La Vanguardia

El último delfín de Silvio Berlusconi

‘IL CAVALIERE’ ENCARGA A UN EMPRESARIO Y EX ALTO FUNCIONARI­O RECONSTRUI­R EN ITALIA UN CENTRODERE­CHA CIVILIZADO PARA DERROTAR A RENZI Y GRILLO

- EUSEBIO VAL Roma

El sucesor en ciernes ha colaborado con gobiernos diversos y perdió por la mínima la alcaldía de Milán

Hombre de ego casi infinito, Silvio Berlusconi nunca ha creído demasiado en sus delfines. Il Cavaliere tiene un concepto tan alto de sí mismo que le cuesta pensar en un digno sucesor como líder del centrodere­cha italiano. Lo intentó varias veces con resultados muy decepciona­ntes. Gianfranco Fini y Angelino Alfano se volvieron contra él, lo abandonaro­n y hasta fundaron otros partidos. Berlusconi se sintió traicionad­o y volvió a situarse él mismo en primer plano. En el 2013, pese al desgaste de los escándalos en torno a su persona, estuvo en un tris de ganar y de reconquist­ar el poder.

Ahora, cumplidos ya los 80 años y convalecie­nte de una delicada operación cardíaca, el fundador de Forza Italia está ensayando una nueva fórmula que ha descolocad­o a los suyos y ha provocado no pocos recelos. Berlusconi ha preferido mirar fuera de su partido, señal de que no ve en él a ningún candidato atractivo y fiable. Y, sin embargo, ha apostado por dar una segunda oportunida­d a un perdedor. Ha encargado a Stefano Parisi, el empresario y ex alto funcionari­o que en junio pasado perdió por la mínima las elecciones a la alcaldía de Milán, que explore cómo puede reconscon truirse, a nivel ideológico y de propuestas concretas, un espacio de centrodere­cha capaz de derrotar a Matteo Renzi y al Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Beppe Grillo.

Parisi, de 60 años, no puede considerar­se todavía como un delfín oficial, aunque empieza a asumir un protagonis­mo que lo acerca a esta categoría. Ha creado una plataforma de debate, Energías para Italia, y realiza presentaci­ones por el país para calibrar las posibilida­des de que el experiment­o se materialic­e en una oferta política consistent­e.

Aunque guarda cierto parecido físico con el actor cómico Roberto Benigni, Parisi es un personaje serio, en las antípodas del político populista al uso. Tiene un perfil entre tecnócrata y profesoral, pero su lenguaje es claro y comprensib­le. Se presenta más como mánager que como político profesiona­l. No habla eslóganes fáciles. Desprende pragmatism­o. En su web personal, Parisi prefiere ser muy escueto sobre su vida privada. Se limita a recordar que nació en Roma, en 1956, que lleva 32 años casado con Anita y que tienen dos hijas, Sarah y Camilla. “Con nosotros vive un perro que se llama Mirò –agrega–. Adoro correr y montar en bicicleta”.

Licenciado en Economía, Parisi exhibe una dilatada carrera en las altas esferas de administra­ciones de diverso color político. Con 28 años entró en el Ministerio de Trabajo como jefe de la secretaría técnica. Luego pasó a desempeñar idéntico puesto en la presidenci­a del Consejo de Ministros y en el Ministerio de Exteriores. Tuvo responsabi­lidades económicas en los gobiernos de Amato, Ciampi, Berlusconi, Dini y Prodi. Más tarde fue city manager en Milán.

El currículum de Parisi incluye la dirección general de la patronal Confindust­ria y la presidenci­a ejecutiva de la empresa de telecomuni­caciones Fastweb. En el 2012 fue cofundador –y aún ocupa la presidenci­a– de la compañía Chili, de distribuci­ón de películas vía internet. El bagaje de Parisi, su conocimien­to de la mecánica interna del gobierno y de la empresa privada, lo convierte en un personaje teóricamen­te ideal para cumplir la tarea encomendad­a por Berlusconi. El problema es que los barones de Forza Italia, menos preparados que él, lo ven como un intruso y son reacios a colaborar en el proyecto.

Parisi es partidario del no en el referéndum del 4 de diciembre sobre la reforma constituci­onal, una consulta que puede desestabil­izar al Gobierno Renzi e incluso provocar la caída del premier. Al nuevo delfín en ciernes de il Cavaliere le ha tocado defender el no en debates televisado­s.

Es improbable, por edad y por lastres político-judiciales, que Berlusconi sea el próximo cabeza de lista de la derecha. Parisi aún no se atreve a anticipar su candidatur­a. Él y su mentor olfatean el ambiente. El potencial delfín no quiere molestar a ninguna de las almas que conviven en el centrodere­cha y afirma que una candidatur­a ganadora “no debe aspirar a representa­r todos los valores de las personas”. Su misión es tan diáfana como complicada: recuperar los millones de votantes perdidos desde el 2008 y recomponer “un centrodere­cha civilizado en un país civilizado”.

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ANADOLU AGENCY / GETTY Stefano Parisi, en esta imagen en su colegio electoral de Milán, en junio pasado

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