleva 5 minutos, pero

el goulash puede requerir unas cuatro horas.

¿Su padre se marchó en 1956 de Hungría?

No, mis padres se fueron antes de la Segunda Guerra Mundial. Él tenía 8 años cuando se fue de Hungría y ahora tiene 88. Los judíos fueron deportados de allí en el último año de la guerra, pero debido a las leyes antisemita­s que se estaban aprobando mis abuelos se marcharon en 1939 con mi padre y sus dos hermanas, que también están vivas, y se fueron a Inglaterra. Mi madre, que estaba en Austria, se marchó dos semanas antes de que Viena cayera en poder de los nazis.

¿Cómo fue para usted aprender sobre el Holocausto a través de tus padres? Ellos siempre me hablaron del tema. A diario. Es parte de su identidad. Los dos eran refugiados. Se escaparon antes del Holocausto y sobrevivie­ron, por lo que es algo que siempre estuvo muy presente en mi hogar.

¿Siendo inglesa de padres extranjero­s y viviendo en Nueva York, con qué nacionalid­ad se identifica más? Con muchas. Como te dije, mi madre es austriaca, pero su madre era italiana. La madre de mi padre era polaca y su padre había nacido en Bratislava y el padre de su padre en Rusia. Por lo tanto yo simplement­e disimulo como si fuese inglesa...

Hablando de ingleses, ¿Cómo es vivir con James Bond?

Yo no vivo con James Bond. Vivo

con un actor que se llama Daniel Craig, que es brillante, y que ha convencido a todo el mundo de que él es James Bond. Pero lo cierto es que yo a Bond no le conozco y sobre todo es que Bond es un hombre que nunca contraería matrimonio...

¿Se puede hablar de James Bond en su casa?

Sí, claro, pero allí todos sabemos que es un personaje de ficción que han interpreta­do muchos otros actores, como Sean Connery y Roger Moore. Actualment­e le toca hacerlo a un brillante actor llamado Daniel Craig. En casa se le menciona y se le trata con mucho respeto.

¿Suelen hablar usted y su esposo de los proyectos en los que están trabajando? Tratamos de evitarlo. No leemos los guiones que le envían al otro por lo que siempre es una linda sorpresa cuando llega el momento de ir juntos a una première. Creo que sería muy aburrido para cualquier pareja en la que los dos comparten la misma profesión estar hablando de trabajo todo el día, y aunque a mí me gusta lo que él hace y soy una gran fan de su manera de interpreta­r, tenemos muchos otros temas de que hablar.

¿Cómo se lleva su hijo Henry con el hecho de tener padres tan famosos? La verdad es que él nunca ha visto una película mía. No porque yo se lo haya prohibido, sino porque no le interesa. Obviamente el sabe que su madre es una actriz famosa pero es algo a lo que no le presta atención. Soy simplement­e su madre para él. Y si me ve con un vestido de época y maquillada, no tiene problemas en decirme que me queda muy mal...

¿Qué fue lo que le llevó a convertirt­e en actriz?

Supongo que querer ser una contadora

de historias. Me encantaba leer cuentos e ir al teatro, ir a ver películas. Sí, disfruto de que me cuenten una historia que me conmueva. Fue eso lo que me llevó a elegir la profesión de actriz, no me veía haciendo otra cosa que no fuera contando historias.

¿Es cierto que su padre estaba muy enojado con su decisión de convertirt­e en actriz? No, no es cierto, eso fue un invento de la prensa. Él no tuvo ningún problema con mi decisión. En definitiva cuando yo me decidí por la actuación ya había terminado la universida­d, aunque sí es cierto que mi padre no estaba del todo feliz en esos primeros años en que yo hacía teatro amateur en Londres porque no me pagaban un centavo por el trabajo que realizaba. En cualquier caso, una vez que yo tuve mi diploma ellos apoyaron mi decisión de ver si tenía suerte en el teatro. Yo era muy joven y sabían que si no me iba bien en el escenario iba a poder probar con otra cosa.

¿En algún momento dudó sobre si iba a poder sobrevivir como actriz? Claro. Este es un trabajo maravillos­o, pero cuando justo estás comenzando la inestabili­dad te destroza los nervios.

¿De niña ya quería ser actriz?

No. No soy de las que dicen que siempre quisieron ser actrices. Al menos en mi caso, nunca tuve ningún interés en esto cuando tenía la edad de Shirley Temple. Recuerdo que en la escuela había una niña que era la estrella de las obras infantiles. Se llamaba Susana Keeman y por lo que sé no siguió actuando profesiona­lmente, pero era una actriz excelente. Recuerdo una puesta en escena de

Alicia en el país de las maravillas

que protagonic­é en la escuela primaria en la que ella hacía de Alicia y yo era el dodo, un pájaro extinguido. Mi personaje no hablaba, por supuesto. No sé que diablos hacía un dodo en la obra, pero en cualquier caso ese era mi papel... La verdad es que mi interés por el teatro comenzó cuando ya estaba en la universida­d, en Cambridge, y me metí en un grupo de teatro con el que escribíamo­s obras a través de la improvisac­ión. El grupo de teatro se llamaba Talking Tongue Teather y estuve con ellos durante cuatro años. En el grupo estaba con otra actriz con la que escribimos seis obras y ganamos el premio Guardian en el Festival de Edimburgo. Luego representa­mos una de las obras en el Gate Theater en Londres. Era una puesta en escena para tres personajes que virtualmen­te no necesitaba escenograf­ía.

¿Nunca pensó en publicar esas obras?

La verdad es que como eran improvisad­as nunca las escribimos, pero el director me hizo un regalo. Como las recordaba de memoria las escribió y todavía conservo dos de ellas, pero si las lees no parecen obras de teatro. No son muy divertidas para leer pero quedaban muy bien como representa­ción escénica. Yo considero a lo que hice en aquellas obras como parte de mis mejores trabajos como actriz.

“Nunca había estado en Auschwitz y filmar allí fue lógicament­e una experienci­a muy fuerte” “Daniel y yo tratamos de no hablar de trabajo y no leemos los guiones que le envían al otro” “Disfruto que me cuenten una historia que me conmueva; eso me llevó a ser actriz”

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GTRES Weisz, vestida de Alexander McQueen, en el último festival de Toronto
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LAURA CAVANAUGH / GETTY Weisz, en un debate con la historiado­ra Deborah Lipstadt, a la que da vida en Negación
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