La Vanguardia

La hora de los premios, la hora del recuento

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Muy pocos saben qué película se alzará hoy con el gran premio de Sitges. Tan sólo el jurado en el que figura Brian Yuzna, director de Re-Animator (1985) entre otros filmes de terror de serie B, un hombre que en cierta medida fue el padre ideológico de la Fantastic Factory, aquel intento de Julio Fernández, de Filmax, por convertir Barcelona en el Hollywood del Horror. Sólo Yuzna y sus secuaces –Axele Carolyn, Mick Garris, Geoffrey Gilmore y Frank Ribière– , que por obligación han tenido que ver los 30 títulos en concurso más la decena larga de películas de la sección oficial. Es el exceso de Sitges que no cesa, ni al parecer cesará. Porque funciona, según explicó ayer Ángel Sala, director del certamen. La venta de entradas va bien, dice Sala. Quizá con un ligero descenso con respecto a las mismas fechas del año pasado. De forma extraofici­al se comenta que esta edición ha tenido dos inconvenie­ntes. Uno, la lluvia. Por supuesto. Y otro, más inesperado, Un monstruo viene a

verme, de J.A. Bayona, cuyo estreno ha disuadido a los aficionado­s para acercarse a Sitges en estos días lluviosos. Para qué, si tienen el fantástico a la vuelta de la esquina. En cualquier caso, Sitges hace público hoy –hacia el medio día– su nutrido palmarés. Cabe esperar que figuren títulos como The autopsy of Jane

Doe , de André Qvredal; Desierto, de Jonás Cuarón, y Dog eat

dog, de Paul Schrader, una desigual propuesta con momentos sublimes, que ha gustado a pesar de la crítica negativa que el propio Schrader, su director, ha hecho en Sitges de la misma. Entre las favoritas para premio esta Grave (raw), de Julia Ducournau, con el canibalism­o como metáfora. Y

The handmaiden, del coreano Park Chan-Wook. Sin olvidar

Swiss army Man, de Daniels, donde la convivenci­a con un muerto se erige en metáfora de la existencia. Y el sentido de la vida puede estar en un pedo.

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