No sin personas
En 2006, el economista Nouriel Roubini anunció un caos económico ante el Foro Económico Mundial (FEM), más conocido como Foro de Davos, y no queremos recordar las risas de muchos en aquel momento, ni los llantos que provocó sólo dos años más tarde.
El mismo FEM presentó este año un informe en el que analizaba las transformaciones que experimentarán la economía mundial y el mercado de trabajo en los próximos cinco años, y uno de los puntos clave del estudio es la afirmación que, con motivo de la automatización, se perderán aproximadamente siete millones de empleos en todo el mundo. Esta transformación provocará que algunos empleos sean superfluos, pero, obviamente, este cambio abre, al mismo tiempo, la oportunidad para crear otra gran gama de empleos.
Algunos, desde hace tiempo, llamamos a esta etapa Cuarta Revolución Industrial. No podemos negar que las tres revoluciones anteriores a la actual cambiaron el mundo en su máxima expresión. Esta cuarta, la de la transformación digital, está causada, entre otros muchos factores, por los sistemas inteligentes, interconectados y capaces de ser autónomos en la toma de decisiones, como por ejemplo el blockchain que los expertos indican que podrá –o puede ya– transformar no sólo el mundo de las fintech, sino multitud de sectores: las compañías energéticas, las telecos, la Administración pública...
Klaus Schwab, fundador del FEM –que mencionábamos al inicio del Editorial de este Foro Empresarial, en el que, nuevamente, ponemos foco en la transformación digital–, indicó: “Sin una acción urgente y específica para organizar la transición y contar con trabajadores con la formación necesaria, los gobiernos tendrán que lidiar con más desempleo y más desigualdad”.
Insistimos: ver este proceso exclusivamente como una puerta a la destrucción de empleo es un gran error. Esta Revolución 4.0 no destruirá empleo como tal, sino que actualizará el concepto que hoy tenemos de empleo, puesto de trabajo y nuestras funciones. Por tanto, debemos ser capaces de crear compañías donde los trabajadores debamos aportar nuestros dos valores diferenciales: la creatividad y la intuición. Al igual que hoy ocurre con los productos
commodities, el valor diferencial en las compañías no será el robot; el valor añadido son y seguirán siendo las personas. No es necesario resaltar que no somos ni seremos más productivos que una máquina, un robot o un software que automatice procesos, pero sí debemos esforzarnos, prepararnos desde ya, para continuar siendo el valor diferencial de nuestras compañías.
LOS TRABAJADORES DEBEN SEGUIR APORTANDO CREATIVIDAD E INTUICIÓN