La alcaldesa de Roma declara su no rotundo a optar a los Juegos del 2024
La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, cuyos primeros meses en el cargo están resultando muy tempestuosos, no defraudó en su primera rueda de prensa. La prima cittadina de la capital italiana declaró su no claro y rotundo, un rechazo expresado casi con rabia, a la candidatura de la ciudad a los Juegos Olímpicos del 2024.
Era una decisión ya anticipada desde hace días pero aún no rubricada de manera oficial. Cabía la posibilidad de matizarla, de dejar algún resquicio, pero no fue así en absoluto. Cuestionada por sectores de su partido, el Movimiento 5 Estrellas (M5E), por su caótica gestión hasta ahora, Raggi quiso recuperar protagonismo con una comparecencia dura, con un lenguaje radical, más propio de campaña electoral que de alguien que ocupa uno de los puestos institucionales más relevantes del país.
“Es de irresponsables decir sí a esta candidatura”, dijo Raggi en el arranque de su comparecencia ante los periodistas. Luego hizo una teatral pausa y hubo aplausos. La alcaldesa grillina logró su objetivo de lanzar un mensaje corto y contundente, ideal para las televisiones. Raggi desgranó después los argumentos conocidos, que no es posible hipotecar aún más el futuro de la ciudad y de un país cargados de deudas y con un déficit astronómico, que Roma e Italia aún están pagando la factura de los Juegos de 1960, que la experiencia de otros grandes eventos deportivos demuestra que se hacen obras inservibles, auténticas ruinas arquitectónicas en las que se entierran decenas de millones de euros.
“Decimos no a las Olimpiadas del ladrillo, a los cascarones vacíos”, recalcó la alcaldesa, quien citó la experiencia de otras ciudades, como Hamburgo, Boston y Madrid, que han rechazado la candidatura porque no lo veían claro. “Las Olimpiadas son un sueño que se convierten en una pesadilla –continuó Raggi–. No tenemos datos de Río, pero nuestros ojos vieron las imágenes de los habitantes de Río”. La alcaldesa citó un estudio de la universidad de Oxford. Lo hizo en un tono de admiración casi provinciana, como si los dictámenes de la universidad británica fueran una verdad inapelable para los italianos. Raggi recordó que ganó los comicios de junio pasado, en un segundo turno, con casi el 70% de los votos, y que los romanos, por tanto, ya habían expresado su rechazo a los Juegos, dado que el M5E no había ocultado su posición durante la campaña.
La rueda de prensa estuvo precedida de un pequeño escándalo. Raggi dio plantón al presidente del comité olímpico italiano, Giovanni Malagò, y al responsable del deporte paralímpico. Esperaron a la alcaldesa en el Ayuntamiento durante 35 minutos. Se les agotó la paciencia y se fueron. Raggi justificó su tardanza por un imprevisto.
Para el M5E, el no a los Juegos supone un triunfo delante de los suyos, una ocasión para recomponer el partido y reconciliarse con su electorado, deseoso de gestos enérgicos contra el establishment
“No queremos las Olimpiadas del ladrillo, de los cascarones vacíos”, recalca Virginia Raggi
y el statu quo, una demostración de que son capaces de resistir enormes presiones de sectores económicos que deseaban a toda costa la candidatura.
Para el primer ministro, Matteo Renzi, la renuncia a los Juegos contradice su discurso de una Italia dispuesta a eliminar vicios del pasado –corrupción e infiltración mafiosa en obras públicas– y a atreverse con grandes retos. La única esperanza es que surjan otras ciudades candidatas. Anoche se decía que Florencia, precisamente donde Renzi fue alcalde, podría dar un paso al frente.